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Construir relaciones

Construir relaciones: herramientas para establecer vínculos saludables

Ilustración
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¿Cómo construir relaciones saludables y duraderas? Aquí las claves esenciales para cultivar vínculos que promuevan el crecimiento personal y la armonía.

Las relaciones interpersonales juegan un papel fundamental para nuestro bienestar emocional y mental.  Tener una relación saludable implica más que una conexión con otra persona; también significa mantener una relación sana con uno mismo. Constanza González, psicóloga y directora de Fundación Keralty, afirma: “una relación no es una meta, es un camino para aprender a conocerse y conocer a la otra persona. Es un espejo en el que nos vemos con autenticidad y curiosidad”.

Aunque ninguna persona es perfecta ni completamente saludable en todo momento, es importante no definir a alguien de manera negativa como tóxico. “Nadie es tóxico por naturaleza. La persona puede estar confundida, tener necesidades específicas o temas por resolver consigo misma”, explica González. Sin embargo, es fundamental establecer y reconocer señales nocivas en una relación, como el irrespeto y la manipulación, que generan desconfianza, inseguridad y estrés. En estos casos es recomendable buscar apoyo profesional, ya sea a nivel personal, familiar o de pareja.

Construir una relación saludable proporciona placer y calma, y construye progresivamente un espacio de sanación en el que se pueden abordar heridas y patrones de comportamiento que están presentes en la vida cotidiana. 

Junto con la psicóloga González, reunimos algunas bases que pueden fortalecer el vínculo desde el amor.

El autoconocimiento para las relaciones con los demás

La relación que tengamos con nosotros mismos define cómo interactuamos en nuestras relaciones con los demás. Antes de poder establecer una conexión con otra persona, es crucial ser conscientes de nuestras propias necesidades, emociones y límites. El proceso de autoconocimiento implica cultivar el amor propio, entender qué significa el amor para nosotros y cómo queremos recibirlo y expresarlo. Como lo explica la psicóloga clínica Marina Mammoliti en el podcast Psicología al desnudo: “si nos odiamos a nosotros mismos, es imposible construir un vínculo sano con otra persona [...] El camino inicia con responsabilizarnos de nuestra propia felicidad, sin esperar que otros la proporcionen”. Al reconocer nuestro valor, somos más conscientes de las cualidades que podemos aportar a nuestra relación.

Conocer al otro: la importancia de la compatibilidad

En el proceso de construir una relación, es esencial adentrarnos en el mundo interno de la otra persona. A través de la confianza, el respeto y la comprensión, podemos descubrir cómo piensa, actúa, qué le gusta y cuáles son sus límites. Cada uno de nosotros tiene formas únicas de ser y de percibir el mundo, por lo que, según Constanza González, “se trata de maravillarse tanto de lo bonito como de lo que no lo es tanto, en el otro y en uno mismo.”

Además, conocer al otro nos permite evaluar si nuestras prioridades y valores están alineados. Esto es clave para determinar si ambas personas comparten creencias y aspectos fundamentales que le dan sentido a sus vidas.

La comunicación es la raíz de cualquier relación

La comunicación tanto verbal como no verbal es la forma más natural y eficaz para crear una relación; sin esta el vínculo no existe. Cuando nacemos la primera manera de expresarnos es a través de gestos y balbuceos. Con los años, el contacto visual, el lenguaje corporal o incluso gestos como rodar los ojos o encoger los hombros pueden comunicar más de lo que creemos. Por eso, es importante ser conscientes de cómo usamos nuestro cuerpo para transmitir mensajes.

Por otro lado, el habla es fundamental para identificar y expresar nuestras emociones, permitiendo que el otro las comprenda. La comunicación honesta, empática y confiable fortalece cualquier relación, ya que, aunque nuestra el otro nos conozca bien, no puede adivinar cómo nos sentimos. Una comunicación asertiva facilita la resolución de conflictos, ayudando a que las relaciones se fortalezcan tras las crisis. Según la psicóloga Mammoliti, “el límite en una discusión es el dolor del otro. Si queremos construir una relación saludable, debemos recordar que nos importa la felicidad y bienestar de nuestra pareja”.

Además, es esencial encontrar el momento y contexto adecuado para tener conversaciones difíciles. Tomar distancia y esperar a que las emociones se calmen puede ayudarnos a ser más asertivos y evitar herir a la otra persona.

Conecta con los demás desde la vulnerabilidad y la autenticidad

La vulnerabilidad abre la puerta a una comunicación más profunda y auténtica, en la que podemos expresar nuestras emociones, miedos y deseos sin temor al juicio. Esta honestidad fomenta la confianza mutua y permite que ambas personas se sientan vistas y comprendidas en su totalidad. 

“Si yo no tengo la disposición para verme auténticamente en la relación, va a ser muy difícil que funcione. Hay muchas cosas que no nos damos cuenta de que tenemos dentro hasta que las conocemos al estar con alguien, y eso también lleva consigo responsabilidad. Necesitamos ser amables con nosotros mismos y con esa persona”, dice González.

Al enfrentar nuestras debilidades y compartirlas con alguien más cultivamos una relación más resiliente, capaz de superar desafíos y crecer juntos. Ser auténticos y vulnerables nos conecta con nuestra propia humanidad y la del otro, y crea un espacio seguro donde ambos pueden florecer.

Mantén el equilibrio con el otro, un espacio seguro para ambos

Las relaciones saludables se construyen en un espacio seguro para ambas partes, en el que cada persona reconoce su responsabilidad y control tanto sobre su propio bienestar como el del otro. Este espacio seguro incluye la validación de emociones y opiniones, y garantiza que ambos tengan voz y voto en las decisiones importantes. 

El equilibrio en la relación también implica que ambos participen activamente en su construcción: que aporten desde sus capacidades para el bienestar compartido y se elijan libremente para estar juntos; esto fortalece el vínculo y asegura que ambos contribuyan al crecimiento mutuo.

Proyección: construir juntos sin perder la individualidad

Tener un horizonte a futuro ayuda a mantener la ilusión y la motivación en una relación, y los proyectos conjuntos e individuales son una oportunidad de conocimiento de las dinámicas propias que tengamos para llevar a cabo algo.  En palabras de la psicóloga Constanza González: “cada pareja es única y funciona diferente; hay parejas que funcionan, por ejemplo, no conviviendo. Lo que para otros sería impensable”. 

Los proyectos individuales, como hobbies, metas profesionales o planes personales, permiten que cada persona conserve su identidad y autonomía, lo que refuerza la independencia emocional y evita la sensación de dependencia total del otro. Por su lado, los proyectos compartidos, como planificar viajes, construir un hogar o definir metas comunes, brindan una dirección conjunta que fortalece la conexión emocional. Equilibrar ambos tipos de proyectos hace que cada persona crezca individualmente mientras la relación también evoluciona, la clave es construir juntos sin perder de vista las necesidades y deseos personales.