La tarea de depurar los espacios de la casa debería hacerse cada tres meses. Una experta en organización elaboró esta lista para hacer más sencilla la labor.
“Lili, todavía tengo ropa de mi época del colegio (me gradué hace 25 años), ¿qué hacemos con ella?”, me dijo una clienta recientemente. Le respondí con la premisa fundamental de mi trabajo como organizadora de espacios: hay que sacar lo que no usamos y lo que no nos hace sonreír para abrir espacio a las cosas que añadan valor a nuestra vida.
La pregunta de mi clienta es uno de los errores más comunes a la hora de organizar una casa: no desechamos nada. Nos llenamos de excusas para evadir ese rincón de la casa que sigue acumulando objetos: “Lo guardo por si lo necesito más tarde”, “Me da tristeza sacarlo; me lo regaló mi tía” o “Me costó mucho dinero, no lo puedo botar”. Al acumular objetos de manera automatizada vamos perdiendo el control de nuestros espacios y también la tranquilidad.
Normalmente escogemos un momento en el año para desechar aquello que ya no sirve. Sin embargo, este debería ser un hábito más frecuente, no sólo un ritual de fin de año; una actividad trimestral para que nuestros espacios tengan únicamente lo que en realidad es útil en el presente.
Esta es mi lista de las cosas a las que debe renunciar hoy mismo, dividida por espacios para que este proceso sea más simple.
- Del depósito o bodega: adornos de Navidad que estén rotos o no funcionen. Accesorios para paseos como carpas, bolsas de dormir, botas para la nieve o para escalar que no haya usado en los últimos dos años. Elementos de construcción como baldes de pintura o rodillos que estén dañados y tornillos, arandelas o tuercas que tiene almacenados y que no ha usado en los últimos cinco años.
- De la entrada de su casa: llaves incógnitas que no sabe a qué puerta pertenecen, correspondencia de domicilios o cupones de descuento, decoración rota o que ya no va con su estilo de vida, chaquetas o bolsos que están colgados hace más de seis meses y lapiceros que no funcionan. Y un extra: las guías telefónicas o directorios, si aún las conserva “por si acaso”.
- De la zona de lavandería: baldes duplicados o sin usar hace seis meses, envases con líquidos sospechosos y sin etiqueta, trapos rotos y ganchos dañados.
- Del baño: su cepillo de dientes, si tiene más de dos meses de uso; medicamentos vencidos; accesorios para el pelo que no usa hace más de seis meses y aparatos electrónicos dañados (si no los reparó en su momento, créame que ya no son prioridad).
- De la cocina: ollas y sartenes desgastados, vajilla desportillada, limpiones rotos y viejos; envases para almacenar comida que no tengan tapa o estén rotos o deteriorados (si no cierran herméticamente, ya perdieron su funcionalidad); electrodomésticos que no usa hace seis meses; tablas de picar en mal estado; alimentos vencidos y pocillos corporativos que no utiliza.
- Del closet: pantalones que no son de su talla actual; camisas o sacos rotos; medias y ropa interior vieja o deteriorada; zapatos que no se pone hace seis meses, que estén rotos o viejos; ropa regalada que nunca le gustó; accesorios que ya no van con su personalidad; ropa de hacer ejercicio que ya no le gusta, pero la tiene “por si acaso”.
¿Qué hacer con lo que desechamos?
Algunas personas no se deshacen de sus objetos porque sencillamente no saben a dónde llevarlos y, como consideran que este proceso logístico es muy complejo, prefieren dejarlos donde están. Entre las opciones que siempre menciono están las siguientes.
- Regalar: una persona cercana puede disfrutar de ese objeto más que nosotros, pero ese regalo debe darse con responsabilidad, pues hay quienes lo aceptan como si fuera una obligación. Hay que analizar a quién le damos las cosas para que realmente sean recibidas con cariño y se conviertan en un accesorio útil para el nuevo hogar.
- Donar: hay muchas fundaciones a las que estos objetos les resultan muy convenientes. Revise las fundaciones de su ciudad. Muchas, incluso, ofrecen la posibilidad de recoger las donaciones en su casa; así la logística no será tediosa para usted y todos ganarán. Yo recomiendo www.recogemostususados.com, donde se encargan de la logística para recoger las donaciones y beneficiar a varias fundaciones del país.
- Reciclar: tenga en cuenta que muchos de los elementos que usted va a sacar pueden estar deteriorados, así que no deberían regalarse o donarse. Existen iniciativas locales para reciclar material textil como ropa vieja o rota, limpiones o trapos. En Bogotá existen dos proyectos locales que se pueden encargar de sus desechos textiles. Los encuentra en Instagram como @ongclothemodasostenible y @karolinaguillot. Y si necesita botar medicamentos vencidos, busque los Puntos Azules.
- Vender: si aquello que va a desechar le costó mucho dinero y esto lo atormenta a la hora de donarlo, busque grupos donde pueda venderlo. En redes sociales abundan: en Facebook busque Wiki Usados o Garage Sale Hogar. Hay también emprendimientos donde puede vender su ropa, como www.closeando.com. Para vender electrodomésticos o decoraciones en excelente estado, ingrese a www.zaperocodecosas.com.
- Al acumular objetos de manera automatizada vamos perdiendo el control de nuestros espacios y también la tranquilidad.
- Revisar las cosas que queremos desechar debería ser una actividad trimestral, no sólo un ritual de fin de año.
Independientemente de la alternativa que escoja, tenga presente que, después de sacar todos los elementos que estaban acumulados en su casa, sentirá que los espacios son más ligeros y funcionales, lo que se traduce en menos estrés y más armonía y practicidad en su vida.
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