La llegada accidental de un alemán a Colombia dio inicio a una profesión que lleva más de un siglo en crecimiento e innovación. Ernesto Schmidt Trudel y sus hijos no solo fundaron la Óptica Alemana, sino que también impulsaron la Federación Colombiana de Optometría y la primera facultad de Suramérica. Una mirada a la historia de la salud visual en el país.
En 1912, Ernesto Schmidt Trudel partió desde Alemania en la que, sin imaginarlo, se convertiría en la aventura más importante de su vida. Navegando rumbo a Chile, contó con tan mala suerte (o buena, depende de cómo se mire) que la embarcación en la que viajaba se varó en Barranquilla.
Para entonces los repuestos eran escasos y la reparación se estimaba para varios meses. decidido a quedarse en la ciudad, Ernesto se instaló en una ciudad que contaba con una importante colonia alemana y destacadas empresas como la cervecera Bavaria, el Banco Alemán Antioqueño, la aerolínea SCADTA y la farmacéutica Bayer.
Como necesitaba apoyo para sostenerse en el país por un tiempo, un compatriota le ofreció trabajo como asistente en la sección de lentes de la joyería Casa Pelke, en Bogotá. Allí se dio cuenta de que el arte de la óptica era incipiente en Colombia, pues los pocos espejuelos disponibles eran fabricados de manera empírica y apenas funcionaban como lupas para quienes tenían dificultades para enfocar objetos a corta distancia. Por fortuna, el hombre no fue miope para entender la oportunidad de oro que le ofrecía el destino. Así que empacó maletas y viajó a Estados Unidos para estudiar Óptica y Optometría, y aprender los secretos de las novedosas maquinarias que en ese tiempo lanzaban al mercado empresas como la American Optical Company.
La llegada de la optometría a Colombia
Durante el segundo semestre de 1914, el regreso de Schmidt Trudel a Colombia cambiaría para siempre la historia de la óptica en el país. Llegó con sofisticados equipos que no existían hasta entonces aquí. Se asoció con sus hermanos, Guillermo y Walter Wilhelm, y fundaron la Óptica Alemana, la primera óptica profesional en el país. En poco tiempo, lograron abrir sucursales en Barranquilla, Cali y Bogotá, y su clientela incluyó personalidades como los expresidentes Carlos Lleras Restrepo, Alfonso López Michelsen y Ernesto Samper Pizano, el presentador Fernando González Pacheco y el compositor Lucho Bermúdez, entre otros.
Años más tarde, abriría también la fábrica Oftal, con la misión de elaborar monturas o armazones para anteojos, un oficio que se remonta a la Italia del siglo XIII, cuando monjes que buscaban no sucumbir en sus labores intelectuales debido a la edad comenzaron a fabricar lentes.
La óptica se consolidaba gracias al profesionalismo en sus fórmulas y a los divertidos anuncios con los que ofrecía “ojos artificiales traídos desde Alemania”, y Schmidt Trudel se enamoraba cada día más de la diversidad infinita de Colombia. Tras acabarse la Primera Guerra Mundial, viajó a Alemania y tuvo la fortuna de conocer a Ella Mumm, hija de una condesa. A pesar del origen aristocrático de la joven, Ernesto logró convencerla de las bondades del país tropical y la instaló en su casa de Bogotá, no sin antes ofrecer una boda pomposa y una travesía por los mágicos parajes del río Magdalena.
Una nueva generación de optómetras
El matrimonio Schmidt-Mumm tuvo siete hijos, quienes se encargaron de continuar el legado de su padre en la mejora de la visión de los colombianos. Ernesto Wolfgang y Helmuth, hijos mayores de Schmidt Trudel, se graduaron como optómetras en el Pennsylvania State College de Filadelfia, EE. UU. Y su hijo menor, Ernesto Junior, se graduó en la Universidad de Hannover como oftalmólogo. A su regreso a Colombia, durante finales de la década de los cuarenta y tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, trajeron numerosos avances de Norteamérica y Alemania en su práctica.
Entre estos avances estaban la elaboración de lentes de contacto y la Ortóptica. “El doctor Helmut fue pionero en la implementación de lentes de contacto en el país. Consideraba fundamental innovar en este campo de la visión, pues se sentía aburrido fabricando y corrigiendo anteojos. Sabía que era imprescindible buscar algo más especializado y así encontró su pasión por los lentes de contacto, que ofrecen una visión más amplia y sin distorsiones, ya que se mueven con el ojo, logrando una percepción más brillante y definida. Además, permiten un mayor control en el progreso de la fórmula”, afirma Vanessa Fernández, optómetra adscrita a Sanitas.
En el campo de la Ortóptica, según la especialista, también hubo grandes progresos: “Gracias a la Ortóptica podemos manejar los dos sistemas nerviosos del cuerpo: el central y el periférico. Esto permite diagnosticar alteraciones musculares que presenta el ojo, tratamientos para la rehabilitación muscular o incluso para la rehabilitación, cuando existen desplazamientos graves del hueso o lesiones severas”.
Sin embargo, no todo fue fácil para los Schmidt. Sucesos históricos como el estallido de la Segunda Guerra Mundial o el “Bogotazo” se convirtieron en obstáculos casi catastróficos para su familia y su negocio.
En 1939, con el inicio de la guerra, comenzó también la persecución de ciudadanos alemanes en el continente americano. En ese momento, Colombia apoyaba la causa de los Aliados y, en represalia a las acciones de Alemania, optó por expropiar varias empresas de origen germano. Muchos ciudadanos fueron llevados a campos de confinamiento en Fusagasugá y Cachipay o, en el peor de los casos, expulsados del país. Para evitar un destino similar, Ernesto Schmidt renunció a su nacionalidad alemana y cambió el nombre de la empresa a “Schmidt Hermanos”.
Sin embargo, aunque se salvó de los campos de confinamiento y del exilio, el 9 de abril de 1948 tuvo menos suerte. El asesinato del líder liberar Jorge Eliécer Gaitán calentó los ánimos a tal punto que el pueblo, enfurecido, salió a las calles armado con con palos y piedras. Durante varias horas, edificios, tranvías y locales comerciales del centro de Bogotá, donde se ubicaba la óptica, fueron quemados, saqueados y destruidos.
Todo quedó reducido a cenizas. Casi treinta años de trabajo murieron bajo los escombros. Pero para un hombre que había presenciado la violencia devastar un continente, empezar de cero no era motivo para rendirse. Se armó de valor, vendió tierras y cuanto pudo, y pidió ayuda al Gobierno nacional y a amigos generosos que le prestaron el dinero necesario para ponerse nuevamente de pie. No tenía una tarea fácil en el frente, pero sabía que su familia contaba con algo que nunca les podrían quitar: la experiencia y las ganas de seguir adelante.
La nueva sede fue inaugurada en 1952 en el mismo lugar y permaneció allí hasta 1968, cuando se trasladó a la avenida 19 con carrera novena en Bogotá. “Lejos de todo, decían”, recuerda el optómetra Salazar. Pero una vez más, los Schmidt mostraron su visión de águila para los negocios, porque en pocos meses grandes empresas se trasladaron allí. Así se consolidó “el sector de las ópticas”, una tradición que ha dado lugar a la apertura de cerca de 2.000 ópticas, entre formales e informales. Este es, sin lugar a dudas, el epicentro de la industria a nivel nacional.
Pioneros en la formación y práctica optométrica
El optómetra Hernán Darío Salazar comenta: “los aportes de la familia Schmidt-Mumm a la profesión fueron significativos, incluso más allá de la ciencia en sí. En 1950, fundaron, junto a un grupo de varios colegas, la Federación Colombiana de Optómetras Graduados (FEDOPTO), que permitió la firma del primer decreto en 1954, autorizando el ejercicio profesional de la optometría. Además, siempre vieron la necesidad de formar nuevas generaciones sin que tuvieran que viajar al exterior, por lo que decidieron traer el currículo académico norteamericano para ofrecerlo en diversas universidades”.
“Para Schmidt-Mumm la educación fue su norte. Tenía claro que era de carácter vital que se reconociera la profesión de optómetra como un campo de acción útil para la sociedad”, afirma el optómetra Salazar. Estos visionarios optómetras no cesaron en su lucha y, tras varios intentos, en 1964 la Facultad de Optometría de la Universidad de la Salle abrió sus puertas por primera vez, con 32 alumnos. Un logro notable, puesto que fue la primera facultad de Optometría de Suramérica.
“Al ser manejada por hermanos lasallistas, la optometría en Colombia ha mantenido un enfoque social. Siempre ha existido la preocupación de llevar la salud visual a regiones y zonas rurales, para que esté disponible a todos los colombianos, sin importar dónde se encuentren”, explica la la optómetra Fernández, quien asegura que, gracias a la colegiatura ofrecida por la facultad, los optómetras cobran valor a nivel nacional, ya que en muchos países la optometría sigue sin estar reglamentada.
“A partir de 1997, la ley 372 amplió la responsabilidad profesional de los optómetras, permitiéndoles asumir responsabilidades clínicas. Desde entonces, podemos involucrarnos en mayor grado en el examen, diagnóstico y tratamiento de la salud visual y ocular, así como manejar fármacos y colaborar en equipos interdisciplinarios para desarrollar nuevas tecnologías e investigaciones”, añade la especialista.
La revolución visual: el futuro de la optometría
El número de ópticas y profesionales se ha multiplicado significativamente; hoy existen facultades en universidades como la Santo Tomás de Bucaramanga, La Metropolitana de Barranquilla y el Bosque en Bogotá. Las innovaciones en materia de optometría siguen en aumento, demostrando su efectividad en diversos campos.
“Los equipos con los que se trabaja hoy en día no tienen nada que ver con lo que se trabajaba hace 100 años, cuando se fabricaban espejuelos en vidrio. Actualmente, la maquinaria es muy precisa y se han introducido tecnologías que han puesto la práctica en un nivel muy alto. Lo mejor es que, gracias al trabajo que inició la familia Schmidt, hoy la optometría es de fácil acceso para cualquier persona en el país”, comenta el optómetra Salazar.
En materia de lentes de contacto y gafas se han hecho grandes avances. Empresas como Apple y Google se han concentrado en la elaboración de gafas de realidad aumentada, mientras que otras investigan lentes de contacto inteligentes que permiten obtener información en tiempo real. Existen también lentes de contacto con microchips que pueden controlar la tensión ocular y próximamente, podrán vigilar la glicemia y problemas inflamatorios.
Finalmente, en el campo de la Ortóptica y el entrenamiento visual se han encontrado diferentes aplicaciones. Hoy en día, la utilizan deportistas de alto rendimiento, en procesos de aprendizaje y lectoescritura, en la formación de equipos militares y de seguridad, así como en cualquier actividad específica que requiera atención, memoria, concentración, focalización y coordinación entre la capacidad visual y los movimientos corporales.
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