La serie Adolescencia de Netflix no solo ha generado conversación, sino que nos invita a reflexionar sobre los retos que enfrentan los jóvenes. Con el análisis de una experta, exploramos su impacto y el papel de los padres y cuidadores en su desarrollo emocional.
El pasado 13 de marzo se estrenó Adolescencia en Netflix, donde rápidamente rompió récords de reproducción. En sus primeros cuatro días, la miniserie alcanzó más de 24,3 millones de visualizaciones en todo el mundo. Este drama criminal británico nos presenta a Jamie, un chico de 13 años que es acusado de asesinar a su compañera de clases, Katie. Desde el primer capítulo, sabemos quién es el culpable: la serie no trata de resolver el crimen, sino de explorar sus causas y entender el porqué.
Stephen Graham, co-creador de la serie y parte del reparto principal, explicó en una entrevista para CNN la idea que dio origen a esta historia: “Un día leí en el periódico sobre un chico que apuñaló a una chica hasta la muerte. Unos meses después, hubo otro caso similar en el que un niño hizo lo mismo, pero en un lugar completamente distinto del país. Siendo honesto, me rompió el corazón y me hizo preguntarme por qué, qué estaba pasando”. A lo largo de sus cuatro capítulos, la serie profundiza en los factores que pudieron llevar a un menor a cometer un acto tan violento y plantea conversaciones urgentes en nuestra sociedad..
Para comprender mejor los temas que plantea Adolescencia, contamos con la perspectiva de la psicóloga clínica Natalia Collantes Tique, especialista en niños y adolescentes en Versania. Desde su experiencia, resalta la importancia de acompañar a los jóvenes y señala: “Es una serie que confronta la realidad que actualmente vivimos: los adolescentes están atravesando situaciones críticas en silencio, inmersos en realidades alternativas. A menudo, asumimos que aquellos con buen desempeño académico o sin signos evidentes de malestar están “bien”, cuando en realidad pueden estar enfrentando dificultades que pasan desapercibidas. Como adultos de su red de apoyo, debemos estar atentos. Desde mi rol como psicóloga, es un reto constante, ya que muchos chicos no piden ayuda y, en su lugar, buscan apoyo en grupos de redes sociales que pueden ponerlos en un riesgo aún mayor”.
La adolescencia: una etapa de cambios y construcción de identidad
“Un adolescente es una persona que vive cambios constantes durante su búsqueda de identidad, quiere pertenecer a un grupo, y este grupo se convierte en su red de apoyo, es una etapa muy frágil por ser permeable a mucha información”, explica Collantes. La diferencia principal entre un niño y un adolescente es que este último ha logrado desarrollar más habilidades socioemocionales y de pensamiento crítico, pero, en comparación con un adulto, tiene menor capacidad de toma de decisiones, planeación, y le es difícil detectar los riesgos de la vida cotidiana para poder priorizar su bienestar. Además, la adolescencia se caracteriza por la falta de control de los impulsos.
En esta etapa, cambian los gustos e intereses, se prioriza la independencia y la privacidad. “Aquí es donde las redes sociales y la tecnología juegan un papel clave. A través de ellas, los adolescentes pueden acceder a cualquier tipo de información y conectar con personas desconocidas. Por eso, es esencial que construyan relaciones sanas y redes de apoyo genuinas”, agrega la p
La serie Adolescencia y su representación de los problemas juveniles
Al inicio de la serie, Jamie parece un niño indefenso: llora, le teme a las agujas y se orina en los pantalones. Sentimos su desesperación y acompañamos a su padre en su angustia y en su deseo de proteger a su hijo. sin embargo, los interrogatorios revelan un lado diferente: Jamie es un buen estudiante, pero su comportamiento en redes sociales es agresivo. La historia expone cómo su entorno hostil, el maltrato escolar y la falta de comunicación influyeron en su conducta.
Es entonces cuando la serie hace referencia a conceptos como la ‘Manosfera’, una red de sitios y foros en línea que promueven la masculinidad extrema, la hostilidad hacia las mujeres o misoginia, y la cultura “Incel”, proveniente del acrónimo de la expresión inglesa involuntary celibate que significa célibe involuntario y se manifiesta como comunidades de hombres que dicen ser incapaces de tener relaciones románticas o sexuales con mujeres, como sería su deseo. En la trama, Jamie tiene todas estas ideas internalizadas porque conviven a su alrededor, esto porque Stephen Graham y Jack Thorne, creadores de la serie, buscaban “indagar sobre el tema y cuestionar que tal vez todos somos ligeramente responsables de la violencia presentada
en cierta medida, y es necesario analizarlo desde distintas perspectivas; tal vez se debe a la crianza, al sistema escolar o el gobierno, a la comunidad y la estructura social en la que el niño se cría. Y encima de todo eso está el internet, que es una gran influencia en nuestros hijos”, comentaron para CNN.


Cómo la violencia en la adolescencia puede prevenirse desde el hogar
Para la doctora Natalia Collantes, es fundamental abordar el acoso escolar desde la violencia en sí misma y no únicamente desde el género de quien la ejerce. “Si les mostramos a los padres que sus hijos e hijas están sufriendo violencia por parte de otros compañeros, sin importar si son hombres o mujeres, es más probable que reaccionen y sean receptivos para tomar acción”, señala. Además, explica que en algunos entornos familiares se fomenta el uso de la violencia como una forma de defensa, lo que puede llevar a que los niños sean presionados a actuar con agresividad hacia sus compañeros. Por ello, resalta la importancia de la psicoeducación y de un acompañamiento cercano entre la familia y el menor, con el fin de prevenir que los círculos de violencia se sigan replicando. “Situaciones como las que muestra la serie cada vez son más comunes, y es nuestra responsabilidad trabajar para evitar que se repitan. Recordar que la violencia está implícita en diferentes contextos, y que abarca desde lo verbal, lo psicológico y lo emocional hasta niveles físicos”, afirma.
Cuando se identifican a tiempo situaciones de riesgo y conductas violentas en niños y adolescentes, es crucial iniciar un proceso terapéutico de inmediato. “La terapia no solo ayuda a los menores a desarrollar habilidades alternativas para gestionar sus emociones y conflictos, sino que también les permite procesar experiencias traumáticas de su infancia o adolescencia”, agrega Collantes. De esta manera, se evita que continúen replicando patrones de violencia en su entorno y en la sociedad. Es necesario que estos procesos terapéuticos sean oportunos, constantes y consistentes, ya que solo así se logra un verdadero cambio. Además, es importante comprender que la violencia no es una respuesta natural en la infancia o la adolescencia, sino un comportamiento aprendido, muchas veces derivado de experiencias previas. “Un niño que expresa odio o agresión no nace con estos sentimientos, sino que los desarrolla como un mecanismo de defensa ante situaciones que le han generado daño”, explica la psicóloga. Por ello, el acompañamiento profesional y familiar resulta esencial para romper estos ciclos y fomentar un desarrollo emocional saludable.
Por otra parte, la cultura incel es una de las muchas subculturas con las que algunos adolescentes pueden llegar a identificarse, así lo aclara Collantes, “les brinda una explicación y un sentido de pertenencia frente a sentimientos o pensamientos que han estado experimentando. Al encontrar un grupo que "entiende" su perspectiva, estos jóvenes pueden sentir alivio al ponerle un nombre a sus emociones y creencias. Sin embargo, este proceso de identificación puede volverse problemático cuando la necesidad de pertenencia los lleva a adoptar actitudes y comportamientos extremos con tal de encajar en esta comunidad”. El rechazo hacia las relaciones románticas o sexuales con mujeres no responde únicamente a una ideología incel, sino que puede estar relacionado con experiencias previas de abuso, violencia o traumas vinculados al género femenino. Es fundamental no asumir automáticamente que un adolescente se identifica con esta subcultura sin antes indagar y comprender qué hay detrás de su actitud. Por ello, es esencial brindarles un espacio seguro donde puedan expresar sus pensamientos y emociones sin ser juzgados. Escucharlos, validar sus sentimientos y ayudarles a reflexionar sobre sus experiencias permite clarificar lo que están viviendo y prevenir que se afiancen en discursos de odio. La adolescencia es una etapa en la que las emociones se experimentan con gran intensidad, y si los jóvenes no han recibido educación emocional desde la infancia, comprender y gestionar lo que sienten se vuelve aún más difícil.

El papel de los padres y cuidadores en la identidad y salud mental de los jóvenes
“La crianza es un proceso en constante aprendizaje, y ningún padre o cuidador está completamente preparado para enfrentar todas las situaciones que surgen a lo largo del desarrollo de sus hijos”, manifiesta Natalia. En ocasiones la crianza también requiere desaprender patrones heredados o creencias limitantes que pueden no ser las más saludables. Es natural que los padres tengan miedos o dudas, pero lo importante es estar dispuestos a crecer junto con sus hijos. Adolescencia presenta una familia en la que las emociones negativas están censuradas, todos sus integrantes viven a merced del estado de ánimo del padre; aquí crece un niño de 13 años que quiere dejar de ser niño, y que ha recibido la idea de que un hombre adulto es aquel que seduce y que domina a la mujer, que normaliza los ataques de ira y tiene ausencia total de regulación emocional, pues así ve la relación de sus padres.
“Es muy valioso que un padre pueda reconocer cuando necesita ayuda, o cuando se está quedando sin recursos para apoyar a su hijo en las diferentes transiciones y retos que está enfrentando en cada etapa”. Así, pedir apoyo, ya sea de un profesional, un familiar o incluso de otros padres, no significa desconocer cómo ser un buen padre, sino demostrar un compromiso genuino con el bienestar de los hijos. Desde este compromiso podemos empezar a prevenir la violencia e implementar temas de validación emocional, de escucha activa, y de fortalecer las habilidades socioemocionales en los niños. Aunque no hay una forma de prevenir por completo situaciones como las que plantea la serie, es posible reducir significativamente los riesgos. Un ambiente familiar donde los niños se sientan comprendidos y apoyados disminuye la probabilidad de que adopten conductas violentas o busquen refugio en comunidades dañinas. Sin embargo, la realidad es que múltiples factores pueden influir en su comportamiento, por lo que la mejor estrategia siempre será la prevención y el acompañamiento constante por parte de los adultos responsables.
La serie logra representar de manera realista las vivencias de los jóvenes en la actualidad, a través de los personajes, diálogos, y un excelente desarrollo en plano secuencia que nos permite como espectadores sentirnos totalmente sumergidos en la historia y en las emociones que despierta. “El programa ha logrado que los padres abran la puerta del dormitorio y hablar con sus hijos e hijas y preguntarles qué está pasando”, expresó Graham, “así que hablemos, abramos los puentes de comunicación entre nosotros”.


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