Estos microscópicos insectos viven con nosotros. ¿Son tan dañinos como parece? Resolvemos dudas de la mano de una alergóloga.
Los ácaros, diminutos arácnidos, son responsables de desencadenar diversas reacciones alérgicas en algunas personas. Gracias a su capacidad para adaptarse a diversos entornos pueden encontrarse tanto en medios marinos como terrestres e, incluso, habitar en lugares como la cama, nuestros poros y los folículos del cabello.
Ácaros domésticos
De las 50.000 especies descritas hasta ahora, los ácaros del polvo, Dermatophagoide farinae, Dermatophagoides pteronyssinus y Blomia tropicalis, han encontrado su hábitat cerca de nuestra piel para alimentarse del sebo que segrega y de las células muertas que se desprenden de ella. Por eso, uno de los lugares donde más se aglomeran es la cama, en la que pasamos un tercio de nuestras vidas y en la que los residuos de piel y caspa se acumulan en almohadas y colchones. Además, proliferan también en alfombras, cortinas y cojines.
Su tamaño diminuto, cercano a los 0.2 milímetros, los hace invisibles a simple vista y solo pueden ser observados a través de un microscopio. Son tan pequeños que caben hasta veinte en la punta de un alfiler. Podrían considerarse inofensivos, pero, al descomponerse, ya sea por bajas en la temperatura o porque acumulan mucho alimento, de manera similar a una explosión, liberarán distintas proteínas que pueden provocar respuestas alérgicas en los ojos, las vías respiratorias y la piel.
¿Todos somos alérgicos a los ácaros?
La alergia, según la doctora María Victoria Moreno, alergóloga de Colsanitas, no se limita a síntomas cutáneos o congestión, sino que representa un desajuste en el sistema inmunológico con procesos inflamatorios crónicos en los órganos de defensa: los ojos, la nariz, los sistemas respiratorio y gastrointestinal y la piel. La saliva, la orina, los pelos de las mascotas, los ácaros, el polen, la penicilina o los alimentos son estímulos que se convierten en alérgenos entre muchas personas.
Como alérgenos, los ácaros tienen mayor impacto en el sistema respiratorio con respuestas patológicas como la rinitis alérgica, manifestándose en congestión nasal, estornudos, secreción nasal y picazón en la nariz. También pueden provocar asma alérgica. En pacientes con dermatitis atópica, la piel comprometida por la condición se verá afectada.
Otra reacción alérgica a estos insectos es la conjuntivitis alérgica, que suele pasar desapercibida, pues se manifiesta comúnmente cuando los niños se frotan excesivamente los ojos, lo que, tanto las familias como los médicos, tienden a asociarlo erróneamente con una costumbre. Por esta razón, la especialista enfatiza en la importancia de programar una visita anual al oftalmólogo, pues al no recibir el tratamiento adecuado, la condición tiene el potencial de causar daño a la córnea y generar complicaciones como úlceras corneales o queratocono.
Según la revista Biomédica, el tratamiento con inmunoterapia puede durar entre tres y cinco años y permite mantener bajo control los síntomas hasta 15 años después de finalizarlo.
La inmunoterapia: una herramienta para vivir mejor
Después de diagnosticar e identificar los desencadenantes alérgicos de una persona, el tratamiento se compone de cuatro estrategias: la información proporcionada al paciente para que comprenda su proceso y tome medidas de autocuidado, la limpieza del hogar, los medicamentos que controlan los síntomas y la inmunoterapia.
Esta última puede alterar la historia natural de la enfermedad por medio de vacunas antialérgicas. "Influimos el sistema inmune con una pequeña cantidad del alérgeno para cambiar la respuesta del organismo. Con el ácaro, le decimos: aprenda a conocerlo, a tolerarlo, y así disminuirán los síntomas", explica la doctora Moreno. Este enfoque resulta efectivo también en personas que conviven con mascotas, aun cuando son alérgicas a ellas.
Algunas recomendaciones
Aunque no se puede eliminar por completo la presencia de ácaros, estas sugerencias de la doctora Moreno pueden reducir su impacto:
- No caiga en la promesa de los colchones antiácaros. Según Moreno, la necesidad de usar estos colchones de látex o espuma con memoria o cambiar los colchones cada cinco años para prevenir su proliferación son estrategias comerciales que no están respaldadas por alergólogos o asociaciones de alergia. En lugar de deshacerse de los colchones, la limpieza y el uso de protectores pueden reducir la población de ácaros.
- Fumigue su colchón y almohada con acaricidas. Estos productos están diseñados para controlar los ácaros sin causar un daño significativo a otros seres vivos o al medio ambiente. Puede encontrarlos en pesentación de aerosoles o líquidos. Su aplicación requiere la manipulación segura y la ventilación del área para eliminar cualquier residuo químico.
- Mantenga una rutina de limpieza general en su hogar. Barrer, cambiar y lavar las sábanas con frecuencia, sacudir las cobijas y dejar ventilar la cama antes de tenderla son estrategias útiles. Si cuenta con una aspiradora, puede aspirar el colchón y la almohada con regularidad, especialmente en las costuras.
Con información de la Asociación Colombiana de Alergias, Asma e Inmunologías, la revista Elsevier y la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
- Este artículo hace parte de la edición 191 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.
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