Abogada litigante, profesora, columnista de Los Danieles, miembro de la junta directiva de Temblores, cocreadora del videopodcast Patria Boba y directora de El Veinte, una ONG dedicada a defender el trabajo de los periodistas. Además, una importante voz para el feminismo.
Aunque Ana Bejarano forma parte de una familia de abogados, al litigio llegó por admiración y no por imposición. Desde su paso como estudiante por la Universidad de los Andes enfocó su carrera en la defensa de los derechos humanos, la labor periodística y la libertad de expresión. Y se ha mantenido fiel a esas banderas.
Actualmente, no solo trabaja hombro a hombro con su padre, Ramiro Bejarano, también dirige El Veinte, una organización de la sociedad civil que promueve el trabajo pro bono en la profesión jurídica y genera condiciones de acceso a la administración de justicia para periodistas, defensores de derechos humanos y usuarios de redes sociales. “Queremos atacar dos problemas: el egoísmo de una profesión que puede contribuir mucho con el bienestar de la población y el acoso litigioso con el cual se emplean a los jueces como vehículos de censura y se abusa de nuestro sistema judicial”.
Su voz suave y sus gestos tranquilos resuenan cada vez más fuerte, no solo ante los tribunales, sino también frente a una audiencia que se cuenta por millones gracias a sus certeras columnas para el portal Los Danieles, a donde llegó con la garantía irrestricta de decir siempre lo que quisiera. “El periodismo de opinión es una labor que me ha permitido aprender mucho sobre la escritura y la argumentación de las ideas en las que uno cree”.
Se considera agnóstica y anticlerical, pero cree en la astrología y en las supersticiones, como buena piscis. Y el feminismo le viene de casa: “Margarita Ricaurte, mi mamá, es mi guía vital y la abogada más disciplinada y brillante que conozco. Transitó en una profesión machista con dedicación y me enseñó a ser mujer en este mundo de hombres, a ser feminista sin decirme una sola palabra al respecto”.
Mi escena de bienestar incluye…
Un día con mi mona (mi hija de cinco años), mi familia y amigos. Una tertulia animada, con alguna comida deliciosa preparada entre todos.
El bienestar mental lo encuentro en…
Hablar y “terapear” mis fantasmas internos.
Mi éxito como persona…
No sé si he alcanzado el éxito, pero creo que en mi caso sí está atado a hacer lo que me gusta y me interesa. También poder ser la mejor mamá posible, con todos los errores y ausencias que eso inevitablemente implica. Ayudarle a mi hija a que ame la vida.
Me gustaría aliviar el sufrimiento de…
Los periodistas regionales abandonados por el Estado, las audiencias y la industria, y de los periodistas que deben huir de dictadores y sátrapas por hacer bien su trabajo.
Siempre que puedo dedico tiempo a…
Leer libros que me hagan llorar.
Mi manera de cuidar a los demás la expreso…
Con detalles y con tiempo. Dedicar una tarde de risas o llanto es una forma de cuidar.
Para acompañar a mis seres queridos…
Uso las palabras, es mi lenguaje del amor. Una carta, un mensaje, un correo, cualquier forma de expresar explícita e inequívocamente los sentimientos.
Mi mantra para encontrar la calma en momentos difíciles es…
Pensar en mi mona y en la persona que quiero ser para ella.
Valoro los momentos de soledad porque…
Crezco mucho. Es el lugar en el que ocurre la conversación interna con uno mismo y es ahí donde se define todo lo que pasa, en donde se reafirman o destruyen las ideas, convicciones y pasiones.
Las pérdidas me han enseñado…
Nada nuevo, pero sí muy importante: que la vida es efímera y débil y en cualquier momento todo cambia. Por eso hay que gozarse cada segundo de felicidad.
- Este artículo hace parte de la edición 193 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.
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