Su experiencia como madre y nutricionista llevó a la especialista a lanzar la guía Juguemos a comer, para alimentar a niños y niñas en sus primeros años.
Juguemos a comer, el libro de la nutricionista Lina Valencia, es una publicación que puede interesar, incluso, a quienes no tienen la intención de ser madres o padres, porque explora los procesos de alimentación de un bebé, destacando su influencia en los patrones alimentarios de la vida adulta. Es de lectura ligera y los datos y la información relevante se pueden aplicar en la cotidianidad, sin adoptar una perspectiva prohibicionista.
El libro ofrece además consejos esenciales antes de iniciar la alimentación de los bebés, un paso a paso para comenzar la alimentación complementaria, información sobre las cantidades recomendadas según la edad, y ejemplos de menús adaptados a cada etapa. También aborda los desafíos comunes relacionados con la falta de apetito y la selectividad alimentaria.
Entrevistamos a Lina, quien además de nutricionista es deportista y madre de dos niños: Alejandro (cinco) y Samuel (un año y medio). Su primer embarazo fue la inspiración para estudiar el impacto de la alimentación en la salud de los niños y niñas, y empezar a trabajar en nutrición infantil.
Su experiencia como mamá resultó trascendental para crear el libro, ¿qué es lo más relevante que van a encontrar las familias en su publicación?
He transitado el camino de la escritura de blogs y artículos, pero escribir un libro es diferente. La idea de la guía nace porque sé la cantidad de tareas que tienen las mamás y los papás cuando llega un bebé, y quizá leer un libro largo o muy técnico no funcionará. Puedes abrir el libro en la página que necesitas y está la guía: cómo empezar la alimentación complementaria, qué hacer si mi hijo no quiere comer huevo, entre otros temas.
¿Cuáles son los retos más importantes a la hora de implantar los hábitos alimenticios en un niño?
Superar las barreras y los retos que nos impone el entorno. Nos han educado pensando que debemos comer todo lo que había en el plato sin levantarnos de la mesa, premiando y castigando a través de la comida, y omitiendo las señales de hambre y saciedad. Es complicado, pero desaprender para aprender es darle una oportunidad a las nuevas generaciones de tener una mejor relación con la comida, más allá de los nutrientes.
También falta involucrar al padre desde la información que damos los profesionales, porque aunque lo están haciendo más en el proceso del cuidado prenatal, no es suficiente. Desde antes de la concepción la información debe ir dirigida también a los hombres, para que sepan cómo prepararse y cómo su información genética puede influir en el proceso.
¿Por qué es tan importante cultivar una nutrición equilibrada durante los primeros cinco años de vida?
En los primeros dos años se establecen los hábitos alimentarios fundamentales. Por eso la alimentación complementaria es crucial. Si un niño recibe frutas y verduras a esa edad, la probabilidad de éxito a futuro es mayor. Cuando entra a la escolaridad quienes más influyen en ellos son sus pares, los niños ¿Y qué sigue ahí? fortalecer el trabajo en casa con ejemplo, persistencia, amor y prácticas de crianza respetuosa en torno a la comida.
“Desaprender para aprender es darle una oportunidad a las nuevas generaciones de tener una mejor relación con la comida, más allá de los nutrientes”.
“En lugar de dar explicaciones excesivas, podemos comentarles a las niñas y los niños las consecuencias de consumir un alimento en exceso y presentar alternativas desde una perspectiva positiva”.
Por último, explíquenos esos principios de la alimentación que deben ser preponderantes en las familias
Los doce principios de la alimentación perceptiva son: Respetar las señales de hambre y saciedad. Contarle al niño qué está comiendo mirándolo a los ojos y explicándole las texturas del alimento. Ofrecer una variedad de alimentos y evitar distracciones en la mesa, como las pantallas, que si bien parece una técnica para mantener al niño comiendo, lo desconecta completamente del proceso.
Es esencial, además, aprender a leer las señales y escuchar, persistir cuando rechacen un alimento, pero sin recurrir a la obligación. Por ejemplo, si un niño no desea comer brócoli, no se le quita del plato, pero tampoco se le fuerza a consumirlo. Hoy en día, se pueden preparar opciones atractivas, como brócoli al horno, gratinado con queso,hamburguesas de brócoli, muffins, tortillas, solo se requiere un poco de imaginación.
**Lina Valencia es creadora de contenido en Nutrición en movimiento y @linavalencianem,
cuentas de Instagram que, en 15 años, han construido una comunidad de casi 100.000 mil seguidores.
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