La integración de herramientas como la musicoterapia, la arteterapia y el deporte permite mejoras significativas en la calidad de vida de quienes atraviesan un tratamiento farmacológico psiquiátrico. La combinación de estas alternativas con la constancia y el compromiso en terapia puede resultar muy beneficiosa.
En la búsqueda del bienestar emocional y mental, un abanico de alternativas surge para tratar diagnósticos que van desde la ansiedad o la depresión leve hasta trastornos de mayor complejidad, como los brotes psicóticos. Si bien las enfermedades mentales crónicas deben ser tratadas bajo el uso casi indispensable de la medicación psiquiátrica, estos tratamientos pueden ser acompañados por herramientas complementarias para mejorar los avances de cada proceso.
Desde la psiquiatría y la psicología, los profesionales sugieren la desmedicalización en contextos específicos, evaluando cada caso de manera individual y considerando su complejidad para buscar alternativas a la medicación. Según Jairo Villa, psiquiatra adscrito a Colsanitas, los medicamentos psiquiátricos suelen ser auxiliares en la mayoría de los casos, pero en otros son esenciales. En cualquier caso, el paciente debe ser atendido por un equipo interdisciplinar que lo escuche y acompañe. Este enfoque diversificado permite avances profundos que trascienden la medicación.
Para identificar si una persona puede complementar su tratamiento farmacológico con terapias alternativas es necesario analizar las condiciones clínicas de cada paciente. El psiquiatra señala que “hay casos de crisis psiquiátricas agudas en los que la persona está en un estado muy complicado, poco receptivo a la palabra o a las reuniones. Los cuadros psiquiátricos graves, como las psicosis, suelen requerir medicación permanente”. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las terapias alternativas, como la musicoterapia, la arteterapia o los deportes, pueden ser beneficiosas. Aquí repasamos algunas de ellas.
“Para identificar si una persona puede complementar su tratamiento farmacológico con terapias alternativas, es necesario analizar las condiciones clínicas de cada paciente”.

Musicoterapia: una escucha profunda para sanar
La música influye directamente en el estado anímico, ayudando a experimentar y procesar diversas emociones. En conjunto con la terapia, constituye una dupla significativa para sobrellevar procesos de salud mental. Rafael Maya, psicólogo y musicoterapeuta adscrito a Colsanitas, explica que “la musicoterapia es el uso de la música para alcanzar objetivos terapéuticos. Estos pueden tener un enfoque rehabilitador o preventivo”. Es decir, se emplean estímulos musicales como el canto o la composición de canciones y también se tocan instrumentos sencillos, como la guitarra, o se practican técnicas de respiración junto a composiciones sonoras para abordar y aliviar estados de malestar emocional durante las sesiones de terapia.
A través de técnicas como la resonancia magnética y las neuroimágenes se ha investigado la influencia de la música en el cerebro. Inicialmente, se pensaba que existía una región cerebral específica dedicada al procesamiento musical. Sin embargo, estudios como el modelo de cognición musical y amusia, del Centro de Investigaciones Médico-Sanitarias de Málaga, España, afirman que “es demasiado simplista y erróneo continuar con la generalización de que la función musical es competencia del hemisferio derecho y la lingüística del hemisferio izquierdo”, pues la música activa una amplia red neuronal distribuida en ambos hemisferios y el cerebelo, indicando que su procesamiento es global y no focalizado.
La musicoterapia no se limita a reproducir música para generar respuestas bioquímicas. Es crucial entender el "cómo" y el "para qué" del estímulo musical. Aquí juega un papel fundamental la relación terapéutica entre el musicoterapeuta y la persona que recibe la terapia. Además de la neurociencia y la psicología, los musicoterapeutas reciben formación complementaria en áreas como la pedagogía musical y el trabajo social, lo que les permite adaptar la terapia a distintos contextos. Existen la musicoterapia comunitaria, destinada a fomentar la unión en poblaciones; la musicoterapia en escuelas; y la musicoterapia clínica, aplicada en hospitales con pacientes oncológicos, en unidades de cuidado intensivo o en urgencias.
Las sesiones pueden ser individuales o grupales, una o varias veces. Las actividades musicales implementadas permiten avances como el manejo de pensamientos repetitivos —rumiaciones mentales— en pacientes con ansiedad; el inicio de patrones de interacción y comunicación en pacientes con autismo; el mantenimiento de patrones de movimiento y rehabilitación en pacientes con Párkinson; la reminiscencia y el recuerdo en pacientes con Alzhéimer o demencia; y el manejo de síntomas y malestares generados por la quimioterapia en pacientes oncológicos.

La expresión artística en terapia
La arteterapia ha ganado un lugar destacado entre las terapias alternativas, combinando la psicología con las artes plásticas. Aunque la creatividad es una capacidad innata, esta suele ser coartada culturalmente a medida que crecemos. Según Nataly Ramírez, psicóloga y magíster en arteterapia, el objetivo de este enfoque es “fomentar esa capacidad expresiva para que las personas puedan reconocerse a sí mismas. A través de la creación de imágenes y el uso de diversas técnicas y materiales, las personas pueden explorar su historia, sus emociones y sus pensamientos”.
Al igual que en la musicoterapia, los profesionales en este campo requieren una formación especializada que abarca procesos creativos, técnicas y materiales artísticos, historia del arte y dinámicas grupales En la arteterapia no se busca un resultado estético ni enseñar a dibujar o pintar, sino ofrecer un espacio para facilitar la comprensión emocional y la conexión con la propia historia de vida. A diferencia de otros enfoques terapéuticos, esta disciplina es inclusiva y utiliza lenguajes no verbales, permitiendo la expresión a través de colores, texturas y símbolos. Es una opción particularmente valiosa para pacientes con capacidades diversas, adultos mayores o personas con dificultades para comunicarse verbalmente.
Entre los principales beneficios de la arteterapia están la introspección y el fortalecimiento de la autoestima. Esta terapia resulta efectiva para quienes enfrentan diagnósticos como depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático, ayudándoles a abordar traumas de manera gradual. Además, el vínculo terapéutico no solo se establece con el profesional, sino también con las obras creadas por el paciente, permitiendo evidenciar su capacidad de transformación tanto de materiales como de su vida.

“Además de los beneficios neuronales que ofrecen la música y el arte, el movimiento y la disciplina inherentes al deporte ofrecen una alternativa poderosa para complementar la terapia psicológica”.
El deporte: más allá de la salud física
Además de los beneficios neuronales que ofrecen la música y el arte, el movimiento y la disciplina inherentes al deporte ofrecen una alternativa poderosa para complementar la terapia psicológica y acompañar el retiro progresivo de medicamentos psiquiátricos. Edison García, licenciado en Educación Física, entrenador y apneísta, es un firme defensor del impacto positivo del agua en el bienestar físico y emocional.
“He tenido estudiantes que me han dicho que la apnea les ha salvado la vida. Muchos llegaron con ansiedad y depresión, y encontraron en esta práctica un refugio y una herramienta para mejorar su salud mental”, asegura García. La apnea, en particular, ofrece un entorno único: el cambio de temperatura, la flotación y la sensación de ingravidez generan una desconexión del peso del mundo físico. Además, el reflejo de inmersión disminuye la frecuencia cardíaca y el metabolismo del oxígeno, proporcionando calma y un mayor control interno.
Aunque el agua no es para todos, otras disciplinas, como las artes marciales brindan estos beneficios de fortalecimiento emocional. Salomé Arroyave, cinturón rojo en taekwondo y practicante desde hace seis años, resalta cómo este deporte ha sido fundamental para su bienestar mental. “El entrenamiento es un espacio seguro, un lugar donde a veces siento la necesidad de mirarme a mí misma”, comenta. La disciplina rigurosa del taekwondo le ha permitido identificar aspectos personales que necesita mejorar tanto dentro como fuera del dojang.
Tanto la apnea como las artes marciales son herramientas que complementan los procesos terapéuticos, promoviendo la superación de límites personales y fortaleciendo la autoconfianza. Estos deportes ayudan a combatir la desmotivación y a persistir frente a los desafíos. Además, el acompañamiento psicológico y la orientación de un entrenador permiten mantener el enfoque, recordando que las dificultades son temporales y que los beneficios a largo plazo justifican el esfuerzo.
En casos de diagnósticos leves, es importante recordar que los medicamentos, aunque útiles, no son la única solución. Lina Gómez, psicóloga adscrita a Colsanitas, insiste en la implementación de estrategias preventivas como la prescripción social. Según Gómez, esta consiste en “recomendar actividades específicas que promuevan el bienestar. Por ejemplo, en lugar de limitarse a recetar medicamentos, se pueden sugerir rutinas de actividad física, participación en clubes de lectura o actividades comunitarias”, señala.
Asimismo, es fundamental educar a los pacientes en que los procesos de salud mental no son lineales. Es normal experimentar retrocesos o recaídas, y esto debe asumirse como parte del proceso. La integración de herramientas como la musicoterapia, la arteterapia y el deporte permite mejoras significativas en la calidad de vida. La combinación de estas alternativas con la constancia y el compromiso en terapia puede facilitar el proceso de reducción o desmonte de medicamentos, logrando resultados duraderos y transformadores.
Este artículo hace parte de la edición 198 de nuestra revista impresa.
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