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Cicatrización

Cicatrización: el reto de mejorar las huellas que dejan las heridas

¿Cómo opera el organismo humano para reparar las heridas? Un cirujano plástico y una dermatóloga explican el tema y nos dejan valiosas recomendaciones.

La cicatrización es un proceso biológico que consiste en la reparación de las heridas por medio de actividades celulares que generan un tejido cuya circulación de sangre es escasa, es menos elástico, poco resistente, puede ser de aspecto irregular y, a veces, de un color muy distinto a la piel. Por eso, uno de los propósitos de la medicina actual es mejorar el aspecto y la funcionalidad de las cicatrices como parte del bienestar integral del paciente. 

Luz Herrera, dermatóloga adscrita a Colsanitas, explica que las heridas pueden ser agudas, limpias o lineales y se producen por una intervención quirúrgica o, accidentalmente, por la acción de un objeto cortante o punzante. También están las heridas agudas contaminadas, producidas por quemadura, aplastamiento, golpes o raspaduras, que abarcan una mayor área de piel y exponen el tejido abierto a elementos contaminantes. Finalmente, están las heridas crónicas, que son el resultado de úlceras derivadas de alguna patología como cáncer, acné, pie diabético o necrosis inflamatoria.  

La especialista Herrera explica que en cualquier lesión abierta la reacción inmediata del organismo es detener el sangrado. Para eso se activa el mecanismo de coagulación, que consiste en taponar el área afectada. Casi enseguida comienza un proceso inflamatorio en el que se libera una proteína llamada fibrinógeno, que contribuye a la sanación de la herida. En esta etapa, la zona se enrojece, se abulta y, probablemente, duele a la palpación. Luego viene la fase de proliferación, en la cual la herida empieza a cerrarse por el surgimiento del nuevo tejido, lo que da lugar a la etapa de maduración, en la que aparece una costra que protege temporalmente el área cicatrizada.

Es muy riesgoso tratar de remediar con métodos caseros las lesiones producidas en la piel, bien sea por accidentes, cirugías o enfermedades.

Pero ese proceso puede ser imperfecto y propiciar la formación de tejido conectivo insuficiente o excesivo. Atrófico es el término utilizado para referirse a las cicatrices hundidas, comunes en casos de acné. Mientras que aquellas que son elevadas, gruesas y de color distinto a la piel circundante se llaman hipertróficas. Una tercera anomalía producto de una cicatrización patológica son los queloides, que aparecen por una exagerada producción del tejido conectivo y suelen ser gruesos, elevados, firmes, sin elasticidad, opacos, con cordones que se retraen y que pueden comprometer la funcionalidad. 

Jorge Luis Gaviria, cirujano plástico reconstructivo y jefe de cirugía plástica de la Unidad de Quemados del Hospital Simón Bolívar, advierte que los factores determinantes en la calidad de la cicatrización y el aspecto de las cicatrices son los siguientes:

1. La naturaleza de la herida (cómo se produjo), el tamaño, la localización, la complejidad, la profundidad y el tiempo de evolución. Por ejemplo, en el caso de las quemaduras, el pronóstico de curación se relaciona con el elemento que causa la lesión. Los ácidos y las descargas eléctricas generan daños terribles en la piel. Con respecto a la ubicación de la lesión, hay zonas del cuerpo más propensas a desarrollar cicatrices hipertróficas o queloides, como los lóbulos de las orejas, el torso, el abdomen o la región interescapular. 

2. La genética también influye. No es mito que la raza tenga un papel determinante en la cicatrización. Está demostrado que las personas de raza negra están más protegidas contra las quemaduras de sol, pero son más propensas a desarrollar cicatrización patológica, es decir, hipertrófica, hipotrófica o queloidea. 

3. Las complicaciones pueden estar asociadas a infecciones, alergias a los medicamentos, rechazo a los injertos o enfermedades de base del paciente, como diabetes o patologías cardiovasculares o del sistema inmunológico.

4. Los cuidados posintervención también pueden repercutir en el aspecto de las cicatrices. Por eso se recomienda cumplir a cabalidad las recomendaciones médicas que, como mínimo, incluirán buena hidratación, protección solar y reposo.

Hay zonas del cuerpo más propensas a desarrollar cicatrices hipertróficas o queloides, como los lóbulos de las orejas, el torso, el abdomen o la región interescapular.

Métodos de la cirugía plástica

El especialista en cirugía plástica reconstructiva dice que las cicatrices atróficas, hipertróficas o queloideas no solo generan deformidades, sino que producen limitaciones funcionales, pican, duelen y son poco estéticas. Para mejorarlas, a veces es necesario recurrir al bisturí, preferiblemente con un cirujano plástico reconstructivo. 

Gaviria especifica que los tejidos anormales que resultan de la mala cicatrización también se pueden tratar con métodos como las láminas de gel de silicona y las inyecciones de corticoide o la dermoabrasión, la radiofrecuencia o los ultrasonidos, que buscan realinear las fibras colágenas para que el aspecto sea más estético en cuanto a grosor, relieve y color.  Otras alternativas que recomienda el especialista son los masajes sobre la cicatriz, las prendas de compresión y las máscaras transparentes, que se emplean para el manejo de quemaduras faciales.  

Métodos de la dermatología 

La dermatóloga Luz Herrera explica tres de las técnicas que, con mayor frecuencia, se usan en su especialidad para mejorar entre un 50% y un 80% el aspecto de las cicatrices, mas no desaparecerlas. Menciona el peeling químico, que es una exfoliación profunda que estimula la renovación celular. También la micropunción, en la cual se usan microagujas que crean lesiones controladas de la capa más superficial de la piel para causar un efecto rejuvenecedor, la reducción de estrías o cambios de pigmentación. Por último, describe el láser de CO2, que penetra en las capas medias de la piel para activar el colágeno natural y promover la producción de un nuevo tejido sano. 

Recomendaciones para todos

La clave es la constancia  

“No hay fórmulas mágicas que eliminen de una vez y para siempre las cicatrices. Generalmente, para mejorar el aspecto de esas marcas en la piel, hay que recurrir a tratamientos de mediano y largo plazo, combinar varios métodos, invertir dinero, cambiar hábitos, soportar terapias incómodas. Y en todo eso la fuerza de voluntad y la disciplina serán esenciales”, dice Gaviria.

El abordaje interdisciplinar  

Los expertos explican que una herida que ocupe grandes superficies puede generar disfuncionalidades que afectan el desenvolvimiento cotidiano: movilidad, gestualidad, precisión, visión, etc. En este momento intervienen otros aliados como la fisioterapia, la ortopedia o la dermatología. Como consecuencia de una herida por quemadura en la cara el paciente puede, incluso, no reconocerse. Eso genera problemas  de identidad que pueden desencadenar ideas suicidas. Por eso el acompañamiento de un psiquiatra o un psicólogo es indispensable para recobrar la autoestima y las ganas de mirar al futuro con optimismo. 

Evitar la automedicación 

“Es muy riesgoso tratar de remediar con métodos caseros las lesiones producidas en la piel, bien sea por accidentes, cirugías o enfermedades. Aplicarse sábila, crema dental, hierbas, café crudo puede empeorar la situación. Ante cualquier emergencia lo recomendable es lavar bien la herida, protegerla del sol, aplicar sulfato de zinc en crema y consultar al médico”, dice la doctora Herrera.

- Este artículo hace parte de la edición 192 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.

Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.