Son múltiples los beneficios de la rehabilitación para las personas, en especial, las víctimas del conflicto armado y los habitantes de comunidades vulnerables históricamente afectadas por la violencia que cargan un dolor que puede sanar gracias a la atención integral.
Cuando tenía 15 años, Nataly Marín sufría de dolores de espalda y notó una malformación en su columna. A sus padres no les llamó la atención el descubrimiento, pues eran una familia dedicada a las labores del campo en Anorí, Antioquia, y parecía normal que el trabajo físico le provocará cansancio y sus huesos sobresalieran debido a su delgadez. Sin embargo, los dolores empeoraron en la adultez porque, además, trabajaba en un restaurante 12 horas al día. Perdió la fuerza de los brazos y las piernas, situación que la llevó a consulta médica.
Los médicos le diagnosticaron escoliosis y la remitieron a neurología para determinar si debía ser operada. Aunque su diagnóstico y la necesidad de la cirugía eran evidentes, Nataly inició previamente un proceso de rehabilitación con fisioterapia para disminuir el dolor de espalda y mejorar las condiciones de su cuerpo para la intervención. Recibió atención en el servicio de rehabilitación del hospital San Juan de Dios de Anorí, uno de los 56 apoyados por el programa Hilando Vidas y Esperanza, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), e implementado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). “Al cabo de dos meses el dolor había disminuido un 50% y el cirujano me envió nuevamente a fisioterapia durante dos horas diarias, una hora de fortalecimiento muscular y una hora de manejo del dolor. Me dijo que si el dolor seguía disminuyendo y recuperaba fuerza muscular, no necesitaba la cirugía”, cuenta.
Durante dos meses, Nataly se esforzó por hacer al pie de la letra las terapias y complementó las sesiones con ejercicios en casa que le enseñó la fisioterapeuta. Su paciencia y dedicación dieron frutos y el neurocirujano dejó el tratamiento en manos del ortopedista. Tras meses de asistir a rehabilitación física, hoy no siente dolor y trabaja en su propio negocio de comida.
Inclusión y oportunidad
Desde hace un año y medio, Esmeralda Oviedo asiste al hospital público San Jerónimo, de Montería, Córdoba, con su hijo Randy, de 17 años, quien tiene parálisis cerebral espástica. Después de años de buscar atención oportuna y de calidad, Esmeralda encontró en esta entidad un programa de rehabilitación apropiado para su hijo. Pasó por momentos difíciles cuando distintos profesionales le dijeron que no iba a ver avance en el desarrollo de Randy. Sin embargo, hoy el joven camina y pronuncia algunas palabras gracias al proceso de rehabilitación integral.
El programa de rehabilitación del Hospital San Jerónimo también forma parte de la estrategia de salud mental, atención psicosocial y rehabilitación física de USAID y OIM, que incluye un servicio de teleorientación para llegar a más personas, principalmente aquellas que viven en zonas rurales apartadas y no pueden asistir al hospital con frecuencia. Este servicio de telesalud permite, entre otras cosas, determinar si necesitan atención física por parte del grupo de reacción inmediata, así como acceder a consultas remotas con médicos especialistas en áreas que no están disponibles en los hospitales locales de zonas alejadas (como ginecología o psiquiatría).
Marcos tiene 12 años y asiste, junto a su abuela, a una sesión de teleorientación desde un puesto de salud en Tierralta, municipio ubicado al sur de Córdoba. Perdió gran parte de la movilidad de sus brazo, mano y pie del lado derecho del cuerpo a causa de una meningitis que sufrió cuando tenía quince días de nacido. Además, tiene dificultades de aprendizaje y desarrollo y va ocasionalmente al colegio. Su discapacidad no solo se debe a la meningitis, sino a la falta de atención a su condición todos estos años. Hace poco, gracias a la iniciativa de su abuela, empezó a recibir terapias de rehabilitación.
El propósito de su consulta remota con el Hospital San Jerónimo es saber qué tratamiento pueden ofrecerle para complementar las terapias que recibe para relajar y fortalecer sus músculos. Marcos ha estado aislado socialmente, no ha interactuado con otros niños y por eso, según el ortopedista Pedro Villegas, lo más importante es estimular su desarrollo físico y cognitivo: “Él es un niño que ha desarrollado bastante la parte motora de sus miembros no afectados y creo que para tratar el desarrollo cognitivo es necesario estimularlo y educarlo. Creería que lo que necesita es alfabetización y acompañarlo en la vida normal. Recibir un tratamiento de rehabilitación integral y, de pronto, un tratamiento quirúrgico para mejorar el movimiento”. Finalmente, el doctor Villegas le envía una radiografía de tobillo, pie derecho y cadera, y le asigna una cita para la semana siguiente.
De acuerdo con la estrategia de Rehabilitación 2030 de la Organización Mundial de la Salud, “la rehabilitación es un servicio de salud fundamental para las personas con diferentes afecciones de salud física y mental, durante todas las etapas del ciclo de vida y durante todas las fases de la atención: aguda, subaguda y prolongada. La rehabilitación es un servicio de salud importante en vista del envejecimiento de la población y el aumento de la prevalencia de las enfermedades no transmisibles (ENT). Además, a medida que se amplía el acceso a las intervenciones de salud, se necesita la rehabilitación para aumentar al máximo su efectividad e impacto. Actualmente, sin embargo, las necesidades de rehabilitación exceden considerablemente las oportunidades de rehabilitación disponibles”.
Atención en salud mental para aliviar el dolor
Luis Ramón vivió muchos años en medio de la violencia a raíz del conflicto armado en su territorio, los Montes de María. Sin embargo, solo fue consciente del dolor con el que se había acostumbrado a vivir después de una actividad de corporalidad consciente conocida como escaneo del cuerpo. La actividad era sencilla: acostarse boca arriba, en una posición cómoda, y cerrar los ojos. Inhalar de manera profunda, sintiendo cómo el aire entraba y salía del cuerpo, y hacerlo varias veces hasta concentrarse en el presente. Después, empezar a escanear el cuerpo desde el cráneo hasta los pies, pasando por la punta de los dedos de las manos y las vértebras de la columna. El ejercicio forma parte de la estrategia psicosocial que Hilando Vidas y Esperanza llevó a cabo durante 10 meses (entre diciembre de 2022 y octubre de 2023) en la comunidad de Luis Ramón de la vereda El Bongal, en zona rural del municipio de San Jacinto (Bolívar).
Por medio de esta estrategia ―así como de acciones que incluyen apuestas para fortalecer la resiliencia comunitaria, optimizar el acceso a servicios de salud mental y rehabilitación, lograr el empoderamiento económico y fortalecer la comunicación para una cultura de paz― USAID y OIM trabajan para mejorar el bienestar integral de las comunidades que más han sido afectadas por el conflicto y la desigualdad en tres regiones de Colombia: el Bajo Cauca y el Nordeste antioqueño, el Pacífico medio y el norte del Cauca, y los Montes de María, donde vive Luis Ramón.
La subregión de los Montes de María conecta el centro del país y la región Caribe y ha sido aprovechada y disputada por los grupos armados ilegales para el narcotráfico. Sus habitantes han sufrido múltiples victimizaciones, como masacres, desapariciones forzadas, asesinatos selectivos, desplazamiento y despojo de tierras. Sin embargo, sus habitantes se caracterizan por su resiliencia y fortaleza comunitaria.
Los ejercicios psicosociales, como el que recuerda Luis, buscan que las personas reconozcan sus características físicas propias y la percepción de sí mismas y del movimiento de sus cuerpos, además de propiciar una reflexión sobre el autocuidado y el cuidado comunitario. Sin embargo, a Luis Ramón el resultado lo llevó más allá, pues las heridas que le había dejado el conflicto eran tan profundas que el dolor caminaba por todo su cuerpo y no podía encontrarlo y deshacerse de él. “Yo era una persona que pasaba mucho tiempo acostado en una hamaca con dolores”, cuenta. “Empezamos a hacer ejercicios, estiramiento… total, que el dolor de cintura, los brazos, todo lo que yo tenía desapareció… Y resulté hasta jugando fútbol”, agrega mientras se ríe. Además, cuenta que los ejercicios de respiración también le han servido a él y otros compañeros suyos para dormir mejor. Dice que con solo ponerse las manos en el pecho o el estómago y respirar profundo puede conciliar el sueño.
En la casa de Dina Luz Navarro, habitante de El Bongal, hubo un cambio drástico después de participar en la estrategia psicosocial de USAID y OIM: las tareas de la casa se reparten y cada uno es responsable de lavar, limpiar o cocinar según las ocupaciones que tenga. “En lo personal, corregí muchas cosas en mi hogar y en mi vida. Yo creía que tenía que vivir por debajo de los demás, que tenía que hacer todo en el hogar y me di cuenta de que estaba cometiendo un error, que protegía mucho a mis hijos, pensando que yo tenía que hacerles todo… Después de darme cuenta de eso, llegué y les dije: ‘Ven acá, aquí cada uno tiene su responsabilidad. El que trabaja en el monte, no lava los platos, pero el que no trabaja en el monte, lava los platos’. Y ahí fui mejorando. Y ahora lavan su ropa, cocinan, lavan los platos… Primero fue duro, pero ya saben que les toca. Ya no tengo que pelear mucho con ellos. A veces amenazaban con que se iban, pero como ya no les respondo con miedo, ya no dicen que se van”, cuenta.
Escucha y atención
Para otros habitantes de El Bongal, ubicado a 40 minutos de la cabecera municipal de San Jacinto, Bolívar, las acciones del programa Hilando Vidas y Esperanza enfocadas en mejorar el acceso a servicios de salud también fueron clave. En septiembre de 2023 se puso en marcha un Centro de Orientación y Escucha en el Hospital Local San Jacinto. Se trata de un servicio que facilita el acceso de la comunidad a información y atención en salud mental inmediata y acompañamiento y direccionamiento al sector salud y otros sectores de acuerdo con sus necesidades. Es un servicio gratuito individual o grupal y de atención presencial, telefónica o por chat que opera de lunes a viernes de las 8:00 a. m. al mediodía y de las 2:00 a las 5:00 p. m.
Atienden a “personas que están sufriendo por motivos de soledad, pérdida de un ser querido, problemas académicos, dificultades en las relaciones interpersonales, cuidado de una persona enferma, entre otros”, según el folleto que promociona sus servicios. Rosa Olivera forma parte del equipo de atención psicosocial y cuenta que, generalmente, las personas acuden a pedir orientación porque alguno de sus hijos tiene pensamientos suicidas o problemas derivados del consumo de sustancias psicoactivas, necesitan información sobre derechos sexuales y reproductivos o para recibir pautas de crianza. Esta estrategia brinda atención en salud a las comunidades con énfasis en la promoción de la salud y la prevención de problemas en salud mental para brindar respuestas institucionales y comunitarias a temas de interés de las personas, familias y comunidades.
Kelly Fuentes acudió al Centro de Orientación y Escucha con su hijo Juan David, de 13 años, porque estaba teniendo dificultades de relacionamiento, concentración y memoria, lo que afectaba su proceso de aprendizaje. Lo remitieron a atención psicológica en el hospital y Kelly notó que su hijo mejoró en el colegio. Dice que ahora piensa que las consultas psicológicas no son para “los locos”, sino que allí saben escuchar y mejorar las condiciones de las personas que acuden.
Elena Serpa, psicóloga del Hospital de San Jacinto, atiende a sus pacientes en una sala dotada con mobiliario, libros y hasta una hamaca, lo que hace que se sientan a gusto, en un espacio seguro y de confianza que permite una mejor adherencia a las acciones en salud mental. Aunque el hospital ya tenía consultas psicológicas, esta sala, dotada por USAID y OIM, se enfoca en la atención psicosocial centrada en las personas teniendo en cuenta el contexto local.
Por otra parte, Serpa comenta que “algunos de los problemas que afrontan los adolescentes se dan por las dinámicas disfuncionales de los hogares. Acá, en el municipio, se presenta con frecuencia la conducta suicida, las autolesiones. Muchas personas presentan algún tipo de síntomas psiquiátricos o alteraciones en la conducta por síntomas de depresión”. Para hacer este diagnóstico, la psicóloga y dos practicantes de la Universidad de la Costa utilizan el Cuestionario de Autorreporte (SRQ), diseñado para identificar necesidades de salud emocional, y la Escala de Zung, útil para medir la sintomatología depresiva. La vinculación de practicantes y la implementación de mejoras en la atención son el resultado del fortalecimiento brindado por Hilando Vidas y Esperanza.
Rehabilitación física y salud mental para todos
Aunque el dolor forma parte de la experiencia humana, estos testimonios reflejan cómo los procesos integrales de rehabilitación y de cuidado de la salud mental pueden no solo aliviar el dolor físico, sino también brindar oportunidades de inclusión y desarrollo personal. Los procesos de rehabilitación física y mental son fundamentales para garantizar la calidad de vida de cualquier persona nacida con una discapacidad, que sufra una enfermedad o un accidente o que esté atravesando las consecuencias del conflicto armado y la desigualdad. En contextos de violencia, la atención integral proporciona herramientas esenciales para sanar heridas emocionales y reconstruir comunidades. La atención temprana, la escucha activa y la intervención psicosocial son componentes clave para mejorar la calidad de vida y prevenir afectaciones en la salud y el entorno de todas las personas.
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