La contingencia sanitaria ocasionada por el covid-19 nos ha demostrado que innovar es poner la creatividad y el conocimiento al servicio de otros.
na persona de edad avanzada se considera saludable cuando goza de vitalidad, óptimas relaciones sociales y familiares, practica el autocuidado, tiene una motivación permanente, disposición a aprender cosas nuevas, ganas de transmitir lo que sabe, intención de seguir siendo productiva, enfermedades controladas e independencia. Para hacer esto posible, los esfuerzos tienen que provenir no sólo del propio adulto mayor, sino también del grupo familiar y de la sociedad en pleno.
La OMS define el envejecimiento activo como el proceso en el que se optimizan las oportunidades de salud, participación y seguridad, con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen. Así se amplía la visión de envejecimiento saludable, que hasta finales del siglo pasado se limitaba a factores relacionados con la salud y la atención sanitaria de enfermos crónicos o con alguna discapacidad.
Al respecto, la médico geriatra María Lucía Samudio advierte que a los seres humanos nos preocupan con frecuencia tres cosas: el envejecimiento, la vejez propiamente y la muerte, porque “vivimos en una cultura anti-envejecimiento”, en la que al adulto mayor se le infantiliza, ridiculiza y minimiza. “Cambiar esa concepción errada sobre la vejez es un reto de familia. Y en ese sentido, la sociedad está en deuda”, dice.
La presidenta de la Fundación Acción Familiar Alzheimer Colombia, Claudia Varón, hace una sentencia contundente: “El envejecimiento es un proceso natural, no una enfermedad”. Por lo tanto, agrega, a los adultos mayores hay que brindarles consideración, respetar sus decisiones y promover en ellos hábitos de vida saludables que les permitan estar bien física y mentalmente.
Evitar el sedentarismo, el tabaquismo y la obesidad actúa en favor de la prevención de enfermedades como la diabetes, el cáncer y la hipertensión, tan frecuentes como difíciles de combatir. En contraposición, una sana alimentación, el ejercicio físico y la evaluación clínica periódica son conductas deseables para procurar un envejecimiento de calidad.
“En cuanto a la salud mental de las personas de edad hay que procurar comunicar, aprender, calcular, memorizar, recordar, propiciar espacios para que las personas mayores hablen de sus experiencias, de su historia biográfica, que sientan que sus conocimientos son valorados por otros, proponerles retos nuevos, dinámicas lúdicas, actividades que representen desafíos, involucrar a las generaciones más jóvenes en esta interacción para contagiar a los mayores de esa energía y ese espíritu aventurero tan propio de la juventud”, recomienda Claudia Varón.
La educación como terapia
En neurocientífico Facundo Manes dice que hay evidencia científica de que la educación es un factor de protección cerebral, puesto que hay una capacidad de neuroplasticidad que hace que tengamos mayor cantidad de conexiones neuronales en la medida en que más usemos el cerebro. De ahí la recomendación de nunca dejar de aprender.
Juliet Carolina Castro es la coordinadora de Lazos Educa, uno de los programas de la Fundación Lazos Humanos de Keralty, que tiene por objeto promover autonomía, independencia y adaptabilidad del adulto mayor, a través de la formación y la construcción de conocimiento. Ella aclara que el envejecimiento activo va mucho más allá del entrenamiento físico y las capacidades orgánicas plenas, porque aunque las incluye se vuelven insuficientes si no se le da prioridad a la salud mental: “La ocupación genera bienestar y le da sentido a la vida. Aplica para ello el concepto de generatividad —del psicoanalista Erik Erikson—, en tanto que la persona adulta se ocupa de su crecimiento personal, además de contribuir al desarrollo de los contextos en los que participa”, destaca.
Para cumplir con este objetivo, el programa de Lazos Humanos ofrece a los usuarios de Colsanitas, mayores de 50 años, talleres virtuales para mejorar la adaptación a la cultura contemporánea. En estos tiempos de alejamiento físico preventivo se han inscrito unos 2.800 participantes en los talleres sobre manejo de banca virtual, compras por internet, uso de plataformas para reuniones virtuales y técnicas de autoayuda.
“Les ayudamos en el manejo de las tecnologías de la información y la comunicación para que no se sientan excluidos. Le demostramos a la sociedad que loro viejo sí aprende a hablar, y no sólo eso sino que además es capaz de enseñar lo que aprende. Y les reafirmamos la idea de que pueden ser altamente aportantes para la sociedad de estos tiempos, porque la autoestima es la primera que resulta afectada cuando al adulto mayor se le anula”, apunta Juliet Carolina, quien es de profesión psicóloga.
Judith Salazar es una mujer de 63 años de edad, miembro del Club Roble de Colsanitas y Lazos Humanos, en el que se promueven actividades lúdicas, de recreación y de socialización para las personas de edad avanzada. Cuenta que le ha resultado muy útil y gratificante la participación en los talleres de adecuación a la virtualidad: “Ya le perdí el miedo al computador. Ahora yo organizo los encuentros virtuales con la familia que está en otros países”, dice contenta.
Jorge Sánchez tiene 69 años de edad, es un ingeniero industrial que trabaja de forma independiente: “Hace 15 años que uso teléfonos inteligentes, o mejor, que los subutilizo. Con estos cursos de Lazos Humanos estoy aprendiendo a aprovecharlos más, tanto para asuntos personales como laborales”, agrega el ingeniero.
Cambio cultural
Esther es una mujer de 66 años de edad acostumbrada a trabajar como estilista en salones de belleza, hacer ejercicios muy temprano y dormirse tarde viendo televisión y jugando con los nietos. Luce impecablemente arreglada, cabello largo rizado, maquillaje, accesorios y (ya no) tacones. Tiene diagnosticada una escoliosis severa con artrosis reumatoidea que le produce fuertes dolores en la columna. Los minimiza con medicamentos, fisioterapia y una faja en la que ha encontrado alivio. Pero lo que le resulta más difícil de combatir es el estigma social de que por su edad debería ya quedarse en casa a cuidar los nietos. No está dispuesta. No todavía.
La geriatra María Lucía Samudio explica que para lograr un cambio cultural en favor del envejecimiento activo hay que trabajar con tres grupos diferentes de población: El primero, es el de las personas mayores, propiamente, que enfrentan cambios fisiológicos que las obligan a aumentar la dosis de autocuidado y prepararse para hacer frente a una infraestructura y una cultura que no les facilita esta adaptación. El segundo grupo es el de los adultos jóvenes, que son muchas veces los que apoyan a las personas viejas y no saben cómo hacerlo mejor, además que tienen que trabajar personalmente en el envejecimiento activo propio, como una forma de ser responsables con su organismo y con la sociedad. Y el tercer grupo es el de los jóvenes, que necesitan recibir suficiente información para actuar bajo los preceptos de solidaridad intergeneracional en favor del adulto mayor, y crear conciencia de las formas de vida que le garantizarán un mejor envejecimiento para sí mismos.
"Cambiar esa concepción errada sobre la vejez es un reto de familia. Y en ese sentido, la sociedad está en deuda".
La especialista señala que buena parte de las acciones para esta transformación cultural tienen que venir desde las autoridades sanitarias y los gobiernos, en general. Por eso celebra que la OMS declarara a finales de 2019, el decenio de 2020 a 2030 como la Década del Envejecimiento Saludable para promover políticas públicas mundiales en favor de esta población. También destaca que, recientemente, Colombia ratificó la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, después de un año de discusiones en el Congreso, a través de la cual se compromete en cumplir con 26 derechos consagrados en ella.
Finalmente, es pertinente recordar que también se dispone de la Política Colombiana de Envejecimiento Humano y Vejez que “reconoce e incorpora de manera integral el marco de derechos de la población mayor de 60 años.
Zonas azules de longevidad
Un informe de National Geographic en los años 70 hizo popular unas zonas del mundo que se conocen como “zonas azules o puntos críticos de longevidad” en donde las personas mayores son mucho más enérgicas, activas y saludables. Y la mayoría no padece las enfermedades que en el mundo occidental se asocian frecuentemente con la vejez. Estas zonas son: Ikaria en Grecia, Loma Linda en California, Cerdeña en Italia, Okinawa en Japón y Nicoya en Costa Rica. Las características que comparten los habitantes de estas zonas es que comen muchas frutas, verduras y grasas saludables, tienen una actitud positiva frente al envejecimiento, se mantienen activos física y mentalmente durante toda su vida y practican ejercicios.
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