En esta columna gráfica, el amor sano se presenta como dos pájaros volando juntos en armonía. La autora revela cómo la comunicación, el apoyo mutuo y el respeto por la individualidad son claves para construir relaciones fuertes, equilibradas y auténticas.
Hubo un tiempo en que sentí que el amor significaba conectar a toda costa, sin darme cuenta de que lo que quería, en realidad, era pegarme a otro casi que con pegamento.
Esto me llevó a creer que el amor sano era un mito, hasta que un día escuché que amar podría pensarse algo así como dos pájaros que vuelan libremente, uno junto al otro.
Esta metáfora me llegó como un regalo, pues entendí que para que funcione, al igual que en un vuelo entre dos pájaros, el amor claramente debe ser compartido pero sobre todo… debe tener espacio para el vuelo individual.
Para volar con naturalidad junto al otro, cada uno debe dar de sí mismo, sin alejarse ni chocarse, encontrando un espacio seguro en común, que se va afinando con comunicación y confianza.
Y aunque hay que tener en cuenta que en todo vuelo hay condiciones difíciles, como las ráfagas de viento, al igual que en una relación sana, los pájaros cuidan y apoyan al otro cuando la corriente va en contra, creando en la adversidad el momento perfecto para levantar alas y volar más fuertes.
Amar de manera sana es comprender que aunque soy feliz en mi propio vuelo, siempre será mejor encontrarnos para volar juntos el vasto cielo que es la vida.
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