Además del trastorno depresivo mayor, existen otras formas de depresión que se clasifican por su intensidad, síntomas y factores biológicos.
Solemos relacionar la depresión con personas desesperanzadas e incapaces de llevar una vida normal, pero en realidad es una enfermedad mental que abarca un amplio espectro y que puede estar relacionada con diversos síntomas y grados de intensidad, lo que dificulta su detección y, por lo tanto, origina una tendencia a menospreciar factores de riesgo que pueden perjudicar la salud mental y la calidad de vida.
Consultamos con Rosana Gluck y Rodrigo Muñoz, psiquiatras adscritos a Colsanitas, quienes nos dieron luces acerca de las diferentes formas en las que se puede manifestar un trastorno depresivo.
Leve pero crónica
La distimia, también llamada trastorno depresivo persistente, es uno de los trastornos depresivos más comunes y se presenta, al igual que el trastorno depresivo mayor o depresión clínica, con un estado de ánimo decaído durante gran parte del día y en general, con baja autoestima y una sensación profunda de desesperanza.
La diferencia entre la distimia y la depresión clínica radica, dice el doctor Muñoz, en que “los síntomas físicos clásicos como alteraciones del sueño y del apetito no son tan evidentes. Además, no se considera incapacitante como sucede con el trastorno depresivo mayor, lo que significa que el paciente puede realizar tareas cotidianas”. Sin embargo, la distimia puede causar gran malestar, lo que deteriora las relaciones sociales, el entorno laboral y otras áreas importantes de su vida.
Para la doctora Gluck, “la distimia es como un zumbido. El ruido es bajo, pero persiste durante mucho tiempo. Es un desgano y una falta de energía”. Y aunque a veces puede aumentar hasta llegar al nivel de un trastorno depresivo mayor (lo que se conoce como una depresión doble), también puede ser casi imperceptible.
Generalmente, la distimia se diagnostica después de un periodo de dos años, que puede ser intermitente o no, en el que se experimentan síntomas depresivos leves; y aunque el uso de medicamentos para el tratamiento es menos común que en otros trastornos del mismo tipo, no se debe descartar como refuerzo a la terapia. “Lo usual es que se empiece con psicoterapia para hacer una evaluación inicial, y dependiendo del proceso que lleve, es posible recetar antidepresivos”. Señala Muñoz.
Si bien el origen preciso de la distimia es desconocido, como pasa con la mayoría de las enfermedades mentales, sí es posible, desde la psiquiatría, asociarla con algunos factores, por ejemplo, con situaciones negativas, “en la mayoría de los casos, el paciente posee una vida con elementos negativos que acaban de ocurrir o vienen ocurriendo desde hace tiempo”, dice Muñoz. Por el contrario, la depresión mayor tiene un fuerte componente endógeno, es decir, asociado a la genética y a alteraciones hormonales y neuronales en el cerebro.
El espectro depresivo
Dentro del estudio de las enfermedades mentales existen dos manuales de diagnósticos a nivel internacional: El DSM, publicado por la Asociación Estadounidense de psiquiatría, y el CIE10, publicado por la OMS, que no solo incluye afecciones vinculadas a la mente, sino también todas las enfermedades y problemas relacionados con la salud. “Debido a que no se puede sacar valores a las enfermedades mentales como sucedería por ejemplo con la hipertensión, una codificación de diagnósticos se vuelve necesaria para que los profesionales de la salud podamos hablar el mismo idioma”, señala Gluck, y añade, “no obstante, un diagnóstico nunca puede ser basado solo en la lectura del manual. Al contrario, es el especialista quien debe analizar los antecedentes y la evolución del paciente con el fin de dar el mejor dictamen”.
Cuando las personas experimentan malestar, es importante buscar ayuda profesional. Otra razón para acudir a consulta también pueden ser las emociones negativas frecuentes y tener problemas para dormir o dificultades para realizar tareas con las que no se tenía inconvenientes. “En pocas palabras, cualquier síntoma, por pequeño que sea, es motivo de consulta. Hay que evitar el autodiagnóstico”, dice Gluck.
Además de la distimia, estas son algunas de los trastornos más comunes del espectro depresivo.
Trastorno mixto ansioso depresivo
Se caracteriza por la manifestación de síntomas tanto de la depresión como de la ansiedad, sin que alguno de los dos diagnósticos pueda considerarse dominante. En promedio, el paciente deberá revelar un estado de ánimo bajo, melancolía (dentro del lenguaje clínico se entiende como pérdida de interés) y anhedonia (como se conoce a la incapacidad para experimentar placer). Estos síntomas deberán estar combinados con episodios de angustia excesiva, tensión, irritabilidad y preocupación irracional.
Cabe mencionar que la depresión puede ir asociada o derivada de otras enfermedades mentales como el trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) El trastorno por déficit de atención por hiperactividad (TDAH) o la esquizofrenia.
Trastorno disfórico premenstrual
Según el DSM, el trastorno disfórico premenstrual es una enfermedad que vincula los altibajos hormonales que se viven durante, antes, y después de la menstruación con cambios de humor repentinos, alta irritabilidad o fuertes sentimientos de desesperanza y profundo autodesprecio. Con frecuencia, estos síntomas interfieren en el trabajo, la escuela, las actividades sociales habituales o la relación con otras personas.
Trastorno de desregulación destructiva del estado de ánimo
Se presenta en niños y adolescentes, quienes experimentan episodios fuertes de ira que se manifiestan tanto verbalmente como en el comportamiento, llegando a agredir a otras personas. Se diferencia de una simple molestia o rabieta porque la cólera expresada es desproporcionada al evento desencadenante, se produce más de tres veces por semana, y en general no concuerda con el nivel de desarrollo del paciente.
Depresión inducida por sustancias o medicamentos
Aunque sus síntomas se vinculan directamente con sustancias psicoactivas (entre ellas el alcohol) y determinados medicamentos (ansiolíticos, antipsicóticos, antihipertensivos, entre otros), sus efectos también pueden presentarse mucho tiempo después de empezar a consumirlos o dejarlos. En ese sentido, un profesional de la salud mental tendrá que determinar si el paciente presenta episodios depresivos en los que utiliza la sustancia o si la depresión es producto del consumo.
Depresión estacional
Se conoce como trastorno afectivo estacional a un tipo de depresión que se manifiesta en fechas específicas relacionadas con el clima. Es más común en países con estaciones en las temporadas de invierno y otoño, pero también puede producirse en lugares cercanos al trópico. Aunque puede estar relacionada con factores emocionales y sociales que provienen de dichas fechas, se ha encontrado también que los pacientes que sufren este trastorno pueden tener un desequilibrio en la hormona serotonina, que interviene en el estado de ánimo y es estimulada por la luz solar. Por esta razón, la fototerapia en combinación con medicamentos y psicoterapia son los tratamientos más comunes para este trastorno.
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