Es una sal que funciona como ingrediente principal de herbicidas empleados para la eliminación de maleza en los cultivos. También se usa para la maduración de la caña de azúcar.
a combinación “Glifosato + Colombia” en cualquier buscador de internet lleva a decenas de artículos relacionados con el uso que hace el Estado de este componente químico para la aspersión de cultivos ilícitos. Es una discusión muy válida en un país que acumula heridas profundas por un conflicto interno atizado por las sustancias ilegales. Sin embargo, este artículo quiere hurgar en los otros tantos usos que tiene el glifosato y de los que se habla poco.
Adriana Sánchez, PhD en Biología y directora del departamento de Biología de la Universidad del Rosario, explica que el glifosato es una sal que combinada con otros elementos químicos funciona como herbicida de amplio espectro no selectivo, lo que significa que se utiliza para eliminar hierbas, malezas y arbustos sin discriminación, pues “mata cualquier cosa verde que se le atraviese”.
Los agricultores emplean este tipo de herbicidas para eliminar la maleza puesto que ésta compite con sus cultivos por la luz solar, el agua, el espacio y los nutrientes del suelo. Y es con esta intención que llega el producto a Colombia en 1972. Seis años después se empezó a usar el glifosato para combatir las siembras de marihuana, coca y amapola.
“La actividad herbicida del glifosato consiste en que entra a la planta, a través de las hojas o raíces para después migrar a otras partes del tejido vegetal, interrumpe las reacciones químicas que le permiten generar aminoácidos aromáticos y así detiene la síntesis de proteínas en sus células. Impedida de desarrollarse, a los pocos días la planta muere. Pero nunca se usa la sal sola, hay que agregarle varios componentes más para que el glifosato se diluya y penetre el follaje. En esos “otros componentes” están muchos de los problemas relacionados con la toxicidad del producto”, explica la bióloga.
Adriana Sánchez refiere que en 2015 había unas 750 fórmulas para combinar el glifosato con otros ingredientes pero los investigadores no tienen acceso a esas fórmulas porque se les clasifica como “secreto de la industria”. Bajo esa etiqueta, los fabricantes no están obligados a declarar qué más contiene el producto. Aún así, se sabe que muchas de las combinaciones incluyen POEA o MONO 818, ingredientes presentes más o menos en el 15 % del producto, cuya toxicidad es mayor, inclusive, que la del propio glifosato. Y a eso hay que sumar que el herbicida también puede contener metales pesados como plomo, mercurio y arsénico. Entonces, la experta precisa que, el problema no está sólo en el glifosato sino en los elementos con los que se le combina.
“Hay estudios muy serios que demuestran que estos componentes, incluido el glifosato, van a parar directamente a la comida, sin contar con que de esas plantas rociadas con el herbicida se alimentan las vacas, los cerdos, los pollos y los pavos que luego nos comemos los seres humanos. Es matemática simple”, advierte Sánchez.
El glifosato que se usa para rociar los cultivos ilícitos posee una concentración de aproximadamente 110 % más que el usado en la agricultura.
Discusiones no resueltas
Los alimentos transgénicos vienen de plantas y animales cuyo material genético ha sido alterado de forma no natural, con la intención de que sean más resistentes a los agentes externos y más productivos. La bióloga Sánchez cuenta que una de esas modificaciones la hizo la multinacional Monsanto al insertar en las plantas un gen para que resistan al herbicida con glifosato. Entonces, “si les entra el herbicida no se mueren, pero se igual se queda en la soya, el arroz, el maíz, el trigo que uno compra en forma de harina, de granos o de cereal y va directo a nuestro organismo”, precisa Sánchez.
Las campañas en favor del producto indican que el glifosato inhibe específicamente una enzima esencial para el metabolismo de las plantas que no se encuentra en animales o en humanos. Por eso, alegan que no es peligroso para otras especies diferentes a la vegetal, siempre y cuando no haya una exposición directa a cantidades muy elevadas que están muy por encima de las que se usan en los herbicidas. Otro argumento en defensa del glifosato es que se degrada con facilidad y apenas tiene una vida útil de 16 días, con lo cual se reducen las posibilidades de acumulación y contaminación.
El hecho más destacado en los últimos tiempos, con respecto a la toxicidad del glifosato, lo protagonizó la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud, en 2015, cuando lo clasificó como “probable carcinógeno en humanos”, la segunda categoría en toxicidad cancerígena.
A comienzo de 2021, Bayer enfrentaba unas 125.000 demandas judiciales en Estados Unidos por comercializar un herbicida a base de glifosato nocivo para la salud y ser, presuntamente, responsable de efectos cancerígenos del tipo linfoma no Hodking en personas que lo usaban con regularidad. Según una nota de The Wall Street Journal, el grupo alemán intentó cerrar el caso con un pago de diez mil millones de dólares, en un acuerdo que involucraba a los actuales demandantes y a los que se pudieran presentar en el futuro. El juzgado rechazó la oferta.
Carlos Emilio Raigoso, sociólogo y doctor en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, elaboró en 2018 su tesis doctoral sobre las regulaciones del glifosato en Colombia, y advierte que la aplicación en los cultivos ilícitos está por fuera de la regulación adoptada por el país para el control de insumos agrícolas, por eso el producto no está obligado a cumplir con los requisitos ni los estudios que demanda su uso en cultivos agrícolas legales. “Y la verdad es que no se ha desarrollado un producto que se le parezca”, comenta.
“En el cómo se hacen las regulaciones es donde están las opacidades porque se hacen sobre papeles que entregan los mismos productores. Los mismos comercializadores que solicitan las licencias son los que ofrecen los estudios y las pruebas. Y el Estado no tiene la capacidad científico técnica para comprobar que sea cierto lo que dicen las compañías interesadas en producirlo y venderlo”, asegura el investigador.
Raigoso se pregunta si es suficiente dejar en manos de los pequeños agricultores su cuidado frente a un producto que puede ser peligroso, y que apenas está guiado por las recomendaciones de la etiqueta del herbicida.
Madurante de caña de azúcar
Hay un uso particular que se le da al glifosato y es el de madurante en la caña de azúcar. En este caso, se aplica la sal con la intención de que incremente en un 25% el contenido de sacarosa en los tallos de la planta y se obtenga una mayor cantidad de azúcar por área cosechada.
“La maduración de la caña de azúcar es una tecnología adoptada por los ingenios del Valle del Cauca desde hace aproximadamente dos décadas. El glifosato se aplica, más o menos, en el 75 % del área sembrada en esa región y en algunos casos se mezcla con productos bioestimulantes y fertilizantes foliares para reducir los daños a cultivos vecinos por deriva, disminuir daños en cañas estresadas por exceso de humedad y aumentar el rendimiento”, advierte un trabajo de los profesores Alejandro Durán y Silvio Fernando Cadena de la Universidad Nacional de Colombia.
Sin embargo, el Centro de Investigaciones de la Caña de Azúcar de Colombia, una organización sin fines de lucro financiada por los propios ingenios azucareros, “considera muy importante identificar nuevos productos maduradores que actúen como el glifosato pero con menos impacto ambiental, menores riesgos tóxicos a las personas…”, advierte en su página web.
Entonces, a pesar de las bondades que se le reconocen a este componente para el aumento de la efectividad en los cultivos de caña de azúcar, también se advierte sobre la necesidad de buscar alternativas para sustituir su uso por otros productos que sean más amigables con el medio ambiente.
Más datos
• Bayer compró a Monsanto en 2018, el productor original del herbicida con glifosato llamado Rondoup, el más popular en el mundo.
• Aproximadamente el 45 % del uso agrícola del glifosato está asociado a los cultivos transgénicos (principalmente maíz, algodón, canola y soya tolerantes a glifosato).
• El 95 % del uso de este producto en Colombia es como herbicida en cultivos legales, frente al 5 % para asperjar cultivos ilícitos, según datos del Ministerio de Agricultura.
• Hay, al menos, 102 productos registrados con glifosato, catalogados bajo la etiqueta de “confidencial”.
• El 61 % de los fabricantes de herbicidas con glifosato y el 47 % de los formuladores de estos productos son chinos, aunque Colombia es un formulador importante, con un 23 % del mercado.
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