Los especialistas en el tema recomiendan correr para mejorar la salud mental. Algunos estudios sugieren que este ejercicio específico puede ser determinante en casos de depresión, ansiedad o estrés postraumático. ¿Por qué? ¿Qué sucede en nuestro cuerpo al correr?
César Sánchez comenzó a correr hace cinco años para escapar del dolor de una ruptura amorosa. “Al principio de mi tusa corrí por el desespero de querer hacer algo diferente que estar en mi casa sentado. La primera vez que lo hice tenía la frecuencia cardíaca altísima, casi en el cielo, y sentí que me iba a morir; y lo único en lo que pensaba era que debía estar tranquilo y disfrutar de ese momento. Mi punto más bajo fue estar parado en la novena con 92, en Bogotá, absolutamente destrozado y muerto de la fatiga. Yo era el gordito que ese día corría llorando por la calle”, dice con una sonrisa que delata su nueva situación.
Desde ese día César ha participado en cuarenta carreras en todo el mundo, incluida la Abbott World Marathon Major de Berlín, que está destinada para corredores experimentados. Y, sin embargo, reconoce que su mayor logro fue encontrar en el running una forma de alcanzar cierto nivel de tranquilidad. Antes su mente estaba enfocada en no morirse de la tristeza y el dolor, hoy corre porque sabe que efectivamente no se murió.
Su historia se repite con una frecuencia alarmante: correr les permite a cientos de personas cada día superar sus rupturas amorosas un paso a la vez. Y la realidad es que no solo sucede con ellas, sino con quienes tienen diagnósticos de depresión, ansiedad e incluso estrés postraumático, entre otras condiciones de salud mental. Parece ser que correr o el running ha ganado mayor popularidad entre ciertos círculos médicos en el mundo como herramienta terapéutica. Ya no es una sorpresa que los terapeutas recomienden a sus pacientes comer bien, tener contacto con la naturaleza y correr como actividad física, al punto de que se ha popularizado un meme en el que se ve a una persona corriendo mientras dice: “Comencé a correr para mejorar mi salud mental. Sigo deprimido, pero ahora soy rápido”.
Hace unos años fue polémica una tendencia promovida por ciertos terapeutas de Los Ángeles, en Estados Unidos, que consistía en hacer terapia mientras se corría. Una paciente atendida con este método explicaba “He aprendido a lo largo de décadas que correr es el mejor tipo de terapia. Siempre te sientes mejor después. Combinarlo con terapia de conversación real, como lo hace Saremi (mi terapeuta), parece una práctica tan obvia que me pregunté por qué nadie había pensado en ello”. La terapeuta de esta mujer argumentó entonces que para algunos de sus pacientes con trastorno de estrés postraumático o esquizofrenia era intolerable sentarse en una sala y hablar de sus sentimientos, mientras que correr les permitía participar del proceso desde otra dinámica.
En esa misma línea el periódico The Guardian publicó alguna vez un testimonio de una mujer con trastorno de estrés postraumático y depresión que encontró en este ejercicio una forma real de continuar viviendo su vida. “Además del poderoso efecto medicinal de estar rodeado de naturaleza, correr hace que la vida parezca más sencilla. Luchar contra una enfermedad como la mía es absolutamente debilitante todo el día, todos los días, año tras año. No hay respiro”, dice ella. “Además de esto, la depresión (y el dolor) pueden ser paralizantes: lentamente adormece el cerebro y envía el cuerpo a un estado que imagino parecido a la hibernación: un intento de alejarse del dolor. Salir a correr no solo me pone en movimiento físicamente, también saca mis pensamientos de la ecuación: lo único que tengo que hacer es seguir poniendo un pie delante del otro y respirar”.
La pregunta es, ¿por qué? ¿Qué sucede en el cuerpo al correr para generar cambios tan drásticos en el estado de ánimo de una persona? O, incluso: ¿En verdad hay una relación causal entre correr y la salud mental?, ¿una cosa sí afecta la otra?Hay una respuesta simple que en realidad no responde la pregunta. Es de conocimiento popular que el ejercicio trae beneficios físicos y mentales para una persona y que quienes practican cualquier tipo de actividad con cierta frecuencia tienen mejores posibilidades de alcanzar una vida larga y plena; esto es, de no padecer problemas cardíacos y respiratorios, que suelen estar asociados a causas de muerte temprana. O, en el caso de lo mental, algunas revisiones científicas han demostrado que el entrenamiento aeróbico mejora los síntomas asociados con depresión y ansiedad.
La clave para llegar a la respuesta está en aquello de mejorar. El ejercicio y, en este caso, correr, ayuda con ciertos síntomas, pero no es una solución definitiva. Un psiquiatra lo deja claro en un artículo publicado en El País de España: “"¿Hacer deporte es antidepresivo? En general se puede considerar que sí. ¿Cura la depresión o la previene? En absoluto”. Correr hace que la vida parezca más sencilla, como señala la mujer del testimonio citado más arriba, pero no la hace necesariamente más sencilla, es decir, no elimina los problemas inherentes a ciertas experiencias vitales: el dolor sigue, la tristeza permanece, la ansiedad volverá, el trauma no se resuelve. Pero hay un poco más de calma.
Para responder a la pregunta, el artículo de El País explica que lo que sucede en el cuerpo cuando se corre es que “el ejercicio activa la generación de neurotransmisores como la serotonina, que produce una sensación de bienestar, incluso de euforia, y eleva la confianza y la autoestima. También aumenta la segregación de endorfinas, un opioide natural que, aparte de hacernos sentir bien, tiene un efecto analgésico e induce un estado de relajación. Interviene además la dopamina, que está vinculada al placer y es responsable de engancharnos a la actividad deportiva”.
En otras palabras, durante el ejercicio el corazón bombea con más fuerza para llevar sangre oxigenada a los músculos y al cerebro, y durante ese proceso libera un conjunto de sustancias que cambia el estado de ánimo temporalmente. Sin embargo, la respuesta a nuestra pregunta no se queda allí. De hecho, el doctor en neurociencia de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, David Linden, señala que la sensación de bienestar al correr (la famosa “euforia del corredor”) rara vez se debe solo a la liberación de las endorfinas, pues son más los deportistas que reconocen nunca haberla sentido, o por lo menos en la misma medida en que sienten náuseas o simple agotamiento. El doctor Linden explica que la función principal de las endorfinas es que los músculos no sientan dolor y, por tanto, el famoso bienestar aparece por otros caminos misteriosos. El doctor señala dos.
El primero es que el bienestar podría deberse a los endocannabinoides, sustancias bioquímicas similares al cannabis producidas naturalmente por el cuerpo. Dice: “A diferencia de las endorfinas, los endocannabinoides pueden atravesar fácilmente la barrera celular que separa el torrente sanguíneo del cerebro, donde estos neuromoduladores que mejoran el estado de ánimo promueven efectos psicoactivos a corto plazo, como la reducción de la ansiedad y la sensación de calma”.
El segundo es que el ejercicio cardiovascular puede provocar el crecimiento de los vasos sanguíneos que nutren el cerebro y producir nuevas células cerebrales. Este par de procesos mejora el rendimiento cerebral, previene el deterioro cognitivo y, por ende, mejora la respuesta del cerebro ante el estrés físico y emocional.
Ahí está la respuesta. Adicionalmente, quienes corren con frecuencia señalan un aspecto extra menos estudiado e igual de determinante. Al correr, el corredor ocupa sus pensamientos en lo que está sucediendo en ese momento: su respiración, su pulso, el calor, sus pasos, la calle, el paisaje, la naturaleza, etc. Un rasgo común a quienes padecen algún tipo de diagnóstico mental es que no logran salir de su cabeza. La particularidad del running en comparación con otros ejercicios es que permite precisamente eso: salir de uno mismo para entrar en el mundo o, dicho de otro modo, permitir que uno se reconecte con el mundo de nuevo, al menos durante el tiempo que dure el entrenamiento, un paso a la vez.
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