El mal aliento suele deberse a la mala higiene bucal o a problemas orales. Mantener buenos hábitos ayuda a prevenirlo y combatirlo.
Todos sabemos que un chicle a tiempo puede salvar una interacción social, bien sea al saludarnos con alguien o durante una conversación en un espacio cerrado. Pero ¿qué pasa cuando ni una menta puede con el enemigo? A veces, detrás del mal aliento hay más que un almuerzo cargado de ajo.
La halitosis, más conocida como mal aliento, es un síntoma y no una afección en sí misma. Generalmente, está relacionada con una higiene bucal deficiente, pero también, aunque en menor medida, es señal de alguna enfermedad gastrointestinal. Si bien cerca del 10 % de los casos de halitosis tiene causas más serias, como el reflujo gastroesofágico (ERGE) o infecciones gástricas, la gran mayoría se debe a problemas orales, como la acumulación de bacterias o enfermedades periodontales.
La enfermedad periodontal es un problema crónico que afecta a muchas personas y es un factor importante detrás de la halitosis. La enfermedad periodontal más común es la gingivitis, también llamada periodontitis. Según la periodoncista Mónica Jaramillo, adscrita a Colsanitas, “esta enfermedad de la boca se genera por descomposición de bacterias que, sin buenos hábitos de higiene oral, producen mal olor”.
Entre las causas comunes del mal aliento también está el sangrado posterior a una cirugía bucal. Así lo explica el odontólogo Enrique Bernal, adscrito a Colsanitas: “El sangrado causa un olor característico a sangre. Esto sucede en procedimientos como la extracción de una muela, pero es temporal y, generalmente, desaparece en unos días”, comenta.
Otra causa habitual es la presencia de abscesos. “Un absceso genera la salida de pus de algún sitio en la cavidad oral, puede deberse a un problema de conductos o a un problema periodontal”, explica el odontólogo. El olor que se percibe en estos casos proviene de las bacterias que causan la infección.
“La halitosis, o mal aliento, es un síntoma y no una afección en sí misma. Está relacionada con una higiene bucal deficiente, pero también es señal de alguna enfermedad gastrointestinal”.
Bernal también explica que la placa bacteriana es lo que queda cuando no se hace una higiene adecuada y, con el tiempo, se empieza a endurecer y se forman los famosos cálculos dentales. Estos cálculos no solo se forman en los dientes, sino también debajo de las encías, lo que puede llevar a la pérdida de tejido de soporte. “Una vez que el hueso se va perdiendo, no se recupera”, advierte el especialista. Este proceso puede hacer que los dientes parezcan más largos, no porque hayan crecido, sino porque las encías se retraen y dejan expuestas las raíces.
Para prevenir la halitosis y problemas más serios, como la enfermedad periodontal, Bernal recomienda una higiene bucal completa, que incluya el uso de hilo dental y enjuague bucal. Aunque no hay un orden específico, sugiere comenzar “con la limpieza con aparatos hidráulicos (irrigadores dentales) para sacar restos de comida”, seguido del uso de hilo dental y el cepillado.
En cuanto a factores externos, existen diferentes mitos alrededor del mal aliento relacionados con el peso, la dieta y el consumo de chicles y mentas. Estos son algunos de los más comunes, que desmentimos de la mano de la periodoncista Mónica Jaramillo.
- El mal aliento se produce por comer alimentos fuertes (ajo, cebolla)
Falso. Si bien ciertos alimentos, como el ajo y la cebolla, pueden contribuir temporalmente al mal aliento, este puede deberse a diversas causas, como la acumulación de bacterias en la boca, problemas gástricos o, incluso, afecciones sistémicas.
- Comerse las uñas causa mal aliento
Falso. Esta práctica no está relacionada con las causas del mal aliento, pues las bacterias que se encuentran en las uñas no alcanzan a interferir en el olor de la boca. Lo que sí puede suceder, derivado de esta práctica, es un desgaste de los bordes de los dientes que a largo plazo puede afectar la mordida.
- La obesidad produce halitosis
Falso, parcialmente. Otras afecciones relacionadas con la obesidad pueden producir mal aliento, como el reflujo, pero esto no significa que la obesidad sea el origen del mal olor bucal.
- En la lengua se generan las bacterias que producen el mal aliento
Cierto, parcialmente. Es cierto que una mala higiene de este músculo puede provocar mal aliento; sin embargo, lo más común es que se deba a una mala higiene general de la boca, que incluye los dientes y todos los residuos de comida que pueden quedar allí. La higiene deficiente de la lengua a lo largo del tiempo puede provocar hongos, esto sucede generalmente en adultos mayores. Por su parte, los adolescentes, sobre todo aquellos con tratamientos de ortodoncia, pueden verse afectados por caries y mal olor bucal a raíz de su desgano a la hora de higienizar la boca, derivado del dolor y la incomodidad provocada por los brackets.
“Es normal que nos habituemos a nuestros propios olores, por eso, una buena manera de cuidarse del mal aliento es preguntar a una persona de confianza si nuestra boca emana un olor desagradable”.
- Beber mucha agua previene el mal aliento
Cierto, parcialmente. Mantenerse hidratado es importante porque la saliva ayuda a limpiar la boca de bacterias y partículas de comida. Cuando la boca se seca, como ocurre al despertar o tras períodos prolongados sin beber agua, es más probable que las bacterias causen mal olor. Esto no significa que beber mucha agua pueda prevenir la halitosis cuando esta es producida por causas más severas, como la enfermedad periodontal.
- Comer chicle frecuentemente evita el mal olor bucal
Cierto, parcialmente. El chicle sin azúcar estimula las glándulas salivales y ayuda a mantener la boca fresca, pero, así como en el caso de la hidratación, el chicle no tiene la facultad de contrarrestar el efecto de problemas dentales o gastrointestinales.
- La lengua se debe limpiar con herramientas especiales
Falso. Aunque no está mal utilizar herramientas suaves y adecuadas para limpiar la lengua, como la parte posterior de algunos cepillos de dientes, con las cerdas comunes del cepillo es suficiente, pues la lengua se limpia con facilidad. Lo importante es hacerlo después de cada comida y no permitir que se acumule placa bacteriana.
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