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vejez, cuidado y la soledad

Querido Trópico: un jardín que habla de la vejez, el cuidado y la soledad

La película Querido Trópico retrata con delicadeza la vejez, la soledad y el cuidado a través de Mercedes, una adulta mayor afectada por la demencia, y Ana María, su cuidadora. Entre silencios y un jardín tropical, la película muestra cómo la ternura y la atención transforman vidas.

Estrenada el 7 de agosto de 2025 y presentada en festivales como el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) y San Sebastián, Querido Trópico se ha consolidado como una de las apuestas más delicadas y profundas del cine centroamericano reciente. Dirigida por la panameña Ana Endara, la película está protagonizada por Paulina García, actriz chilena, quien interpreta a Mercedes, una mujer de clase alta que enfrenta la pérdida de su identidad debido a la demencia, y la actriz caleña Jenny Navarrete, quien da vida a Ana María, su cuidadora inmigrante, marcada por un secreto que la aísla del mundo. La historia se desarrolla en un jardín tropical, escenario donde convergen sus soledades y se teje un vínculo inesperado y profundamente humano.

Esta coproducción entre Panamá y Colombia se sostiene en los silencios cotidianos, en la intimidad del cuidado y en la fragilidad humana, y explora un vínculo que desafía desigualdades sociales y afectivas. Por esto, la película ha sido reconocida internacionalmente con el Premio del Público y el Premio a la Mejor Interpretación (para Paulina García) en el Festival de Cine de Biarritz en 2024, un premio en el festival de cine latinoamericano Rencontres de Toulouse, y fue ganadora del fondo Su Mirada de la Fundación IFF de Panamá en 2024 para su postproducción.

Esta conversación con Ana Endara, directora del largometraje, y Jenny Navarrete, coprotagonista, recuerda la importancia de seguir creando historias que hablen desde la cotidianidad, la vulnerabilidad y el cuidado en el cine contemporáneo.

 vejez, cuidado y la soledad

Catalina Porras: En la película, el silencio es un protagonista más, y los personajes tienen una presencia silenciosa pero intensa. ¿Cómo abordar dos dimensiones tan profundas como la soledad y el cuidado, sin caer en gestos melodramáticos?

Jenny Navarrete: Fue un proceso de escucha y observación. Mi personaje no grita sus emociones; las habita. Para prepararme hablé con cuidadoras reales, mujeres que llevan vidas ajenas y sus propias historias invisibles. Lo que quise transmitir es el equilibrio entre renuncia y dignidad, fragilidad y fuerza, entendiendo que lo más potente muchas veces está en lo que no se dice.

CP: Querido Trópico aborda el cuidado como un acto político, una distribución de responsabilidades marcada por desigualdades sociales. ¿Cómo traducir esa realidad en el lenguaje cinematográfico?

Ana Endara: El cuidado es profundamente político: en quién recae, cómo se distribuye, qué cuerpos se desgastan para que otros sigan funcionando. Lo que buscábamos es que la intimidad del jardín en el que transcurre la mayoría de la historia, igual que  la relación entre Mercedes y Ana María, reflejara inequidades sociales concretas. Cada gesto, cada silencio habla de quién tiene poder, quién se sacrifica y cómo eso nos conecta o nos separa como sociedad.

CP: La película, sin embargo, no se centra solo en la fragilidad. Hay humor y ternura en la relación entre Mercedes y Ana María. ¿Cómo lograr que la vejez y la soledad se sientan vivas, y no solo como ausencias?

AE: La ternura y el humor son herramientas de resistencia. Permiten que la película respire y que los personajes, y el público, encuentren alivio. Incluso en la fragilidad, esos momentos muestran que la vida puede ser ligera y profunda al mismo tiempo

JN: Y la vejez no es solo ausencia: en ella hay memoria, deseo, afecto y risas compartidas. Mi personaje aprende que acompañar no es salvar, sino estar. Y que la risa, incluso en medio de la dificultad, puede ser un salvavidas. Lo más poderoso es que esas emociones no son teatrales, nacen del vínculo real entre los personajes y del respeto por su vulnerabilidad.

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 vejez, cuidado y la soledad

“La película surge de una preocupación por cómo cuidamos y cómo queremos ser cuidados, especialmente en países de Latinoamérica donde las desigualdades hacen que esas experiencias sean aún más complejas. Quería hablar de la vejez sin melodrama, pero con toda la ternura y la memoria que nos dan los años”, afirma Ana Endara.

CP: Ana, tu formación y trayectoria están muy vinculadas al cine documental. ¿Qué encontraste al dar el salto a la ficción?

AE: La ficción me permitió explorar la intimidad de manera diferente. En el documental se trata de acompañar la vida real; aquí era necesario inventar un mundo creíble y poético al mismo tiempo. Fue un reto construir la tensión de la demencia y del secreto de Ana María sin perder autenticidad. Pero también una oportunidad de experimentar con la narrativa, la fotografía y la composición de los espacios para que todo hablara de los personajes y no solo de la historia.

CP: Ana María tiene el papel de cuidadora, es un personaje que además carga con un secreto que la distancia del mundo. ¿Cómo se construye un personaje que debe transmitir la sensación de aislamiento y vulnerabilidad en cada escena?

JN: Intenté que su aislamiento se mostrara a través de la respiración, los silencios, la manera de moverse, de mirar. Todo era sutil: un gesto, una pausa, un parpadeo. Quería que el público sintiera lo que Ana María guarda por dentro sin que sea explícito. Esa tensión interna es lo que la hace tan humana.

CP: La película pone en el centro la intimidad del cuidado. Ana, ¿cómo fue explorar la relación entre cuidador y paciente desde un lugar de respeto y realismo?

AE: Para mí era fundamental mostrar la complejidad del cuidado, que no es solo un acto de servicio, también implica emociones, frustraciones, límites y ternura. Trabajamos mucho con los actores para que cada gesto fuera auténtico y que el público entendiera que cuidar a alguien es un intercambio: ambos personajes crecen, aprenden y se transforman.

JN: En mi caso, Ana María no tiene redes de apoyo; carga con todo el peso sola. Quise mostrar que el cuidado no es un sacrificio heroico sin consecuencias, sino un equilibrio delicado. Cada momento de vulnerabilidad de mi personaje está ahí para recordarnos que cuidar a otros también implica cuidarse a uno mismo, aunque eso a veces quede en segundo plano.

CP: La película también habla de memoria y pérdida de identidad. ¿Cómo trabajaron la representación de la demencia para que fuera cercana y sensible, sin ser un estereotipo?

AE: Consultamos con especialistas y acompañamos casos reales. Queríamos que la demencia se sintiera como un flujo de recuerdos y emociones fragmentadas, no como una caricatura. Cada escena fue pensada para reflejar la subjetividad de Mercedes y la manera en que su entorno se adapta a esos cambios.

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Catalina Porras Suárez

“Aprendí que acompañar no significa solucionar. Estar presente, escuchar, sostener sin invadir: eso es lo más poderoso. A veces, los silencios, los gestos pequeños y la constancia valen más que las palabras”, comparte Jenny Navarrete, quien interpreta a Ana María en Querido Trópico.

CP: La película transcurre casi que por completo en el jardín de la casa de Mercedes, un jardín tropical, un escenario casi simbólico. ¿Qué rol juega la naturaleza en la narrativa del cuidado y la salud emocional?

AE: Así es, el jardín no es un fondo decorativo; es un personaje que acompaña la historia. Cada árbol, cada planta, cada luz natural refleja emociones, transiciones y conflictos. Queríamos que la belleza y la densidad de la naturaleza contrastaran con la fragilidad humana, y que los silencios se sintieran tan vivos como los diálogos. El jardín es un espejo de las emociones de los personajes. Sus ciclos, colores y silencios acompañan los estados de ánimo, sus encuentros y desencuentros. Refuerza la idea de que la vida sigue, incluso en medio de la fragilidad, y que la conexión con la naturaleza puede ser un bálsamo para el alma.

Querido Trópico refleja que acompañar a alguien —sea un familiar, un amigo o un paciente— requiere presencia y atención. Que los pequeños actos de cuidado y escucha tienen el poder de transformar relaciones, y que la salud emocional y la ternura no son lujos, sino necesidades humanas esenciales.

Trópico prolonga esa mirada, pero ahora en una narrativa distinta, con el vínculo humano como lugar de resistencia y ternura.

Hoy, la película está en cartelera en salas de Colombia y Panamá, invita al público a encontrarse con una historia que, más allá de los festivales y los premios, recuerda que la vejez, el cuidado y la compañía son también una forma de resistencia frente a la soledad.

Catalina Porras Suárez

Periodista enfocada en la línea de bienestar y de salud mental. Disfruta conocer y escribir nuevas historias. La realización audiovisual, el cine y la función social del periodismo están dentro de sus intereses.