La cleptomanía es un martirio para las personas que la padecen y para sus seres queridos. ¿Qué hacer? Aunque cada caso debe estudiarse de manera particular, aquí varios expertos dan algunas luces.
a cleptomanía es un trastorno de la salud mental o un desorden psiquiátrico relacionado con la incapacidad recurrente de controlar el fuerte impulso de hurtar objetos que suelen carecer de valor y de utilidad para el mismo cleptómano, que incluso puede tener los medios para comprarlos. Este acto lo realiza sin una premeditación o planificación y cuando estima que las circunstancias son propicias.
Primero, la persona siente el asalto espontáneo de una fuerte e incontrolable ansiedad por tomar algo que no es suyo; en medio de una lucha por oponerse al impulso, se eleva su tensión, los niveles de estrés; sabe que ese estado solo disminuirá al tomar de forma subrepticia y rápida el objeto deseado. Segundo, evalúa el entorno, luego hurta el objeto y enseguida siente que disminuye el estrés, la excitación y el malestar, a lo que le sigue una sensación de placer, gratificación o descarga. Pero enseguida es inevitable que padezca sentimientos de culpa, vergüenza, arrepentimiento y depresión, en la mayoría de los casos.
Esta rutina se vuelve repetitiva con el tiempo, y “es un fracaso reiterado en el intento de resistir el impulso”, como expresa el psiquiatra Pinhas N. Dannon, de la Universidad de Tel Aviv, en su artículo “Cleptomanía: entre el trastorno de control de los impulsos y las conductas adictivas”, escrito en coautoría con G. Berman, y que puede leerse en línea.
El hurto puede suceder en casa de amigos, de familiares, de desconocidos, y en almacenes y centros comerciales. Porque la persona cleptómana es víctima de un impulso mental superior a sus fuerzas, con el que no busca un beneficio personal, a diferencia de los ladrones profesionales, que hurtan con el fin de obtener un lucro o de enriquecerse. De todos modos, la cleptomanía está asociada con una conducta delictiva que causa estrés, con consecuencias legales en algunos casos y disfunciones maritales y sociales.
Dannon y Berman estiman que la proporción de personas que sufren esta enfermedad está entre el 0,6 % y el 0,8 % de la población en general. Y que los casos de cleptomanía entre los ladrones regulares de almacenes y supermercados son de alrededor del 8 %.
Los síntomas pueden comenzar desde la adolescencia hasta la adultez, con un promedio de edad de los veinte años, o también iniciarse en la edad madura.
Doble vida
Es común que los afectados por esta enfermedad la mantengan en secreto y que muy rara vez pidan ayuda por su propia iniciativa. Sufren de vergüenza y miedo a ser denunciados y arrestados. Los que son expuestos a la luz y son llevados a recibir atención médica especializada, por lo general, es porque fueron sorprendidos in fraganti por sus familiares o amigos, o por el descubrimiento que alguien hace de los objetos que han acumulado en alguna parte de la casa. Sin embargo, “hay casos en los que desarrollan diversas estrategias de autocontrol que los ayudan a contenerse y a evitar los hurtos, como ir acompañados a los lugares donde podrían efectuarlos, o evitar pasar o entrar a los centros comerciales”, afirma la psicóloga española Sara Muñoz Jiménez en su artículo en línea “¿Qué es la cleptomanía?”.
La cleptomanía ha sido poco explorada y diagnosticada; sin embargo, es considerada como grave, sobre todo si no se trata, porque puede causarle mucho dolor emocional al afectado y a sus seres queridos, ya que deteriora áreas vitales como la familiar, social, laboral y personal, lo que comprende, entre otros, ser arrestado, perder un empleo o dañar una relación valiosa.
Son muy pocos los casos en los que aparece sola. En ocasiones está asociada con otros trastornos como la ansiedad y la depresión, con trastornos de la personalidad, con la bipolaridad, con trastornos de la alimentación y con la adicción al alcohol, a las drogas, al sexo o a las compras. Algunos estudios han mostrado que el 47 % de los cleptómanos padece trastornos afectivos, y el 37 % trastornos de ansiedad. Otros han comprobado que cerca de la mitad de los individuos con cleptomanía también presentan síntomas del trastorno de acumulación compulsiva, porque los artículos hurtados suelen esconderlos y nunca los usan. También se ha encontrado que muchos cleptómanos donan los artículos que sustraen, o se los regalan a familiares o amigos, incluso los devuelven secretamente al lugar de donde los tomaron.
Estudios e interpretaciones
Sus síntomas y características solo fueron definidas a finales del siglo XIX, pero sigue siendo un trastorno sobre el que es difícil establecer un cuadro o matrices que lo definan. Por lo general, las investigaciones que lo han abordado surgen de informes de casos únicos, por lo que es difícil conocer la prevalencia real; esto origina dificultades para establecer las causas, el curso y los tratamientos adecuados.
“Los psicoanalistas —expresa María del Pilar Jaime, psiquiatra de la Asociación Colombiana de Psiquiatría (ACP)— interpretan la cleptomanía como una muestra de un vacío, de una carencia de afecto, de cariño, que simbólicamente intentarán llenar con los objetos que hurtan”.
Por lo general, los cleptómanos son personas que viven solas y con pocas redes de apoyo. Estudios han revelado que tienen una alteración de los neurotransmisores cerebrales, especialmente de la serotonina (está relacionada con el control de emociones y el estado de ánimo), de la que presentan bajos niveles. Por esto son personas depresivas que encuentran en el hurto de objetos una sensación placentera, porque cuando lo hacen hay una liberación de dopamina en el cerebro, sustancia química relacionada con el aprendizaje, la memoria y el placer, igual que sucede con las personas afectadas por adicciones.
Aunque la cleptomanía no es una adicción: “También son personas con trastornos de personalidad esquizoide (evitan las interacciones con las demás personas, son solitarios y aislados emocionalmente)”, agrega Sara Muñoz.
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, conocido como DSM por sus siglas en inglés y editado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA por sus siglas en inglés), que es considerado un referente en al ámbito de la psiquiatría y de la psicología clínica, ha clasificado la cleptomanía como un desorden psiquiátrico tipificado en la categoría de “trastornos disruptivos y del control de impulsos”.
En la clasificación internacional de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la cleptomanía está incluida dentro de los trastornos de los hábitos y del control de los impulsos, junto con la ludopatía, la piromanía y la tricotilomanía […] En general, los pacientes sufren tensión emocional y una dificultad social y ocupacional”, afirman Dannon y Berman.
Los síntomas pueden comenzar desde la adolescencia hasta la adultez, con un promedio de edad de los veinte años, o también iniciarse en la edad madura. Esta enfermedad es de dos a tres veces más frecuente en las mujeres, incluso algunos investigadores han encontrado una relación entre los actos de cleptomanía y los períodos menstrual y premenstrual.
“Esto se podría explicar por el hecho de que durante el periodo premenstrual se presenta un cuadro depresivo en muchas mujeres (aburrimiento e irritabilidad, entre otros síntomas), relacionado con la disminución de los niveles de serotonina, los cuales se elevarían con la excitabilidad propia de un hurto, que también aumenta los niveles de dopamina, por los que se sentirá menos deprimida antes de la menstruación”, explica María del Pilar Jaime.
A pesar de que es una enfermedad reconocida hace más de un siglo, su origen aún es incierto, razón por la que se han propuesto varias estrategias psicoterapéuticas, como la psicoanalítica, la cognitiva conductual y la farmacoterapia, que no la curan pero que pueden ayudar a detener el ciclo de hurto compulsivo.
La cifra
Se estima que los casos de cleptomanía entre los ladrones regulares de almacenes y supermercados son de alrededor del 8 %.
Un paciente, un tratamiento
Para realizar su diagnóstico es necesario que la persona se someta a evaluaciones físicas y psicológicas, para estudiar sus signos y síntomas. La exploración física puede establecer la posibilidad de que haya causas médicas que desencadenan los síntomas.
El tratamiento comprende la combinación de psicoterapia y medicamentos en la mayoría de los casos, así como la participación en un grupo de ayuda para enfrentar las adicciones, del tipo Alcohólicos Anónimos. Sin embargo, no hay un tratamiento estándar; psiquiatras y terapeutas intentan comprender cada caso y definir el camino terapéutico que podría funcionar mejor, lo que plantea la necesidad de probar hasta encontrar el que dé resultado.
En concepto de la doctora María del Pilar Jaime, “el tratamiento de la cleptomanía es muy difícil. Depende de cada caso. No se puede generalizar. En él se le enseña al paciente a que adquiera conciencia de su enfermedad. Muchas veces los pacientes niegan que padezcan este trastorno y hasta se justifican con múltiples excusas. También se mira la historia familiar, su lugar en la vida del paciente, sus amigos, si los hay, y su importancia, es decir, lo que pasa con su red de apoyo. Si es necesario se hace terapia de familia. Las terapias cognitivas conductuales son importantísimas, porque les enseñan a descifrar o descubrir los momentos en los que sienten la necesidad de sustraer objetos y también lo que deben hacer para manejar esos momentos. Se busca establecer si la psicopatología es pura o solitaria, o si está acompañada o asociada a otras psicopatologías. Esto se combina con la formulación de antidepresivos. Todo lo que se haga para tratar a estos pacientes es positivo”.
Después de la terapia, la persona con cleptomanía puede llevar una vida normal, pero debe vivir muy pendiente de no recaer en nuevos episodios.
*Cronista y corrector de estilo colombiano.
Dejar un comentario