La lactancia materna impulsa el desarrollo de los bebés durante los primeros meses de vida. Una madre de gemelas y una experta en salud dan cuenta del impacto real.
Cuando tuvo a su primera hija, hace tres años, Claudia Jiménez no pudo amamantarla. Las separaron durante un par de horas a causa de un protocolo por covid-19 y cuando volvieron a estar juntas, la niña no sintió apego por el pecho. “Son cosas que pasan”, señala Claudia, mientras la voz de esa hija suena al otro lado del teléfono imponiéndose por sobre el llanto de una de sus hermanas recién nacidas. Claudia acaba de tener gemelas y su experiencia con la lactancia es tan distinta con respecto a esa primera vez como lo es también su experiencia con la maternidad.
—A pesar de que era mi segundo embarazo, yo me sentía primeriza: yo sentía que no sabía nada. Para empezar, yo pensé que amamantar era coger al bebé y ponerlo junto al pecho —dice con su acento barranquillero, marcando el ritmo de las frases.
Cuando tenía 24 semanas de embarazo, el equipo médico que monitoreaba su progresión determinó que tenía un retraso del crecimiento intrauterino o RCIU, lo que implicaba un crecimiento deficiente en uno de los bebés. A partir del monitoreo semanal, entre Claudia y el equipo médico lograron llevar el embarazo hasta la semana 35, fecha en la cual practicaron una cesárea que garantizó el nacimiento de las gemelas. La mayor, Aylanis, pesó 2.200 gramos y la menor, Valentina, 1.200 gramos, lo que implicó que ambas debieran permanecer en la Unidad de Cuidados Intensivos del centro médico: una durante un mes y la otra durante doce días. A partir de entonces, Claudia y sus hijas empezaron a participar del Programa Canguro de Versania: Primera Infancia en Barranquilla.
—Ahí me explicaron cómo debía coger a las bebés, me dijeron que debía dejarlas pegaditas a mi barriguita, abdomen con abdomen, que la boca debía estar de tal manera, que la cabeza de esta otra… Y ahí me vine a dar cuenta de lo compleja que es la lactancia materna —dice.
¿Cuál es el impacto de la lactancia materna en el desarrollo de un bebé?
La doctora María Constanza Ramírez, médica experta en desarrollo infantil y gerente de Versania: Primera Infancia, señala que un malentendido común frente a la lactancia materna es que todos recalcan su importancia en abstracto, de una forma bastante general, pero pocos saben cómo influye en el desarrollo de los bebés hasta que lo experimentan de primera mano. Tal malentendido se debe a que los mecanismos mediante los cuales opera la lactancia materna son múltiples y simples a primera vista, pero complejos en el fondo.
“Podemos decir que la lactancia materna contribuye al desarrollo de los niños en tres frentes distintos: nutricional, sensorial y emocional”, señala la doctora Ramírez. En el primer caso, la leche materna está diseñada a partir de las grasas de la madre y por ende con los nutrientes necesarios para el desarrollo de órganos como el intestino o el cerebro: la absorción de dichos nutrientes es fundamental para la maduración y protección de estos órganos. De hecho, la doctora Ramírez enfatiza en que la leche materna es la primera vacuna que el bebé recibe ante distintas infecciones y alergias ambientales a través de la absorción de inmunoglobulinas y anticuerpos presentes en ella.
En el segundo caso, la lactancia dota al bebé de un mundo sensorial nuevo, pues durante el proceso la mayoría de sus sentidos se activan: siente la piel de la madre, oye el latido de su corazón y el olor de la leche le recuerda al del líquido amniótico, lo que le da inspira una tranquilidad idílica. Esto explica, por ejemplo, porqué durante la lactancia los bebés encuentran el sueño mucho más rápido. Esta suma de reacciones sensoriales contribuyen a la creación o consolidación de conexiones neuronales mediadas por la interacción con el entorno.
Y, finalmente, el acto de amamantar construye el primer vínculo del bebé con el entorno social a través del contacto con su madre. Este encuentro cotidiano afianza la seguridad emocional del bebé al sentirse en un espacio seguro. Al respecto, la doctora Ramírez recuerda que el ser humano es el único mamífero al que le es imposible aprender a desenvolverse solo en su entorno.
“Esto no significa que una alimentación mixta, entre leche materna y fórmula, o una alimentación exclusiva de fórmula no garanticen tal desarrollo para el bebé. Muchos de los recién nacidos que atendemos en el Programa Canguro están alimentados mediante una dieta mixta. No obstante, la lactancia materna conlleva beneficios que mediante otros caminos pueden tomar más tiempo”, señala la especialista.
Un lazo invisible
A pesar de los retos técnicos que implica amamantar a dos bebés, Claudia señala que la experiencia ha cambiado por completo su percepción sobre la maternidad. Durante los meses que lleva en el Programa Canguro ha experimentado con mucha sorpresa los vínculos tan distintos y, a pesar de ello, tan cercanos que establece con cada una de sus hijas al momento de amamantar.
—Ese contacto con ellas sucede dentro de mí, pero también fuera de mí, en ellas. No sé cómo describirlo. Siento que ellas se conectan a algo que sale de mí y que ellas saben que eso que están tomando sale de mí. Es una conexión nueva cada día —dice Claudia, mientras su hija menor deja de llorar.
La doctora Ramírez agrega que la importancia de programas de este tipo radica en que construyen un espacio seguro de aprendizaje y apoyo con relación a la lactancia materna y al cuidado de los bebés durante sus primeras etapas de vida. Esto con el propósito de construir lazos sólidos que garanticen un desarrollo óptimo y minimicen la aparición de enfermedades infantiles prevenibles. El caso de Claudia es uno entre cientos cuyo desenlace es afortunado: en las fotos se la ve sonriente, sosteniendo a cada una de sus gemelas en cada uno de sus brazos, mientras su hija mayor la abraza con fuerza y amor.
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