Censurados y poco explorados en las conversaciones sobre salud y sexualidad, los pezones son más que una estructura anatómica. Desde la pubertad hasta la lactancia, e incluso en el placer sexual, cumplen funciones clave que van más allá de su aparente sencillez.
Los pezones han sido los grandes censurados de la anatomía humana en nuestra época. La era digital abrió camino para el surgimiento de las redes sociales que trajeron consigo (y han mantenido) la promesa de mostrar la vida real de la manera menos real posible y en esa tarea han condenado cuanto pezón se ha hecho público, sin importar si es el de una madre lactando o el protagonista de la cubierta de un libro; no vaya a ser que la sociedad conozca esa parte del cuerpo con la que se ha relacionado desde el nacimiento y que además puede ver libremente si de torsos masculinos se trata.
Por supuesto, esta censura tiene que ver con la hipersexualización de los cuerpos femeninos y, al mismo tiempo, la negación del placer autónomo de las mujeres. Suelen estar excluidos de las conversaciones sobre salud y sexualidad, pero son un ejemplo de cómo una estructura aparentemente sencilla desempeña múltiples roles esenciales.
Los pezones son mucho más que un elemento anatómico y conocer su funcionamiento y los cuidados que requieren puede marcar la diferencia en la experiencia de las mujeres, desde la pubertad hasta la lactancia y más allá. Se componen de glándulas y terminaciones nerviosas que hacen parte del seno y no solo permiten la producción y conducción de la leche materna, sino que cumplen funciones sensoriales capaces de producir placer sexual. Además, pueden ser un indicador de salud o enfermedad en mujeres y hombres.
Para comprender la importancia de los pezones, también llamados mamelones y papilas mamarias, conversamos con dos especialistas adscritos a Colsanitas: el doctor Camilo Luna, ginecólogo y puericultor, y la doctora Marcela Sánchez, cirujana plástica y reconstructiva.
Crecimiento y desarrollo
Los pezones, explica el doctor Luna, son una parte integral de la glándula mamaria y están presentes en ambos sexos, pero son las mujeres quienes experimentan cambios significativos en esta zona del cuerpo durante la pubertad. “Por la influencia de las hormonas estrógenos y progesterona, los pezones crecen y se preparan para dos funciones: la nutricional, como parte de la lactancia, y la sexual, gracias a sus terminaciones nerviosas que generan placer y liberan hormonas como la oxitocina, tanto en la relación sexual como en la alimentación del bebé”, comenta. Esta experiencia gratificante fortalece los vínculos entre la madre y el bebé, y afianza la exploración sexual femenina.
Aunque la pubertad suele marcar el inicio de los cambios en el cuerpo de las niñas entre los 12 y 14 años, cuando los cambios se presentan antes de los 10 años, puede tratarse de pubertad precoz. Esta condición debe ser evaluada con base en parámetros como el peso y la talla.
De acuerdo con la Asociación Española de Pediatría, la pubertad precoz “se trata de un cuadro que no puede considerarse estrictamente patológico, pero que puede tener repercusiones negativas en la talla final o en las consideraciones sociales, por lo que requiere seguimiento y, en algunos casos, la realización de estudios complementarios si la pubertad es rápidamente progresiva o asocia signos de alarma”.
En esta etapa también se define la forma de los pezones, un aspecto que será fundamental posteriormente, durante la lactancia, si es que la mujer decide ser madre. Así como sucede con las demás partes del cuerpo, tienen diferentes formas y tamaños. Los tipos más comunes son los cilíndricos, los planos y los invertidos. Sobre estos últimos Luna comenta que “pueden dificultar el agarre del bebé a la hora de alimentarse del seno. Para estos casos existen herramientas como las pezoneras, los dispositivos de succión y los masajes directos que ayudan a corregir esta forma del pezón y garantizar la lactancia”.
Muchas mujeres describen el proceso de la lactancia como una experiencia transformadora, pero no exenta de desafíos. Durante las primeras semanas, las madres pueden experimentar dolor debido a la presión de la succión y la irritación causada por la saliva del bebé. Sobre esto, el doctor Luna explica que “a veces los pezones pueden sangrar, pero con el tiempo, el proceso de adaptación genera fibrosis, un cambio en la piel que alivia el dolor. También es clave cuidar los pezones con limpiezas posteriores a la alimentación, y el uso de cremas hidratantes o incluso de la propia leche materna, que tiene factores de crecimiento que aceleran la cicatrización”.
Placer, más allá de la lactancia
Además de su función nutricional, los pezones y las areolas (el reborde que los rodea) tienen un papel importante en la sexualidad gracias a las glándulas encargadas de secretar sustancias estimulantes en el cerebro y las terminales nerviosas capaces de generar placer. La intensidad de la experiencia dependerá de cada persona y de las maneras en las que responde su cuerpo a los estímulos sexuales. De hecho, un estudio publicado por el National Institutes of Health (NIH) en 2011 muestra en imágenes cómo se activan regiones diferentes de la misma área del cerebro (el lóbulo paracentral medial) al estimular los pezones, el clítoris o el cérvix. Esto no significa que todas las mujeres puedan llegar a un orgasmo a través del estímulo de los pezones, aunque algunas sí; sino que el canal de comunicación entre esa zona erógena y el cerebro está abierto para experimentar esas sensaciones placenteras y abrirse a la exploración de sus efectos en el desarrollo de la sexualidad.
La sensibilidad en los pezones después de intervenciones estéticas o reconstructivas
Las alteraciones en la sensibilidad del pezón después de una cirugía plástica no son frecuentes; sin embargo, según la cirujana plástica y reconstructiva Marcela Sánchez, es posible que los nervios que se despliegan del cuarto nervio intercostal puedan verse lesionados en medio de la intervención. Esto puede ocurrir de manera leve, moderada o grave. En los casos graves, es muy difícil recuperar la sensibilidad, pero en el caso de las alteraciones moderadas o leves se pueden recuperar en un lapso de seis meses.
También es importante saber que existen intervenciones por las cuales se pierde la recepción sensorial de manera permanente. Por ejemplo, comenta la doctora Sánchez, “en una mastectomía se pierde completamente la sensibilidad, porque todos los nervios que llegan al pezón son retirados durante el proceso”. En estos casos pueden optar por una reconstrucción del seno que incluye el pezón y se puede hacer de distintas maneras, según el caso. De acuerdo con la doctora Sánchez, “se puede utilizar un colgajo (trozo de piel de otra zona del cuerpo) local del seno u otras múltiples formas de reconstruir el pezón; incluso se pueden utilizar injertos compuestos del pezón contralateral y también se puede reconstruir la areola con injertos de piel total o con tatuajes que realmente dan resultados óptimos a corto y a largo plazo”.
Los pezones son una parte esencial del seno, y cualquier cambio en su apariencia o funcionalidad debe motivar una consulta médica. Según la doctora Sánchez, señales como descamación de la piel, cambios en la coloración, retracciones o secreciones, incluyendo sangre, pueden indicar la necesidad de evaluación. “Si el pezón presenta retracción o alteraciones en la piel, es importante acudir al médico”, añade. Además, subraya la importancia de conocer la propia anatomía para identificar a tiempo cualquier cambio que pueda requerir atención.
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