Uno de los acueductos comunitarios rurales más grandes y organizados del país se encuentra en Altagracia, un corregimiento ubicado en el área metropolitana de Pereira, Risaralda.
as iniciativas comunitarias que hoy permiten el acceso al agua a cerca de doce millones de colombianos en las zonas rurales, son la herencia cultural que antiguas generaciones de campesinos, indígenas y poblaciones afro dejaron en sus comunidades. Aunque pueda resultar sorprendente, en Colombia existen cerca de doce mil acueductos comunitarios rurales, de los cuales al menos 45 están ubicados en el área rural de Pereira.
Los acueductos comunitarios son una expresión de la colectividad que en el país ha perdurado por muchos años, más de 20 en el caso de Acucesdi, o Acueducto Cestillal El Diamante, ubicado en zona rural de Pereira, Risaralda. Isabel Gutérrez, secretaria del Consejo Directivo del acueducto desde 2006, explica que éste es considerado uno de los más grandes y el más organizado del país, pues hoy abastece a cuatro corregimientos: Altagracia, Arabia, Morelia y La Estrella-La Palmilla; 41 veredas y 19 barrios del área metropolitana de Pereira. “Es más grande que los acueductos de algunos municipios de Risaralda como Quinchía, Pueblo Rico o Santuario”, agrega Jorge Luis González, el gestor administrativo del acueducto desde hace 18 años.
Para llevar agua a más de 40.000 usuarios, el proyecto cuenta con tres plantas de tratamiento, 12 tanques de almacenamiento, un sistema de tratamiento de lodos y 400 kilómetros de redes, y se abastece de los ríos Paraíso, Cestillal Alto y Cestillal Bajo, así como de las quebradas Aurorita, Montañita y El Tesoro. “Eso nos hace uno de los acueductos más extensos de Colombia y América Latina”, explica González.
De las principales banderas del acueducto, la más importante es “brindar un excelente servicio en calidad, continuidad y cantidad a un precio mínimo para nuestros suscriptores y usuarios en general”. Sobre esto le pregunté a Hermes Yangana Bedoya, un hombre de 61 años que vive con su esposa y atiende la panadería que tiene en el primer piso de su casa, llamada El Buen Sabor. Yangana me cuenta que como habitante de Altagracia se siente satisfecho con el servicio que Acucesdi le presta a la comunidad y el valor de la factura es justo y asequible. Un logro comunitario.
Según cifras del DANE, en el país la cobertura del servicio de acueducto en la zona urbana es del 96 %, pero en la zona rural es apenas del 56,3 %. Además, la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas estima que en las zonas en las que el Estado tiene limitaciones para garantizar el derecho al agua, vive el 24 % de la población.
El dato
En Colombia existen alrededor de 12.000 acueductos comunitarios.
Herencia cafetera
Aunque la comunidad recibió el proyecto hace poco más de 21 años y desde entonces lo administra y dirige, esta iniciativa nació en 1961, después de que la entonces Federación Nacional de Cafeteros, el Comité Departamental de Cafeteros de Caldas y la Gobernación de Caldas escucharan las peticiones de algunos líderes de la comunidad sobre la necesidad de un acueducto que les permitiera acceso al agua limpia para lavar mejor el café, un producto que desde los años cuarenta del siglo pasado venía en crecimiento en la región y ofrecía una alternativa de trabajo para la zona, que aumentaba rápidamente en cantidad de habitantes.
La propuesta era viable porque existía el Fondo Nacional del Café, un recurso destinado a adelantar obras de este tipo, así como electrificación, escuelas y vías de penetración rural.
Con el fin de cumplir con la Ley 142 de julio 11 de 1994, “Régimen de Servicios Públicos Domiciliarios”, que reglamenta la función social de la propiedad de las entidades prestadoras de servicios públicos incluyendo acueductos, en 1999 la comunidad recibió la administración del acueducto de parte del Comité de Cafeteros. Esto debido a que el acueducto debía ser dirigido por alguna empresa constituida legalmente, o por la comunidad debidamente organizada.
Alrededor de ocho personas asumieron el reto de convocar a la comunidad de las diferentes veredas y barrios para hablar sobre la importancia de tomar las riendas de la prestación del servicio de acueducto mediante la creación de una asociación comunitaria que facilitara este proceso. Y fue así como finalmente recibieron la infraestructura de tanques, redes y bocatomas para dar inicio al manejo, operación y administración de la naciente empresa comunitaria.
En 1999 la comunidad recibió la administración del acueducto de parte del Comité de Cafeteros.
Organización comunitaria
Actualmente, el acueducto emplea a 23 personas de la región tanto en el área operativa como administrativa. El consejo directivo está compuesto por siete personas entre presidente, vicepresidente, secretaria general, tesorero, auditor de control interno, un representante del Comité de Cafeteros y un gestor administrativo. Estos cargos se determinan por elección popular cada cuatro años, con participación de todas las veredas. La labor que han desempeñado las personas que hoy ocupan estos cargos y que en varios casos lo han hecho por más de una década, es reconocida y aplaudida por la comunidad. Sin embargo, y como siempre sucede con los puestos de representación, otros habitantes piensan que sería ideal que más personas le apostaran a ocuparlos, para refrescar la visión de crecimiento de la empresa de cara a las nuevas necesidades del proyecto.
Valeria Arbeláez es administradora ambiental y conoce muy bien el acueducto comunitario Acucesdi, pues hizo parte del proyecto de huertas comunitarias que se adelanta en una de sus veredas para aprovechar las aguas residuales que resultan después del tratamiento de lodos. Arbeláez explica que Acucesdi es un ejemplo de buen funcionamiento, pues “cumplen con las exigencias de la Carder para captación de agua, semanalmente se hacen análisis tanto de las bocatomas como de las plantas y de varios puntos de muestreo”.
Desde el principio, la comunidad trabajó en el proceso de capacitación continua y logró la certificación de competencias laborales del SENA.
Otros acueductos comunitarios
En Colombia existen alrededor de 12.000 acueductos comunitarios, fundamentales para la preservación de la vida en numerosos sectores del país. La mayoría de ellos hace parte de una red, bien sea pequeña o grande, que los asocia con los demás acueductos comunitarios de su región. Sin embargo, no todos se encuentran en las mismas condiciones.
Algunos de estos acueductos rurales no tienen los recursos ni condiciones socioeconómicas para cumplir con los requerimientos de ley necesarios para ser reconocidos como acueductos comunitarios, que son, entre otros, trámites y pagos para denominarse corporación, cooperativa o asociación. Sobre esto me explicó Víctor Fernandez, administrador ambiental, que por ejemplo “la normatividad colombiana mide con el mismo rasero a la empresa de acueducto y alcantarillado de Pereira y a una empresa comunitaria de un acueducto pequeño como puede ser El Pital de Combia, ubicada en zona rural de la misma ciudad. Los requerimientos para cumplir con la norma técnica en términos de micromedición, macromedición, estructura tarifaria, proceso de potabilización o tratamiento del agua son los mismos, lo que no es igual es el músculo financiero con el que cuentan estas dos empresas para cumplir con esos requisitos”.
Por su parte, la Red Nacional de Acueductos Comunitarios de Colombia asegura que estos proyectos “por su naturaleza no pueden ser enmarcados en la actual legislación diseñada para garantizar el lucro, lo cual exige un régimen especial para los acueductos comunitarios acorde con su función de gestión pública, participativa y comunitaria del agua”. Por eso defienden y proponen una ley que reconozca el agua como bien común.
En 2017 presentaron una iniciativa legislativa para defender y fortalecer los acueductos comunitarios, titulada El derecho a la autogestión comunitaria del agua, donde explican que los sistemas de agua y saneamiento autogestionados constituyen una forma de gestión pública. “Los sistemas comunitarios observados en este informe adoptan un enfoque integral que combina las necesidades sociales y medioambientales para garantizar el acceso al agua y al saneamiento básico, para gestionar las cuencas hidrográficas y proteger las fuentes de agua locales”.
Además, señalan que “El Estado tiene la obligación de promover, defender y garantizar el derecho de las comunidades a autoabastecerse de agua, en tanto es una manifestación del derecho a la participación de la ciudadanía en la gestión de lo público”.
Lo cierto es que los acueductos comunitarios, desde sus diferentes formas de organización, son estructuras sumamente importantes para quienes habitan territorios rurales y representan una poderosa manifestación de organización social y solución de necesidades primarias de una comunidad.
* Periodista de Bienestar Colsanitas
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