La dieta básica en Colombia no siempre ha sido arroz, carne, papa y plátano maduro. Hay muchas frutas y verduras que por diversas razones dejaron de consumirse, y que hoy rara vez se ven en el mercado.
En Colombia y en todo el mundo unos alimentos se consumen más que otros. Detrás de los productos que encontramos en el supermercado y en la plaza hay toda una agroindustria que promueve el cultivo de unos y desestimula otros. Por otra parte, hay unos cultivos que benefician más la economía campesina, y que se prefieren por sobre otros que no son tan rentables. Esto tiene como consecuencia que algunos alimentos, ya sea por las tendencias de consumo o por la poca rentabilidad que tiene cultivarlos, entran en desuso a pesar de su valor nutricional y de su aporte a las tradiciones culturales y gastronómicas.
El encuentro de dos mundos
Antes de la Conquista española, en lo que hoy hace parte del territorio colombiano se cultivaba ampliamente la quinua, la oca, los cubios, el ulluco, el arboloco, el pepino dulce y la papayuela, entre muchos otros. Una exhaustiva investigación sobre cultivos marginados en Latinoamérica de la Organización den las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Jardín Botánico de Córdoba, España, concluye que la llegada de los españoles a América fue el comienzo de un intercambio sin precedentes que afectó radicalmente los hábitos alimenticios en el planeta, y que para el continente significó también el marginamiento y el olvido de alimentos que hacían parte de las tradiciones de las comunidades precolombinas.
Con la llegada de los españoles, los alimentos de los indígenas tuvieron que competir con los recién llegados granos de arroz, trigo, cebada, y con las manzanas, peras y duraznos. Muchos de los productos nativos perdieron la batalla, tanto así que los alimentos que trajeron los europeos con el tiempo se volvieron parte esencial de la dieta americana y hasta orgullo nacional, como el café de Colombia, que fue traído al país desde Etiopía.
El encuentro entre el viejo y el nuevo mundo no fue el único quiebre en el orden alimenticio mundial. De acuerdo con Francisco Franco, agrónomo de la Universidad Nacional, la variedad de alimentos que consumimos se ha reducido en los últimos 50 años en todo el mundo gracias a la llamada revolución verde, que incrementó la producción principalmente de variedades de arroz, maíz y trigo resistentes a las plagas, a los cambios de clima y que rinden mejores frutos con el uso de fertilizantes.
Franco dice: “La revolución verde promovió el monocultivo para el consumo masivo y eso es terrible, porque simplemente no deja espacio para cultivar nada más. Para el caso de Colombia, en el Chocó había 200 variedades de arroz, pero los dueños de los molinos llevaron a que se cultivara solo una especie”. Franco sabe bien de lo que habla, porque se ha dedicado en los últimos seis años a rescatar los cultivos tradicionales de campesinos e indígenasen todo el país. En una investigación que realizó en 2011, encontró que en los últimos 40 años dejaron de cultivarse en el Eje Cafetero el 72% de los alimentos asociados a la siembra de café luego de que se impusiera el monocultivo de este grano. “En Colombia había un millón de hectáreas de café, pero eso incluía cultivos de frutas, de plantas medicinales, plantas ornamentales, etc. Poco a poco se fueron eliminando esos cultivos y eso se convirtió en una pérdida grandísima de alimentos tradicionales. No es ni siquiera que se haya perdido la especie, sino que se perdió el hábito de consumirlos”.
La variedad de alimentos que consumimos se ha reducido en los últimos 50 años gracias a la revolución verde, que incrementó la producción de variedades de arroz, maíz y trigo resistentes a las plagas.
En su trabajo, Franco encontró que en las fincas donde actualmente solo se cultiva café antes podía encontrarse hasta 149 especies diferentes entre frutales, plantas medicinales, especies forestales y cultivos de pancoger, entre otros. Que alimentos como el algarrobo, el árbol del pan, la cañafístula o la jaboticaba hoy sean solo palabras extrañas cuyo significado solo conocen los campesinos más viejos del EjeCafetero es una muestra, dice Franco, de la pérdida no solo de diversidad alimentaria y ecosistémica, sino del olvido de las tradiciones ancestrales y de la soberanía alimentaria de la familia campesina colombiana y, por extensión, latinoamericana, porque la situación es parecida en otros países.
¿Cómo rescatar entonces estos alimentos olvidados para traer de vuelta sus beneficios y las costumbres de nuestros ancestros?
“La existencia y permanencia de variedades de productos depende de las tendencias de consumo. Si nadie compra, por ejemplo, un tipo de yuca, eso hace que esa variedad vaya
desapareciendo del mercado”, es la respuesta que tiene a este interrogante Julio Ramírez, investigador de Corpoica. Y añade: “los mercados campesinos no terminan de consolidarse y uno como consumidor debería apoyarlos para que el campesino obtenga un beneficio salarial, porque ¿qué saca con cultivar la papa de hace 200 años si nadie se la compra?”.
En conclusión, del lado de los consumidores se puede empezar por aventurarse a tener una dieta más variada e incluir alguno de estos productos que se consiguen en las plazas de mercado y en los mercados campesinos. Si los desconoce por completo puede revisar libros de cocina colombiana o buscar información en internet. Si la cocina no es lo suyo puede ir entonces a uno de los muchos restaurantes que ahora se dan a la tarea de trabajar con productos locales para volverlos a poner en la mesa colombiana. Hay en casi todas las ciudades medianas y grandes.
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