¿Cómo enfrenta el personal sanitario el burnout y el desgaste emocional, cuando diariamente se enfrentan a desafíos emocionales intensos que requieren, a la vez, un trato humano y compasivo?
El campo de la salud conoce de primera mano el agotamiento físico y emocional. Largos turnos, afluencia excesiva de pacientes, luces y sonidos intermitentes, exceso de información y la fatiga emocional por situaciones críticas son factores que pueden desencadenar el burnout, un síndrome que afecta entre el 50 % y el 60 % de los profesionales de la salud, según la Fundación Keralty.
El burnout es considerado un fenómeno ocupacional como resultado del estrés crónico que no ha sido gestionado de manera óptima. Según la OMS, sus síntomas incluyen sentimientos de negativismo hacia el trabajo, declive en la eficacia profesional y fatiga física, lo que compromete el bienestar del profesional y su forma de prestar el servicio.
“Hay mucho sufrimiento en el sector salud, lo que genera un agotamiento en los profesionales. Las Unidades de Cuidados Intensivos son un ejemplo de la intensa carga física, que deriva en cansancio, estrés y angustia para el personal sanitario”, afirma Camila Ronderos, directora ejecutiva de la Fundación Keralty, donde se vienen estudiando alternativas terapéuticas para mitigar este problema.
Además del agotamiento físico, el desgaste emocional también contribuye a este síndrome. La empatía que despierta el personal sanitario hacia los pacientes y la consecuente frustración de no poder hacer más de lo posible, las dinámicas de atención y acción inmediata, las tensiones que surgen al trabajar en equipo durante largas jornadas, los problemas de comunicación o la sobrecarga laboral, son atenuantes que suman poco a poco al cansancio generalizado del personal sanitario. Desde allí, el camino al burnout es corto.
Desde la pandemia por Covid-19, las instituciones médicas y universitarias vienen buscando alternativas terapéuticas para mitigar el riesgo y reducir los daños evidenciados en el personal médico, de enfermería y de asistencia. Dos de las técnicas más empleadas actualmente son el mindfulness y la terapia centrada en la compasión.Por poner un caso, la Fundación Keralty creó el Instituto SER con el objetivo de acompañar al personal de la salud y proporcionarle herramientas para reducir el agotamiento emocional mediante estas técnicas. Según Ronderos,el programa "Presencia y SER" ha demostrado reducir el burnout entre un 20 % y 30 % durante cinco semanas, mejorando significativamente el bienestar y la calidad de vida de los profesionales.
- Mindfulness. Esta práctica proporciona herramientas esenciales para reconocer y gestionar sus emociones, crear nuevas percepciones del entorno y transformar su relación con la realidad mediante una atención plena y consciente. Incorporar el mindfulness en el día a día implica hacer pausas, reconocer emociones propias y ajenas, y establecer conexiones más positivas con los demás.
- Cuidado compasivo. Este enfoque se centra en la persona, tanto en el cuidado hacia sí misma como hacia los demás. Según Ronderos. "se trata de ponerse en el lugar del otro; la compasión nos permite estar al mismo nivel de los demás, reconocerlos, tratar de comprenderlos y actuar de la mejor manera para apoyarlos". Además, enfatiza en que la compasión no es algo que se enciende y apaga, sino que "una vez se tiene, no se pierde”.
La directora explica que el éxito del programa radica en su enfoque en tres indicadores clave: agotamiento emocional, despersonalización y realización personal. Al finalizar el programa, los médicos participantes han reconocido una disminución del agotamiento emocional y, por tanto, de la despersonalización, es decir, la sensación de no reconocerse a sí mismos.
Esta mejora se traduce en una mayor realización personal, lo que implica que los profesionales se sienten más escuchados y reconocidos como seres humanos, y que pueden reconocer en sus pacientes a otros que merecen ser escuchados y reconocidos. Asimismo, este bienestar posibilita un mejor engranaje entre colegas y una sinergia de los equipos de trabajo.
La doctora Constanza González, psicóloga clínica,facilitadora de programas basados en Mindfulness para profesionales de salud y directora del Instituto SER, confirma que el impacto del programa se observa en tres niveles:
- En los profesionales: Disminución del burnout, reconexión con su propósito vital, crecimiento continuo y desarrollo de herramientas para afrontar los desafíos diarios. Esto incrementa el bienestar psicológico tanto en su vida profesional como personal, y fortalece el trabajo en equipo y el apoyo entre áreas.
- En los pacientes: Reciben una atención más cercana e inclusiva, lo que genera mayor satisfacción y mejora en sus estados de salud. Los pacientes perciben que los equipos son más atentos, conscientes y con mayor disposición para atender sus necesidades.
- En las empresas de salud: Mejorar el estado emocional de los profesionales aumenta su compromiso y retención, reduce la rotación, el ausentismo y los costos relacionados Al aumentar el nivel de satisfacción de los pacientes y humanizar los servicios, las empresas refuerzan su reputación y obtienen mejores resultados en salud.
Cuidar a quienes cuidan y fomentar la compasión desde adentro es el corazón de los programas centrados en el bienestar del personal sanitario. Promover la atención plena y la compasión no solo mejora el bienestar de los profesionales, sino que crea un ambiente de cuidado genuino en sus familias, círculos más cercanos, equipos de trabajo y pacientes.
“Hemos comprendido la importancia de cuidar a los profesionales de la salud y que ese cuidado se vea reflejado en los pacientes”, concluye la doctora Ronderos. En últimas, se busca promover un cuidado que se viva desde el corazón de las instituciones, para que el bienestar permita seguir cuidando a las personas involucradas.
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