El colecho, la práctica de compartir la cama con los hijos, refuerza el vínculo afectivo y facilita el cuidado nocturno. Sin embargo, llega un momento en el que es necesario fomentar su autonomía y ayudarles a dormir de manera independiente. ¿Cuáles son los beneficios y riesgos del colecho? ¿Cómo hacer la transición sin generar ansiedad en los niños?
Con el primer llanto de un recién nacido, los padres no solo abrazan a su hijo por primera vez, sino que también se sumergen en una vida que nunca volverá a ser la misma. La crianza se convierte, desde ese instante, en un viaje lleno de aprendizajes, un camino en el que la incertidumbre se entrelaza con momentos inolvidables.

En Colombia, es común que durante los primeros años de vida los padres compartan la cama con su bebé, una práctica conocida como colecho. Este hábito fortalece los lazos familiares y ofrece múltiples beneficios, pero también puede convertirse en un desafío cuando llega el momento de la transición hacia el sueño independiente.
Según Alejandra García, pediatra adscrita a Colsanitas, cuando los padres comparten la cama con el bebé se crea un entorno en el que ellos se sienten más seguros y atentos al bienestar de su hijo. “Pueden estar pendientes de su respiración, asegurarse de que duerma boca arriba y evitar objetos que puedan obstruir sus vías respiratorias”, explica. Además, esta cercanía permite que los papás respondan rápidamente a necesidades como el llanto o la alimentación nocturna, aspectos clave en los primeros meses de vida.
Otro beneficio es la regulación térmica. Para la doctora García, el colecho permite que “se conserve el calor del recién nacido y que no haya necesidad de sobreabrigarlo, ya que la superficie corporal está distribuida diferente y la pérdida de calor es más sensible”. Sin embargo, advierte que este mismo calor puede volverse un riesgo si no se controla adecuadamente, ya que el exceso podría provocar sudoración excesiva y afectar el peso del bebé.
A estos riesgos se suman la posibilidad de que, debido al cansancio o a movimientos involuntarios, los padres interfieran con la respiración del bebé. La doctora García advierte que “si un papá se siente más relajado después de los primeros días de colecho, podría disminuir el espacio destinado al lactante, lo que podría afectar su respiración", explica la especialista. Para evitarlo, recomienda la opción de una cuna adosada a la cama de los padres. Otros peligros incluyen caídas accidentales o que el niño termine en áreas inseguras por desplazamientos durante el sueño.
Un colecho seguro
Si los padres deciden compartir la cama con su bebé, es fundamental que tomen medidas para garantizar su bienestar. La doctora García enfatiza la importancia de que el bebé duerma boca arriba, en una superficie firme y lejos de bordes peligrosos. También recomienda supervisarlo cada cuatro horas, asegurándose de que respire con normalidad y esté bien posicionado. La habitación debe estar bien ventilada y libre de objetos que puedan obstruir su respiración.
A nivel emocional, el colecho proporciona al menor un entorno afectuoso y seguro desde los primeros días de vida. “Parte fundamental del desarrollo infantil es el amor, el vínculo y los cuidados que recibe. Sentirse querido y protegido es clave para su bienestar psicológico y social”, explica la pediatra.

¿Cuándo es el momento de dormir solos?
No hay una respuesta única para todos los bebés. La transición a dormir de manera independiente depende del desarrollo del niño y de la dinámica familiar. “Debe darse cuando los padres se sientan seguros y cuando el neurodesarrollo del bebé le permita estar más alerta”, señala la doctora García. Es importante que el bebé haya madurado completamente su respiración y deglución, y que pueda manifestar cualquier incomodidad mediante el llanto.
La especialista recomienda que esta transición no debería extenderse más allá del primer año, ya que las hormonas de los adultos pueden interferir en el crecimiento del bebé. Además, prolongar el colecho podría afectar la relación de pareja, al reducir el espacio personal y la intimidad.
La transición del bebé a su nuevo espacio debe ser progresivo, generando asociaciones positivas con su nuevo espacio. “Es útil acostumbrarlo a su cuna durante el día, mientras juega o interactúa con otras personas”, recomienda la especialista. Decorar su habitación con colores llamativos y objetos familiares también puede ayudar a que la perciba como un lugar seguro y acogedor.
Si el bebé se resiste a dormir solo, es importante identificar las razones detrás de su ansiedad. “Hay que evaluar si existe un sobreapego con los padres, si lo están sobreprotegiendo o si la transición se está manejando de forma brusca”, explica la doctora García. También es fundamental evitar métodos coercitivos como castigos o gritos, ya que estos pueden generar miedo y estrés.
La clave está en la paciencia y en transmitir seguridad. “Los niños perciben el miedo de sus padres, y eso se les contagia. Si los papás se sienten tranquilos y seguros, el bebé también lo estará”, concluye la especialista García



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