La presión por mantener siempre una actitud positiva puede ser abrumadora. En esta columna gráfica, su autra comparte por qué aceptar todas las emociones es esencial para el bienestar emocional.
¿Es mi algoritmo o a ustedes también las invaden los mensajes de “la rabia, la tristeza y la decepción son emociones que debemos desterrar con una sonrisa”?
¡Piensa siempre positivo y todo cambiará! ¡Hay cosas peores que eso que hoy te hace llorar! ¡Suelta lo que te pesa y vibra altoooooo!
¿Estaré exagerando con eso que me hizo sentir mal? ¿Seré la abeja reina de las pesimistas de Instagram? ¿Es mi culpa sentirme así? ¿Soy demasiado dramática?
Si te has preguntado lo mismo, la respuesta es NO. Sentir tristeza o rabia no es un fracaso. Llegué a esta conclusión en terapia, reflexionando sobre cómo debemos permitirnos vivir todas las emociones, aunque no sean agradables
Los sentimientos negativos también son necesarios. Aceptarlos nos enseña que los altibajos forman parte de la vida, que no siempre tenemos que estar en equilibrio y eso está bien.
Ser humano implica experimentar todas las emociones. Validar nuestros sentimientos y los de quienes nos rodean, sin imponer positividad tóxica, es clave para conectar de manera real con otros.
Las redes sociales NO reflejan la realidad. Esas imágenes perfectas son solo un destello mínimo de la vida de alguien. La felicidad de otros no debe invalidar nuestra tristeza, todos estamos enfrentamos luchas, aunque no las publiquemos en Instagram.
La presión por ser siempre positiva solo alimentaba mi frustración y confusión. Hasta que entendí que sentir tristeza o enojo no me hace menos valiosa, me hace auténtica.
Dejé a un lado las expectativas de felicidad constante y me di permiso de sentir, sin juicios ni filtros.
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