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enfermedades del corazón

La Ruta del Corazón: una carrera vital contra el tiempo

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La Unidad Cardiovascular de Alto Desempeño de la Clínica Iberoamérica de Colsanitas ha implementado un protocolo para atender de manera eficiente las emergencias cardiovasculares, principal causa de mortalidad en el mundo. Pacientes y especialistas recorren esta ruta de vida.

o estaba durmiendo tranquilo y me empecé a sentir mal. Fui al baño y me quedé ahí. Empecé a sudar frío, no podía respirar. Sentí un dolor en la espalda, del lado izquierdo, y en ese momento tuve que despertar a mi esposa. Fue casi imposible vestirme y salir de casa, pero logramos pedir un taxi e irnos. Eso comenzó a las dos de la mañana y a las cuatro ya estábamos entrando a urgencias. Una enfermera me dio ingreso de manera inmediata. Y afortunadamente todo el personal corrió al escuchar mi dolor. Me salvaron la vida.

Pedro D. recuerda esa madrugada de febrero de 2024, en Barranquilla, con la precisión de los detalles fijados en la memoria por el dolor físico del infarto y por la angustia de sentir que se le iba la vida. Un año después, su relato de aquellas horas revela un tránsito del miedo al autocuidado y de la ansiedad al agradecimiento. No solo reconoce la buena fortuna de vivir a solo doscientos metros de la Clínica Iberoamérica sino, especialmente, de haber sido atendido por un equipo de profesionales conscientes de que en temas cardiovasculares cada segundo cuenta. Para ello han diseñado la Ruta del Corazón: una serie de protocolos que busca agilizar esta carrera de la vida contra el tiempo.

De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo. Según las estimaciones, estas cobran cada año 17,9 millones de vidas. En particular, la cardiopatía isquémica es responsable del 16% de las muertes en el mundo. Colombia no es la excepción, según el Instituto Nacional de Salud, la enfermedad cardiovascular también es la principal causa de mortalidad en el país.

Clínica Iberoamérica de Colsanitas

La ruta, paso a paso

El diseño de la Ruta del Corazón parte de la identificación de las enfermedades con mayor prevalencia. “En primer lugar está la enfermedad isquémica cardíaca, cuya manifestación más temible y mortal es el infarto al miocardio; también están la falla cardíaca; la fibrilación auricular, que es una arritmia cardíaca muy prevalente; el tromboembolismo pulmonar, que es una obstrucción de las arterias por un coágulo que se desprende de los pulmones; y la hipertensión arterial. Escogimos esas cinco patologías teniendo en cuenta las estadísticas regionales, y trazamos una ruta de atención para cada una de ellas”, afirma Alfonso Muñoz, coordinador de la Unidad Cardiovascular de Alto Desempeño (UCAD) de la Clínica Iberoamérica.

Ingresé a urgencias desesperado. Les decía, “no me dejen solo, abran la sala de resucitación, estén listos”. La enfermera y el médico me tranquilizaron, me tomaron las imágenes diagnósticas y una hora después ya estaba en cuidados intensivos. El intensivista llamó al cardiólogo Celín Malkún. Me pasaron a hemodinamia y a las siete de la mañana estaba iniciando el cateterismo. Descansé del dolor, descansé de todas mis angustias.

Como ocurrió en el caso de Pedro D., la principal manifestación del infarto al miocardio es el dolor torácico. La intensidad de este síntoma lleva a que prácticamente todos estos pacientes ingresen por urgencias. El protocolo de la Ruta del Corazón indica que en los primeros 10 minutos de su ingreso el paciente debe tener un electrocardiograma interpretado por uno de los especialistas del equipo, el primero es el internista. 

“En ese momento entramos los clínicos, que trabajamos en cardiología 24 horas. De ahí, dependiendo del tipo de impacto, se define si es necesario trasladarlo a hemodinamia para desobstruir mecánicamente la placa de grasa de la arteria con un cateterismo, un procedimiento que dura entre 20 y 30 minutos, o si el caso requiere pasar a cirugía. Esta ruta integral permite que ganemos tiempo: el tiempo en el corazón es vida, este músculo se puede deteriorar gravemente en las primeras 10 horas”, afirma Muñoz.

La Unidad Cardiovascular de Alto Desempeño es una de las áreas más reconocidas de la Iberoamérica. Milciades Castillo, el gerente de esta clínica, que en 2024 cumplió diez años prestando sus servicios a pacientes de Barranquilla y de todo el Caribe colombiano, subraya que “la tasa de mortalidad global en casos de infarto al miocardio es casi del 3%, incluyendo los casos complejos. Con pacientes no complicados, la tasa de mortalidad de nuestra clínica es menor al 1%. Tenemos resultados comparables con grandes centros especializados a pesar de llevar mucho menos tiempo. Gracias a ello, en diciembre de 2024 la Fundación Europea para la Gestión de Calidad dio a la unidad la acreditación de Alto Desempeño por la excelencia en los procesos y por los resultados obtenidos”. 

La de Pedro D. es una de las muchas historias que nos recuerdan que los nombres y rostros de las vidas salvadas están más allá de las estadísticas: 

La calidad de vida implica cuidarme, ser muy consciente de la deficiencia que tengo, y estar muy en contacto con la clínica, que ha sido para mí una salvación. El control cada dos meses es muy importante, porque te evalúan tus indicadores de glicemias, de lípidos, cómo estás realmente por dentro. Esto sin contar que hacen el ecocardiograma cada dos o tres meses y miden cómo ha sido la recuperación de tu corazón.

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Prevención y atención holística

Las emergencias cardiovasculares nos confrontan con el tiempo de manera presurosa, pero en muchos casos las medidas de prevención y el tratamiento integral pueden anticiparse a ese momento en el cual el ritmo del corazón pierde su carácter poético y se transforma en una alerta dolorosa que no da espera. 

Érika Martínez es la directora del Programa de Falla Cardíaca de la Clínica Iberoamérica. Su equipo no solo responde a las emergencias a través de los pasos trazados por la Ruta del Corazón, también lidera un trabajo interdisciplinario que participa integralmente desde la prevención hasta la rehabilitación. “Intervenimos desde la misma consulta externa, hacemos alfabetización, prevención y promoción para disminuir las tasas creando conciencia en nuestros pacientes. Esto involucra la nutrición, la actividad física y la asistencia psicológica para tratar la dimensión emocional. Vivimos en una etapa de vicisitudes y de cambios que genera demasiado estrés y que viene afectando aún más la salud cardiovascular. Por eso intentamos no solamente tratar al paciente con medicamentos o con procedimientos, sino que lo hacemos de una forma holística para obtener los mejores resultados”, afirma la doctora Martínez.

Luis Eduardo G. tiene 85 años. María Teresa, una de sus hijas es su compañera inseparable y ha sido su cuidadora desde los días en los que el diagnóstico de su padre no era claro, aunque no podía caminar, no podía estar acostado sin sentirse ahogado y dependía de una bala de oxígeno de manera casi permanente. 

Yo siempre he sido hipertenso, pero no sabía. Fue hace apenas dos años que me descubrieron la falla cardiaca. Una noche me desperté y sentí que me estaba ahogando. Entonces comencé a ir a un cardiólogo y a otro, y de una hospitalización a otra. En una de esas vine a dar acá a la Clínica Iberoamérica, con la doctora Erika.

El primer ingreso de Luis Eduardo a la clínica fue por un infarto. Fue intervenido con un cateterismo y dado de alta. Seis meses después regresó acompañado por su hija en busca de un tratamiento que diera solución al recurrente ciclo de infartos y hospitalizaciones que había vivido el año anterior. El diagnóstico de la doctora Martínez es que este paciente padece una insuficiencia cardíaca de origen isquémico. Algunas de las principales causas de esta enfermedad, una de las afecciones cardiovasculares más frecuentes y por ello incluida en los protocolos de la Ruta del Corazón, son las dislipidemias (niveles alterados de lípidos en la sangre), la enfermedad coronaria o causas hipertensivas, como en su caso.

Clínica Iberoamérica de Colsanitas
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Para Luis Eduardo, ingeniero químico, empresario, jugador de golf, intensamente activo y con una vida social que él mismo describe como “maravillosa”, los síntomas de la enfermedad supusieron una incapacitante transformación en los hábitos que conservaba a pesar de su avanzada edad. “Un tema clave con este tipo de pacientes es la necesidad de cambiar los hábitos.  Algunos tienen que dejar la comida alta en grasa, otros el consumo de alcohol o la inactividad y eso genera resistencia”, afirma Erika Martínez.  

En el caso de este paciente no fue fácil dar ese paso. Sin embargo, el agravamiento de los síntomas, el apoyo de la familia y la cercanía con el equipo de profesionales contribuyó a establecer una relación de confianza que hizo posible aceptar los cambios, por parte del paciente, y llevar a cabo una intervención integral, por parte del programa. Según la doctora Martínez: “los resultados que estamos viendo hoy en día se deben a la gran sinergia que tenemos como equipo. No trabajamos de forma aislada, somos un grupo que trabaja junto al paciente. Las decisiones no son tomadas por un especialista, sino por una junta médica; no es un solo ecocardiografista, sino un grupo de ecocardiografistas, al igual que un grupo de cardiólogos clínicos, de hemodinamistas y de cirujanos cardiovasculares”. 

Mi papá vivía hospitalizado, iba de una clínica a otra. Y no nos daban una solución. Cuando llegamos aquí el cambio fue inmediato, le hicieron de todo: descubrieron que tenía anemia, le hicieron transfusión de sangre y le pusieron hierro; le hicieron una colonoscopia, una endoscopia y también una punción porque tenía líquido en los pulmones. Le evaluaron todos los sistemas e iniciamos las etapas del programa, en el que ya llevamos un año. A pesar de su edad y de que tiene el corazón bastante deteriorado, ahora camina y duerme todas las noches. 

Además del riguroso tratamiento médico, de la disciplina con los controles y de la rehabilitación con ejercicios cardiovasculares, María Teresa, hija y cuidadora del paciente, resalta la importancia de la dimensión emocional y el aspecto humano en este proceso: “ese calor humano, ese apoyo, esa mano, eso hace la diferencia para uno como paciente y como familiar”.

Este artículo hace parte de la edición 198 de nuestra revista impresa.
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