¿Y si en lugar de temer envejecer, lo celebramos? En esta columna gráfica la autora explora cómo resignificar el envejecimiento y ver en él un camino hacia la autenticidad y la sabiduría.
1. Escuchamos tanto que envejecer es un problema, una suerte de castigo…
2. que cultivamos desde pequeños un miedo irracional a llegar a los 30, los 40, los 50.
3. ¿Cuál es exactamente el temor? A veces se nos olvida que somos humanos y no productos con una fecha de vencimiento.
4. Pero, si pensamos nuestra relación con el paso del tiempo desde una perspectiva menos fatalista, podemos comenzar a ver los rótulos sobre la edad apenas como indicadores de que estamos en etapas diferentes de la vida.
Que también están llenas de posibilidades…
5. Porque ser una señora, un señor, un adulto mayor puede significar que sabemos un poco mejor quiénes somos, qué queremos y cuáles son nuestros límites.
7. Y con los aprendizajes del camino recorrido, entendemos que lo bueno de la vida no se reduce a la intensidad de la adolescencia y que hay mucho terreno fértil en la vida adulta.
A otro ritmo, con otras prioridades.
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