Cada persona es su propio medidor de lo que es normal en la salud mental. La diversidad y la diferencia no se pueden considerar desequilibrios, porque son parte de la riqueza y complejidad del género humano.
Qué es “lo normal”
Existen varios modos de comprender el significado de la palabra normal, pero podemos hablar de dos en particular. La definición estadística, que define “normal” como aquello que es habitual o común, y la definición moral, que ve “normal” aquello que se ajusta a normas previamente establecidas.
Rodrigo Muñoz, psiquiatra de Colsanitas, dice que en salud mental “el concepto de normalidad debería ser entendido como ausencia de enfermedad, y uno podría decir que si uno no tiene ninguna entidad que lo haga sufrir particularmente y tiene un nivel de funcionamiento razonablemente bueno, entonces se está dentro de la normalidad física y mental”.
Ahora bien, ¿cómo saberlo? Cada persona es su propio medidor de “normalidad” o “anormalidad”, según explica Rosana Gluck, gerontopsiquiatra adscrita a Colsanitas. Si terminé con mi pareja a quien aún le tengo un gran cariño, es normal sentir tristeza. Si perdí el examen para el que me preparé por dos semanas, es normal sentir rabia. Pero si esa tristeza y esa rabia se mantienen por mucho tiempo ya no es común, y podría dar paso a un diagnóstico psiquiátrico.
LA CIFRA
13 % de la población entre 10 y 19 años de edad vive con algún trastorno mental. UNICEF
Cómo se determina un diagnóstico de enfermedad mental
Dice Gluck que hay patologías claras, con las que no hay duda de que se está frente a una enfermedad mental. Pero hay situaciones límite, donde el especialista se pregunta ¿esto es anormal o forma parte de la personalidad y de las características de esta persona? “Ahí es donde se echa mano de los manuales diagnósticos: ¿cuánto tiempo lleva esto molestando y qué tanto afecta la cotidianidad de una persona? ¿Eso que molesta impide que la persona avance hacia sus objetivos y proyectos? ¿Va acompañado de otros síntomas, como pérdida del sueño o del apetito? En las respuestas a esas preguntas pueden estar las señales de alarma que encaminan hacia un diagnóstico de enfermedad mental”.
El diagnóstico de un especialista es importante para determinar cómo ayudar a esa persona, saber qué hacer y qué previsiones tomar. El doctor Rodrigo Muñoz señala, sin embargo, que últimamente se ha dado una especie de “diagnostitis”, en la que personas dicen tener un diagnóstico cuando no lo tienen, simplemente porque dejan ver un rasgo de personalidad particular, poco común. Se han normalizado tanto las enfermedades mentales en el último tiempo, que ya se volvió común que muchos padezcan alguna patología. Esa normalización está bien si la vemos desde el punto de vista estadístico (y no moral), y si nos permite ser más empáticos con otros. Pero también ocurre que se aplican con ligereza los criterios diagnósticos, y ahí la situación es más bien perjudicial.
Asimismo, ocurre que muchas veces hay una falta de comprensión de que la “anormalidad” por sí misma no necesariamente determina un diagnóstico psiquiátrico. Hasta 1973 la homosexualidad era considerada una enfermedad mental, porque durante muchos años se aplicó la definición moral de “normalidad”. Hoy en día sabemos que la heterosexualidad no es la norma, aunque parece ser lo más común en cuanto a preferencias sexoafectivas.
La normalidad en la salud mental tiene implícita la diversidad. Todas las personas son distintas: más o menos activas, emotivas, expresivas, odiosas, impacientes, gruñonas, lloronas, intolerantes, ansiosas, sensibles, compasivas, alegres… Las mentes son diversas, y eso hace parte de la humanidad. Los rasgos efusivos de una emoción pueden ser una característica especial de una persona. Pero cada una es quien sabrá hasta qué punto lo que siente y experimenta hace parte de su propia normalidad.
- Este artículo hace parte de la edición 183 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa en este enlace: https://www.bienestarcolsanitas.com/images/PDF%20ED/Bienestar183.pdf
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