Pese a que ha aumentado el número de mujeres en carreras científicas, porcentualmente la brecha se mantiene. ¿Cómo impulsar a las niñas para que escojan estas carreras?
Diana Trujillo es ingeniera aeroespacial y fue la jefa del equipo de ingeniería del brazo robótico de Perseverance que llegó a Marte en 2021. Blanca Huertas es la curadora senior de la colección más grande y más antigua de mariposas del mundo. Adriana Ocampo es geóloga planetaria y es la directora del programa de ciencia de la NASA. Las tres, mujeres colombianas destacadas en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (CTIM), carreras dominadas históricamente por hombres.
Como ellas, cada vez más mujeres en el país eligen una carrera científica, pero proporcionalmente, la brecha con respecto a los hombres sigue presente.
Según un estudio publicado el 9 de febrero por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, apenas el 31,5 % de las 205.705 personas que comenzaron a cursar alguna de las carreras CTIM eran mujeres. Entre los graduados, las mujeres profesionales eran el 38 %.
Cuando se revisan los datos de los últimos 20 años se hace evidente que la proporción de mujeres en las carreras CTIM no ha aumentado.
Tomado del Laboratorio de Economía de la Educación de la Pontificia Universidad Javeriana.
Lograr que la relación se acomode a la realidad requiere esfuerzos que involucran políticas públicas y cambios sociales y educativos, padres y cuidadores pueden incentivar, impulsar y potenciar el interés y capacidades de las niñas por hacerse científicas, teniendo en cuenta que el 51 % colombiana de la población son mujeres.
Kelly Anzola, directora del departamento de Medicina Nuclear de Colsanitas, da algunas claves para ello, “las niñas que tienen afinidad por la ciencia y la investigación son observadoras de su entorno, preguntan el por qué de todo, les encantan las estrellas, el mar, la naturaleza. Son inquietas. Piden espontáneamente que las lleven al planetario, que les pongan Discovery Channel”. Recomienda a los padres llevarlas de la mano no para que estudien lo que ellos quieren, sino para ponerles sobre la mesa las herramientas que las conduzcan a comprender que el conocimiento no tiene límites. De la misma manera que tienen en sus manos la posibilidad de romper el techo de cristal.
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