De santo venerado en Europa a ícono del consumo en América, Papá Noel se ha convertido en una figura emblemática de la Navidad, enriquecida por adaptaciones culturales que lo hacen único en cada rincón del mundo.
La Navidad es una de las temporadas de mayor consumo mundial y el símbolo capitalista por antonomasia. Justo despué de mitad de año, cuando termina el verano en el hemisferio norte, brontan en los almacenes montones de árboles sintéticos que albergan los regalos de Papá Noel o el Niño Dios, según la creencia. Pinos de distintos tamaños, algunos con rastros de nieve, acompañados de adornos para colgar en cada rama. Bolas verdes, rojas, doradas o plateadas, ángeles sonrientes, animales con gorros y buzos de lana, osos polares alucivos a las marcas más vendidas de bebidas gaseosas, duendes bien abrigados, botas de invierno y distintas representaciones del anciano barrigón que vuela en trineo desde el Polo norte.
En Colombia, y otros países de habla hispana y no hispana, el 24 de diciembre a la media noche se celebra el nacimiento del Niño Dios (Niño Jesús o simplemente el Niñito) y es él quien trae los regalos (el traído, dirán en Medellín), una tradición que se ha congraciado con los símbolos norteamericanos, sin importar que hasta aquí no lleguen Santa Claus ni la nieve, mucho menos los renos voladores ni los duendes que impulsan la caravana polar.
Pero el viejito pascuero, como le dicen en Chile a Papá Noel, no parece haber nacido en el territorio que le ha generado mayor publicida en este siglo: Estados Unidos. Según un artículo publicado en la revista National Geographic: “El Santa Claus norteamericano actual nació en el Mediterráneo, evolucionó por el norte de Europa y finalmente tomó la forma que ahora nos es tan familiar en las orillas del Nuevo Mundo”. En el libro San Nicolás, de Obispo a Santa Claus, el autor cuenta que este santo es uno de los primeros no mártires venerados de forma ininterrumpida desde el siglo IV. Sin embargo, los datos biográficos sobre él son escasos y no hay consenso sobre su origen. Podría haber sido turco, griego o italiano: se le identifica como obispo de Mayra, una localidad de Asia Menor que hoy pertenece a Turquía, pero mantiene un vinculo estrecho históricamente con Grecia debido a que algunas de sus ciudades antiguas, como Éfeso y Mileto, se ubicaban allí. También se dice que es de Bari, en el sur de Italia, donde reposan sus restos desde 1087.
Su vida y su obra se han mezclado con datos biográficos de otros personajes y su figura se ha adaptado a las culturas que lo acogen para reforzar el mercado global liderado por Estados Unidos, pero también para festejar una tradición que pretende llamarnos al encuentro familiar en muchos hogares del mundo.
Proveniente del viejo continente, se instaló en América del Norte bajo la influencia de los colonos neerlandeses que impusieron su cultura en el norte global durante dos siglos, y no fue hasta el siglo XIX que pasó de ser un ser misterioso y oscuro anciano a ser el origen de una de las celebraciones familiares más importantes del año en gran parte del mundo occidental.
Después de que los santos del catolicismo perdieran popularidad luego de la reforma protestante, la figura de Sankt Nikolaus, Sanct Herr Nicholaas o Sinterklaas en los países germanos derivó en una criatura mitológica, verdugo de los niños malportados, conocido como Krampus. Una tradición que se conserva en algunas zonas de Alemania, como lo cuenta Sarah Gruenew (Mönchengladbach, 32 años).
En Alemania, es tradición que los niños dejen una bota junto a la chimenea o en la puerta de su casa durante la noche del 5 de diciembre para disfrutar al otro día de los presentes de Sankt Nikolaus, que pueden ser dulces o frutas, según este artículo de Deutsche Welle. Sarah cuenta que los niños usan calendarios de Navidad, representados en cajas de chocolate, para marcar cada día de diciembre anterior a Navidad.
En América Latina la tradición de base es la misma: el árbol, las luces, las guirnaldas, los regalos, Papá Noel, el Niño Dios; pero cada país le inyecta características propias de su idiosincracia, lo que resulta en un abanico de contrastes. En los países del Sur de la región, como Argentina, el hombre de los regalos se pone su traje de invierno y visita algunas casas para dejar regalos, sin importar que en el sur global las temperaturas superan los 35 grados y el porcentaje de humedad alcanza el 75 % en esa época, así lo cuenta Mariana Vaccaro (Buenos Aires, 38 años).
Un poco más al norte de Sur América está Bolivia. Luis Paz Villa (La Paz, 26 años) dice que, aunque allí se reproducen los símbolos de la Navidad gringa, en la región de Chuquisaca, principalmente en pueblos como Villa Serrano y Zudañes, se baila chuntunquis para recibir al Niño Jesús, una danza que mezcla saltos con vueltas y elevaciones de rodilla alrededor del pesebre y al ritmo de los villancicos.
En el País Vasco, una comunidad situada al norte de España, especialmente en Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra, el asunto comienza a tener variociones más contundentes. Allí se olvidaron del hombre de Laponia y en su lugar los regalos son entregados por Olentzero, un carbonero que inspira sus propios villancicos y se sienta al lado de los reyes magos en el pesebre. El mito reza que, a quienes se portan mal, Olentzero puede traer carbón en lugar de hacer realidad sus deseos materiales. En los supermercados se encuentran algunas representaciones del carbón en bolsas perfumadas y en las pastelerías ciertos postres que simulan este mineral oscuro. Joanes Tovar (Tolosa, 22 años).
En Cataluña, España, no faltan las risas y la diversión. Allí la imaginación alcanzó para borrar la figura del todopoderoso y en su lugar encontramos a Caga Tío, un tronco de árbol sonriente, arropado con mantas y alimentado con naranjas y pan. Durante la víspera de Noche Buena, los niños le cantan para que expulse los regalos de su cuerpo. En la voz de Lluís Munguia, (Girona, 36 años), un poema sobre el origen y la magia del mágico tronco fino.
Si viajamos al sur de Italia con encontramos con la bruja buena, la Befana: una anciana que entrega regalos a los niños en su escoba voladora durante la epifanía que sucede a la medianoche del 5 de enero. “Parte de la leyenda de la Befana proviene de épocas anteriores al cristianismo ya que en el calendario alejandrino el 5 de enero era la víspera de Año Nuevo, noche en que los espíritus malignos sobrevolaban por los aires, aterrando a los hombres. Es justamente contra estos espíritus demoníacos que el cristianismo ofrece su protección, convirtiéndose en una fuerza más poderosa que esas potencias atávicas”, de acuerdo con un estudio de la Universidad de la Rioja titulado Una Iconografía polémica: los Magos de Oriente. Sóler Cárdenas (Pereira, 30 años) es una colombiana que vivió 12 años en Trieste, Italia y nos cuentade qué manera se vive esta tradición en el país europeo.
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