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Isabel Salazar

La transformación de Isabel Salazar

Fotografía
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La periodista, que abandonó hace un par de años los medios de comunicación, lidera El Conserje, una agencia de mercadeo de opinión que trabaja con marcas que realmente impactan en el mundo. Los cambios en su vida han marcado una ruta más consciente.

Isabel nació en Cali hace 41 años. Es hija de mamá pintora y papá abogado, quienes le dieron una infancia privilegiada y feliz, pese a que transcurrió durante los años más violentos del narcotráfico en el Valle del Cauca.

Dice que creció comiendo mango biche y bailando salsa. “Fui rumberísima”, recuerda, y durante la adolescencia siempre tuvo un sueño en la mira: ser actriz.  Por eso después de graduarse del colegio viajó a California para estudiar Arte Dramático, y en Bogotá hizo algunos cursos con el famoso dramaturgo Rubén Di Pietro que la llevaron a participar en varias novelas nacionales.

“Jamás me llamaría actriz, pero sí agradezco todas las herramientas que me dio la actuación porque las he utilizado a lo largo de la vida: para vocalizar, para hablar, para presentar en televisión y hasta para conversar con un cliente”.  No por imposición de su mamá y su papá, sino por convicción decidió estudiar también Comunicación Social y el destino la condujo a dedicarse por completo al periodismo por un buen tiempo. Desde hace tres años dirige El Conserje, una agencia de mercadeo de opinión fundada por su esposo, Juan Abel Gutiérrez, hace diez años. 

¿Qué cambios vinieron con la llegada de los 40 años?

La alimentación, por ejemplo. Ahora como mucho más balanceado, también porque la pandemia me enseñó a teletrabajar, así que puedo comer en casa. También aprendí a cuidarme la piel. Soy muy vanidosa, pero poco disciplinada, así que como tuve buena piel, abusé un poco de ella. Duré muchos años presentando en televisión, con esas plastas de maquillaje que me ponían encima, y llegaba a la casa y ni me desmaquillaba. Ahora he aprendido a ser mucho más cuidadosa, aunque tampoco soy de llevar una gran rutina: me lavo la cara, uso crema humectante, bloqueador y ya está. 

Ahora anda mucho más enfocada en el deporte…

Es algo muy nuevo. Hice ballet de niña, pero nada más. Y, desde hace dos años, decidí que quería llegar bien a los 40, así que empecé a ir al gimnasio y a jugar tenis. Nunca lo había hecho, pero he sido juiciosa y ya se me volvió un hábito.

Tengo una frase que ha sido mi mantra de vida:
“Si solas podemos, juntas somos invencibles”.

Volvamos atrás: ¿qué fue lo que la atrapó del periodismo para que abandonara  su carrera en la actuación?

Mis papás siempre me apoyaron con ese sueño, pero fui yo quien decidió que quería tener una carrera más formal, quizás por miedo. Así que empecé a estudiar Comunicación Social y un profesor, Nelson Martínez, quien era el productor general de CityTV, me llamó para presentar una audición. Después de un proceso muy largo, me lo gané. Ahí empecé a presentar y simultáneamente actuaba. Hasta qué finalmente me tocó decidirme y me fui por el periodismo, que me encantaba. Me especialicé en la Universidad de los Andes y, cuando terminé, me llamaron de W Radio, para hacer Mujeres W.

¿Qué batallas le gusta pelear?

La sororidad. Es una palabra que conocí ya grande, pero cuando la oí dije: “Ah, eso es lo que yo defiendo”. Tengo una frase que ha sido mi mantra de vida: “Si solas podemos, juntas somos invencibles”. Siempre he formado buenos equipos con mujeres: desde mi familia, que es muy matriarcal, hasta en el trabajo. Cuando formé parte de Mujeres W hice un equipo increíble con mujeres, con las que aún seguimos siendo grandes amigas. Y, hoy en día, en la agencia que lidero, las personas claves son mujeres.

Desde hace tres años dirige
El Conserje, una agencia de
mercadeo de opinión fundada por
su esposo, Juan Abel Gutiérrez,
hace diez años.

¿Qué la motiva?

Mi hija, por supuesto. Pero también el trabajo. Estoy aprendiendo a ser menos adicta a él. Pero, sin duda, hoy me motiva hacer empresa, generar empleo y ver que podemos generar un impacto real. En El Conserje tenemos un propósito muy concreto: trabajamos con empresas que estén enfocadas en los objetivos de desarrollo sostenible. Es decir, a mí me interesa que mis clientes ayuden a superar brechas de pobreza o de equidad o de educación; que verdaderamente impacten el mundo.

- Este artículo hace parte de la edición 191 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.

Adriana Restrepo

Periodista, productora y cofundadora de Relatto.