¿Las latas abolladas son seguras? ¿Qué hay de los empaques inflados? ¿En qué consiste la contaminación cruzada? Averígüelo en este artículo.
Sin importar si es un supermercado de cadena o una plaza campesina, siempre deberíamos tener presente la clase de alimentos que compramos y su nivel de bioseguridad. Esto nos permite adquirir productos más saludables y de mayor calidad y evitar que nos enfermemos. En caso de duda, lo mejor es preguntar. Por esta razón, los ingenieros químicos y profesores universitarios María Hernández y Diego Castellanos resuelven algunas dudas al respecto y nos ofrecen consejos a la hora de hacer la compra.
- Evite los envases inflados
“Los empaques o envases de los alimentos pueden inflarse por diferentes causas, sin embargo, lo más probable es que sea por la presencia de microorganismos que pueden descomponer o fermentar sus ingredientes, produciendo gases como el dióxido de carbono”, dice Castellanos. Estos gases hacen que los empaques cerrados se hinchen. Otra razón, mucho menos común, es el cambio de temperatura o presión de un empaque en su distribución. En algunas ocasiones, esto puede hacer que los gases añadidos del empaquetado para crear una atmósfera controlada se expandan. De cualquier manera, revise otras unidades del mismo producto para evaluar su estado original. Aunque hay frituras que vienen empacadas en bolsas que son infladas con la adición de nitrógeno el cual se usa para prevenir la oxidación y el deterioro del alimento, esta es una de las pocas excepciones que existen.
- No compre latas abolladas
Es posible que durante la comercialización o el transporte del producto este sufra desperfectos, lo que se evidencia en enlatados doblados, abollados o con fisuras. Ante este escenario, lo más recomendable es buscar aquellos comestibles que se encuentren en perfectas condiciones: “Incluso hendiduras pequeñas o grietas casi imperceptibles comprometen su hermeticidad, lo que lo hace más susceptible a reacciones de degradación por bacterias”, indica Hernández. Adicionalmente, el doblamiento que se produce cuando se golpea el metal puede provocar fracturas microscópicas en el revestimiento interior de la lata, generando la interacción entre el metal y el alimento, lo que causa fenómenos químicos entre ambos que pueden ser tóxicos o afectar los componentes del mismo.
“Para saber que un alimento está en buen estado, lo mejor es revisar la fecha de caducidad. No obstante, es necesario saber que después de abierto el producto, su vida útil se reduce en gran medida”.
- Tenga cuidado con la contaminación cruzada
Cuando hacemos mercado, muchas veces empacamos víveres y otros artículos en la misma bolsa, lo que podría resultar en un proceso conocido como contaminación cruzada, en otras palabras, la transferencia de sustancias químicas, gérmenes y otros contaminantes a través del contacto directo o indirecto (por medio de utensilios de cocina, superficies, las manos, el aire, etc.). A pesar de que los empaques generalmente funcionan como barrera, existen productos que no los traen, lo que facilita la contaminación cruzada. En ese sentido, según la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, “es recomendable separar la carne de res, pollo o pescados crudos de los comestibles listos para consumir y de las frutas y verduras frescas en áreas como el carrito de compras, el refrigerador y al preparar y manipular los alimentos en el hogar”. Por supuesto, no olvide separar también los químicos o artículos de limpieza de los demás.
- Los alimentos que tienen más cristales de hielo suelen tener una calidad disminuida
Al pasar por las neveras y, en especial, por la sección de cárnicos, es posible que dichos comestibles se encuentren empacados junto con grandes cristales de hielo alrededor, lo que evidencia un proceso de congelación demasiado lento comparado con otros en los que la formación de hielo es poca o casi inexistente. “A nivel estructural, estos cristales pueden provocar que las reacciones de degradación que ocurren en la comida se den con mayor rapidez luego de la descongelación, lo que desencadena modificaciones en las fibras musculares. Usualmente, esto resulta en una porción más dura o seca al cocinarla”, señala la ingeniera. En general, los cristales de hielo no implican que el producto haya perdido la garantía de estar libre de agentes patógenos. Aun así, cuando se descongela un alimento y luego se vuelve a congelar, los microorganismos que estaban inactivos durante las bajas temperaturas pueden volver a reproducirse, aumentando la probabilidad de una intoxicación alimentaria.
- Revise la fecha de caducidad, pero también las condiciones de almacenamiento
Para saber que un alimento está en buen estado, lo mejor es revisar la fecha de caducidad. No obstante, es necesario saber que después de abierto el producto, su vida útil se reduce en gran medida. Sumado a eso, muchos insumos exigen una forma de almacenamiento para que dicha fecha resulte acertada. “Así, por ejemplo, un yogur puede tener una fecha de caducidad para dentro de un mes, pero si no está refrigerado, esa fecha ya no es garantía de su inocuidad. Lo mismo sucede con las cervezas y otros productos embotellados, como el vino, los cuales deben estar protegidos de la luz solar directa para mantener sus características”, explica Castellanos. En Colombia no es obligatorio para las empresas colocar una fecha de consumo preferente, por lo que normalmente son los productos importados los que la tienen. Dicha fecha se refiere al momento hasta el cual el alimento conserva sus estándares de calidad (sabor, olor, textura, nutrientes), siendo aceptable y seguro su consumo desde ese día hasta la fecha de vencimiento.
“En el carro del supermercado es recomendable separar la carne de res, pollo o pescados crudos de los alimentos listos para consumir y de las frutas y verduras”.
Comida más saludable
Si bien es fundamental asegurarnos de que los productos alimenticios que compramos no nos causen enfermedades, también es importante que sean beneficiosos para nuestra salud. En ese sentido, y para evitar elegir esos antojos que muchas veces perjudican más de lo que aportan, la nutricionista Luisa Becerra, adscrita a Colsanitas, comenta algunas de sus recomendaciones para hacer la compra:
- Haga una lista de lo que va a comprar. Aunque por cuestiones de tiempo y organización muchas veces no es posible programar exactamente las raciones de toda la semana, sí podría hacer una lista flexible en la que entren frutas, verduras y proteínas, prefiriendo productos locales y en cosecha.
- Opte por alimentos con pocos ingredientes. Habitualmente, los artículos del supermercado con menos ingredientes suelen ser menos procesados y más saludables que aquellos con una lista larga de componentes en la etiqueta.
- Prefiera las plazas de mercado (sobre todo para frutas y verduras). Los alimentos más frescos tienen mayor cantidad de nutrientes. Además, este tipo de espacios puede ayudarle a evitar la tentación de echar en el carrito snacks y golosinas que difícilmente aportarán a una dieta saludable.
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