Actriz destacada en el teatro, televisión y cine colombiano. Su reciente papel protagónico en el estreno nacional Malta resalta la importancia de abordar la salud mental y de romper con su estigma en el día a día.
Desde sus inicios en el mundo de la actuación, Patricia Tamayo ha interpretado personajes que han quedado en el corazón de distintas generaciones. Ha participado en diversas producciones tanto en Colombia como en el extranjero y con el tiempo, ha desarrollado una profunda conexión entre su carrera y su vida personal, pues vela porque los personajes que elige interpretar puedan enseñarle a ella y al mundo sobre la naturaleza humana.
En su último proyecto, el cortometraje colombiano Malta (dirigido por Natalia Santa), actúa junto a Emmanuel Restrepo y Estefanía Piñeres, quien interpreta a Mariana, una joven colombiana que enfrenta los desafíos de la edad adulta trabajando en un call center, que toma lecciones de idiomas y lidia con una familia disfuncional encabezada por su mamá Julia (interpretada por Tamayo).
Para Patricia, esta fue una oportunidad para dar voz a temas subyacentes que afectan a tantas familias y personas en la sociedad. "Hablamos de salud mental, un tema que aún nos cuesta y que nos da pena, pero que está en nuestro cuerpo: no en la rodilla, ni en el tobillo, pero sí en el cerebro: un desequilibrio de sustancias", dice. En el caso de su personaje, Julia, una mujer de 50 años, se refleja en un profundo sentimiento de culpa y una vida marcada por el dolor y la tristeza, en el que una salud mental reprimida va disminuyendo las capacidades físicas.
La actriz también afirma que la relación de Mariana y Julia busca desmontar el mito de las mujeres y madres perfectas, y muestra a mujeres que, en ocasiones, no pueden o quieren expresar amor o cuidado. "Las generaciones nuevas nos han enseñado a ser conscientes de nuestro cuerpo, pero aún arrastramos cargas de generaciones anteriores. A mis 50 años, siento que todavía cargo con taras que no son mías", añade.
Dice que Bogotá, la ciudad en la que ha vivido y trabajado durante décadas, también es una protagonista en Malta y en su vida. "Acá se entremezclan la melancolía y la vitalidad con la soledad. Llevo 26 años viviendo en Bogotá; aunque nací aquí, me mudé a Cali siendo muy pequeña. A veces su cielo es hermoso, otras veces triste e insoportablemente agresivo. Sin embargo, soy “Chapineruna” de corazón y la Bogotá retratada en la película captura esa esencia especial de una ciudad urbana, húmeda, fría y lluviosa, casi hostil, donde todos nos movemos como peces en el agua en nuestra rutina diaria. Bogotá es un monstruo y una diosa al mismo tiempo".
Considera que el bienestar emocional no consiste en dejar de lado las situaciones difíciles vividas, sino que se deben transitar y llevar en equilibrio con los mejores momentos. Guarda respeto por cada uno de sus personajes, a los que les ha designado un lugar en el cielo, un purgatorio y un infierno, en su corazón. Es una amante de las historias sencillas que hablan de las personas del día a día.
Mi escena de bienestar incluye…
Naturaleza, una buena comida, caminar y leer un libro.
El bienestar mental lo encuentro en…
Subir a la terraza todas las mañanas. A las 8 dejo un plato con papaya para unas mirlas, mientras estudio o disfruto del café matutino, y observo cómo llegan los pájaros con sus crías y cómo las mamás les dan de comer. A los dos días vuelven y es increíble cómo crecen. La mamá se para al lado del plato y el hijo no entiende qué hacer, pero ella sigue ahí hasta que el pajarito come por sí solo. Ver esa escena siempre me llena de amor por la vida.
La mejor forma de cuidar mi salud es…
Bailar me da tranquilidad física y mental. No soy muy disciplinada con el ejercicio, pero es esencial mover nuestro vehículo para relacionarnos con el mundo.
Mi éxito como persona…
Es buscar la coherencia. Soy muy coherente en mi trabajo, a veces no tanto en mi vida personal, pero es algo que sigo buscando. Si logro ser coherente en mi vida, o al menos en ciertos aspectos de ella podría declararme una persona exitosa.
Mi manera de cuidar a los demás la expreso…
A través de la delicadeza. Es algo a lo que he querido dedicarme con ahínco durante los últimos años, pero a veces no es fácil porque se malinterpreta mucho, y muchas veces el otro se convierte en mi responsabilidad, y ese no es el objetivo. Se trata de estar para el otro, de cuidarlo hasta mis límites y de ser delicada con esa persona.
La mejor forma de cuidar mi salud es…
Tener mesura en mis hábitos alimenticios. Creo que es una clave importante estar en movimiento y ser conscientes de ello.
Mi mantra para encontrar la calma en momentos difíciles es…
Para mí es difícil encontrar calma en los momentos difíciles. Mi cabeza es muy fuerte, entonces me apoyo en ejercicios de respiración en los momentos de ansiedad. También salgo a caminar o a respirar en mi terraza.
Valoro los momentos de soledad porque…
Me gusta mucho estar sola, aunque paradójicamente a veces se me complica acompañarme. Sin embargo, en los momentos de soledad, tanto en alegría y tranquilidad como en tristeza y angustia, salen otras cosas de nosotros que no aparecen cuando estamos con los demás.
Las pérdidas me han enseñado…
Quisiera decir que mucho, pero tengo que ser sincera: me cuesta mucho perder. Perder un ser querido, una relación de amistad o amorosa. Creo que la idea es poder estar más tranquilos con lo que hay adentro, con lo que uno ha encontrado en sí mismo. Todos vamos en esa lucha.
*Esta sección invita a reflexionar sobre el bienestar, la compasión, el autocuidado y el acompañamiento, porque así nuestra vida se llena de sentido y nos conecta con lo más valioso. El programa Ciudades Compasivas, promovido por la Fundación Keralty y New Health Foundation, busca la creación de comunidades compasivas que brinden bienestar a aquellos que lo necesitan.
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