La menopausia puede ser un proceso de aprendizaje para quienes la experimentan y quienes las rodean. Este testimonio destaca la empatía, la búsqueda de información y el valor de compartir experiencias para entender mejor este cambio que todas las mujeres enfrentarán en algún momento.
- Mi mamá vivió su menopausia hace 20 años. Yo tenía 18 años y no fui la compañera que habría querido ser.
- No entendía muy bien lo que significaba, más allá de que no volvería a menstruar. Y si yo no entendía, y tampoco buscaba resolver esas dudas, mi papá mucho menos.
- Aún así, los dos estuvimos ahí. La llevábamos a nadar, le comprábamos lo que creíamos que quería comer. Y ella iba por la vida sin mucho ánimo.
Yo añoraba que pasara rápido ese momento. Quería a mi mamá de vuelta.
- “Está con la depre” , “está triste porque se fue su hermano”
“Está en sus días”... Eso nos respondíamos él y yo.
- Los síntomas pasaron. Mi mamá sin cuestionarse mucho repetía: “ya me pasó”. Yo me sentía aliviada, pero hoy, 20 años después, creo que habría podido ser una mejor compañera.
- Me habría gustado ser una manta caliente para sus temores y sus noches de insomnio.
Ser una hija que busca información y soluciones
Ser una joven que pregunta, escucha y aprende.
- Mi mamá atravesó ese túnel que es la menopausia caminando en la oscuridad. Pero ahora muchas mujeres como ella se animan a contar su historia. Ellas iluminan el camino por el que nosotras, tarde o temprano, vamos a pasar.
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