La sexta edición de la Feria del Millón tendrá lugar el 20, 21 y 22 de septiembre en Bogotá. Dentro del circuito artístico del país, la Feria es un animal extraño: propone dinámicas poco usuales, disruptivas e interesantes.
a Feria del Millón nació en 2013, buscando que artistas jóvenes tuvieran un espacio para mostrar y vender su trabajo. También para que todo aquel que nunca había comprado una obra de arte —porque no tenía el dinero suficiente o no sabía cómo— tuviera la oportunidad de hacerlo sin necesidad de ser un experto en la materia.
En estos seis años la Feria ha ganado reconocimiento dentro del circuito artístico nacional, por estar dirigida a los artistas y compradores emergentes. Es decir, aquellos que recién comienzan a producir y a coleccionar obras de arte.
Todas las obras expuestas cuestan alrededor de un millón de pesos. Aquí, tanto artistas como compradores saben a lo que van, sin sorpresas. Al año, los organizadores reciben alrededor de 1.300 portafolios de artistas que quieren participar en el evento, y un comité, que cambia en cada edición, selecciona alrededor de 70.
Hablamos con Diego Garzón, periodista cultural y cofundador de la Feria del Millón, para entender todo lo que ella representa.
La Feria del Millón quiere replantear la idea de que para comprar arte hace falta ser experto. O multimillonario. ¿Cómo lograrlo?
Normalmente el arte predispone. En la Feria del Millón usted se encuentra con artistas muy buenos de veinticuatro, veinticinco años, y simplemente compra porque le gusta lo que ve. Lo más bonito y disruptivo de la Feria es que es de artistas y no de galerías. Eso significa que el que está en el stand es el mismo artista, y usted puede preguntarle por qué hizo esto o por qué pintó esto otro. Es un diálogo más tranquilo que el que se da en una galería u otros espacios especializados.
Pero si nunca he comprado arte, ¿cómo debo acercarme al artista o la obra?
Lo esencial es comprar por gusto. Es como cuando compra un libro o una entrada a cine: es algo para usted. Finalmente es un placer estético. Comprar arte es subjetivo.
Hay que buscar entonces un equilibrio para darle gusto a todos.
Lo que hemos hecho es encontrar una mezcla de técnicas, de formatos, de temas para que haya todo tipo de propuestas para todo tipo de público. Porque definitivamente el mejor consejo es acercarse a lo que a uno le gusta.
¿Ahí es donde entra a jugar el precio?
Mentalmente usted sabe que todo cuesta alrededor de un millón de pesos y que con un tarjetazo eventualmente podría comprar algo. Lo más gratificante es que muchas personas nos han dicho que es la primera vez que compran una obra de arte.
¿Cómo entender el precio de una obra?
En el mercado del arte, para mí, el asunto de los precios es aleatorio. Alguien puede decir que esta botella de agua vale cien millones de pesos porque un gran artista la puso en un museo, y si usted los pagó, pues entonces eso vale. Obviamente hay una lógica: la obra se valoriza y demás. Pero no hay una tabla que indique que después de tantas exposiciones individuales y tantas colectivas el artista puede cobrar X plata por su trabajo. Ahora bien, no digo que todo el arte deba costar un millón de pesos, ni más faltaba. Por eso la Feria del Millón es una plataforma para artistas emergentes.
¿Qué han descubierto al trabajar con artistas que apenas comienzan?
Nos hemos dado cuenta de que los artistas se gradúan y no salen preparados para vivir de esa carrera. Me refiero a cosas básicas como no saber gestionar sus redes sociales o no saber cuánto cobrar por la obra. Nosotros entramos a orientarlos.
Además, tienen el programa Mentores.
Este año lo suspendimos, porque queremos ampliarlo a una escala mucho más importante. Queremos tener muchos más artistas de trayectoria acompañando a artistas jóvenes. En ediciones pasadas funcionó muy bien porque les sirvió a los artistas jóvenes para conceptualizar mejor.
¿A qué se refiere?
El arte tiene que decirnos cosas. No solamente es un asunto de pintar bonito, y ahí es donde los artistas jóvenes pueden fallar y los de trayectoria pueden ayudar.
¿Le han seguido la pista a los artistas que participaron en las primeras ediciones?
Sí, muchos están dando el paso natural que esperamos luego de la Feria: se presentan, se dan a conocer, les va bien en ventas y pasan a galerías y a exposiciones. Hay varios casos: Mario Arroyave, Juanita Carrasco, Alejandra Quintero. En promedio tenemos 70 artistas por Feria, y obviamente no todos despegan de la misma manera. Yo me doy por bien servido con que 25 % de ellos encuentre un camino en el mundo del arte.
Algo similar ha sucedido con el Premio Arte Joven Colsanitas-Embajada de España, del cual son aliados. ¿O no?
Esa es una alianza muy interesante. Como incentivo, a los finalistas del Premio Arte Joven Colsanitas les da tres cupos directos a la Feria del Millón. Esos cupos los escoge el comité curatorial de la Feria durante la exposición de Arte Joven, y lo valioso es que los seleccionados no necesariamente coinciden con los ganadores del premio.
¿Qué esperar de esta nueva edición de la Feria?
Lo principal es que cambiamos la locación. Va a ser en el Hospital San Juan de Dios y no en Textura. Seguimos apostándole a locaciones inesperadas, a invitar a la gente a ir a zonas donde normalmente no se mueve. Va a ser interesante porque es un complejo de tres edificios, patrimonio arquitectónico, y la atmósfera de la Feria va a cambiar mucho.
Además van a extender la Feria a otras ciudades...
También. El 26 de septiembre vamos a hacer una Noche del Millón en Cali, el 17 de octubre en Barranquilla y el 7 de noviembre en Medellín.
Va a ser el tercer año en Barranquilla, ¿qué han descubierto al sacar laferia de Bogotá?
Que hay ciudades sin espacio para que los artistas expongan y vendan su trabajo. Nosotros recibimos alrededor de 1.300 portafolios al año, y los cupos son pocos. Los artistas nos estaban pidiendo espacio para exponer porque en sus ciudades no había en dónde. Y esto ha ayudado a visibilizar a otros artistas, porque no todo es Bogotá.
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