Tener apneas de sueño afecta la calidad y cantidad de sueño durante la noche, pero también la calidad de vida durante el día.
a escena quizás le parezca conocida: es de noche en el cuarto, y su pareja está roncando. Cada tanto se detiene el ruido, él o ella deja de respirar por diez, quince segundos, hasta que una respiración violenta lo saca de golpe de esa asfixia momentánea. Usted se desvela, no lo deja dormir la angustia, piensa que aquello no es normal. Al despertar, su pareja —que no abrió los ojos ni un segundo— le dice que está cansado porque no durmió bien.
Esos periodos en los que la persona deja de respirar mientras está dormida se conocen como apnea del sueño. En términos un poco más técnicos, es la obstrucción intermitente de la vía aérea superior. El doctor Rafael Lobelo, neumólogo especialista en trastornos del sueño y director de la Clínica del Sueño de Colsanitas, explica que este fenómeno ocurre porque al dormir se relajan los músculos de la respiración, incluido el músculo más grande que tiene la vía aérea que es la lengua, la cual tiende a adoptar una posición posterior obstruyendo la entrada de aire. Por eso cuando la persona duerme boca arriba se empeora la obstrucción.
Lobelo, que define este fenómeno como una “microestrangulación de la vía aérea”, explica que el primer síntoma es el cansancio y la fatiga crónica, y esto se debe a que la persona no logra entrar en el ciclo de sueño profundo, por lo cual el sueño no es reparador:
—Cuando una persona tiene apneas, el cerebro debe mantenerse alerta y enviar una señal para abrir la vía aérea. De ahí que no pueda entrar en el sueño profundo. Por eso, la sensación de sueño reparador es muy baja en pacientes con apneas.
Las apneas pueden agravarse por algunos factores: la obesidad, las enfermedades obstructivas de la vía aérea como rinitis, asma, EPOC”.
Con el tiempo se crea una deuda de sueño que empieza a cobrarse durante el día. Entonces la persona experimenta los efectos crónicos de tener un sueño fragmentado y no reparador: se siente agotada durante el día, entra en microsueños mientras maneja, come, o cuando está en medio de una charla.
Y no son las únicas consecuencias. La caída frecuente del oxígeno en el cerebro hace que la persona tenga problemas de concentración, alteraciones en la memoria, dificultades en la socialización. Puede volverse irritable. En el caso de los hombres el deseo sexual se pierde de manera progresiva. Les cuesta más trabajo sostener relaciones sexuales y que sean placenteras. Las apneas pueden agravarse por algunos factores: la obesidad, las enfermedades obstructivas de la vía aérea como rinitis, asma, EPOC. Los pacientes con reflujo grastroesofágico también, porque los ácidos gástricos pueden inflamar las amígdalas linguales y el espacio por donde debe pasar el aire se reduce aún más.
El alcohol y el cigarrillo también empeoran las apneas. El tabaco porque inflama toda la mucosa de la vía aérea, y el alcohol porque relaja los músculos.
Pero, ¿por qué es importante dormir bien? El doctor Lobelo lo explica así:
—En la primera mitad de la noche el sueño produce la hormona del crecimiento. En el adulto esta hormona es importante, no para crecer sino para restituir las células que necesitan ser reparadas. Por eso las personas que duermen suficientes horas tienen un rostro más fresco que las que no duermen.
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