El coaching está de moda. Y como en toda moda o tendencia, hay profesionales pero también charlatanes que quieren aprovechar el momento. Aprenda a distinguir unos de otros para que no lo estafen.
César Martínez, administrador de empresas con posgrado en mercadeo, el coaching le trajo cambios “extremadamente locos” en su vida. Dejó de ser el “gordo Martínez” que siempre había sido, cambió totalmente su relación con la comida y ahora se alimenta bien y tiene un peso acorde con su talla. A Natalia Calle, comunicadora social y politóloga, el coaching le ayudó a “fortalecer el sentido de la dignidad, lo que me permitió despertar un potencial de liderazgo muy importante que tenía dormido”. A Carolina Guevara, diseñadora industrial con posgrado en mercadeo, le facilitó entender que “vivía desde la culpa, complacía a todo el mundo, no podía decir que no, no pedía ayuda, no ponía foco en lo relevante”.
Por estos hallazgos, estas tres personas decidieron también formarse en coaching, y ahora trabajan en diferentes escuelas en las que forman gente y ayudan a otros.
Existen varios tipos de coaching. Carolina Guevara y Natalia Calle optaron por el “ontológico”, el cual, de acuerdo con Calle, “es una disciplina todavía en consolidación, que busca acompañar a las personas para que logren ciertos objetivos personales o como organizaciones. Trabaja con el ser y acompaña a la persona en aprendizajes profundos que por alguna razón no han realizado en su vida”.
Martínez, por su parte, lleva 20 años trabajando como coach; pasó por la escuela del “ontológico”, luego por el “transpersonal” —donde estuvo doce años— y hace ocho años creó la propia escuela, que se llama “ingeniería de lo imposible”. Desde su perspectiva, el coaching “es una habilidad que tenemos algunas personas para mirar puntos de vista diferentes de lo que está sucediendo en la vida del otro y al transmitírselos ese otro encuentra perspectivas que no veía”.
Los coaches aprenden una metodología con la cual dirigen conversaciones específicas que buscan facilitarle a quien consulta encontrar resultados pronto y traducirlos en acciones. Las sesiones pueden durar entre hora y hora y media, y la cantidad de ellas puede variar según el objetivo de quien consulta.
Guevara explica que hay casos en los que un coach puede resolver una dificultad en tres o cinco sesiones. Calle aclara que el proceso debe tener un principio y un punto final. En su escuela Newfield Consulting, de la cual es socia y gerente, tienen un proceso que debe seguir cada sesión para que quien consulta termine la conversación con ideas claras y sabiendo que existe una solución.
Los precios de estas sesiones pueden variar entre 150.000 y 500.000 pesos, según el tipo de consulta y el coach. Incluso existen opciones de más de 800.000 pesos la hora.
Los más y sus menos
De acuerdo con César Martínez, existen técnicas variadas y muchas personas que tienen su experiencia van creando su propia línea. “Se ha vuelto algo realmente multitudinario”, dice. Pero como aclara Calle, “no todo proceso de conversación con otro es coaching. No. El coaching es un proceso conversacional muy particular”.
Hoy existen escuelas de coaching que no cuentan con el respaldo suficiente en su teoría y en su metodología. Ofrecen cursos de formación muy cortos, de un fin de semana o de pocas horas en los que realmente no se aprende lo necesario para ayudar a otros. En las escuelas de las tres personas mencionadas, por ejemplo, las formaciones más profundas para ser coach pueden llegar a ser de dos años. “Hay muchas escuelas de gente que toma cursos muy cortos, que no hacen proceso personal, que no tienen profundidad en sus miradas teóricas y filosóficas y que pueden hacer mucho daño. Trabajan en una organización y hacen horrores”, afirma Guevara. Por eso es importante que quien busca ayuda no se deje engañar (ver recuadro).
Otro problema que se puede presentar con el coaching es que se confunda con un tratamiento terapéutico, que normalmente adelantan psiquiatras o psicólogos. Martínez, Calle y Guevara son enfáticos al aclarar que son procesos diferentes, que ellos en ningún momento diagnostican ni son terapeutas. Los tres aclaran que no atienden a personas con traumas profundos de infancia o con condiciones como ansiedad, depresión o trastorno bipolar. Martínez les explica claramente a quienes se lo preguntan: “Si quieres hablar con alguien que te atienda o te dé consejos, búscate un terapeuta. Pero el coach no es eso, es alguien que te ayuda a ver una perspectiva diferente cuando la tuya no da resultados”.
Ahora bien, existen psicólogos que han tenido formación en coaching y atienden a sus pacientes utilizando esta metodología. Esto es diferente: en estos casos se usa como una estrategia complementaria a la terapia psicológica. Marcela Preciado, psicóloga con formación en coaching, dice que la técnica del coaching le ha servido para resolver temas puntuales en una forma rápida, pero aclara que jamás reemplazará sus estudios profesionales.
También existen procesos de coaching para ejecutivos y directivos de empresas que necesitan solucionar dificultades concretas como ser mejores líderes o aprender a manejar las relaciones con sus equipos, a hablar en público o aumentar su rendimiento, al igual que coaching para equipos gerenciales y directivos, no solo en un trabajo uno a uno. Como explica Guevara, “nosotros trabajamos en lo que la persona necesita hoy y entramos en lo funcional de la vida”.
Coach: flexible, práctico, inmediato
Por: Ximena Quevedo
Una intervención de coaching básicamente quiere identificar situaciones que dificulten la cotidianidad de una persona en términos de relacionamiento o de gestión, y aplicar diferentes estrategias para que la persona enfrente de manera adecuada esas situaciones.
El coach de acción, que se utiliza en las organizaciones, aplica diferentes estrategias para que un individuo pueda afinar habilidades o competencias en pro del desarrollo y de la gestión que tenga a cargo.
Contrario a la psicología, la cual está enfocada en la terapia, el coaching busca formas prácticas de resolución de situaciones conflictivas que se puedan aplicar en el día a día.
El consultorio de un psicólogo asusta a algunas personas; porque existe la idea de que para consultar a un psicólogo tiene que haber algo mal adentro, algo que hay que tratar. Por otro lado, se cree que el coaching es más “ligero”, busca espacios de mejora, es más flexible, práctico e inmediato. Y así es: el coaching no es una terapia; se trata de identificar e incorporar herramientas prácticas a la vida diaria. Por ejemplo: el coach pone tareas, pone retos, mientras que el psicólogo busca el núcleo del problema a través de la conversación o de diferentes técnicas terapéuticas. El psicólogo va desentrañando sesión a sesión las causas de una situación conflictiva en el presente; el coach pasa pronto a la acción, a opinar, sugerir y cambiar hábitos, respuestas, etc. ante necesidades específicas de la persona.
En el ámbito organizacional también ha crecido la práctica del coaching, porque su método de intervención mucho más directa y el enfoque en la acción resultan muy prácticos para solucionar problemas en áreas específicas de las compañías.
Lo complicado es que uno no encuentra un coach en un cuadro médico o en un directorio. Gran parte de estas estrategias, programas y personas se dan a conocer por el voz a voz.
En el momento de escoger un coach tiene que haber cierta afinidad, un clic. Nadie se va a abrir inmediatamente y mucho menos dejar que cualquiera venga y opine sobre su vida. Por eso también se recomienda entrevistarse con varios, ver quién entiende cuál es el objetivo y con cuál hay más química.
Test de la verdad
Ante la proliferación de escuelas y personas que se ofrecen como coaches, es importante diferenciar a los serios de los charlatanes. Antes de comenzar, procure preguntarle al coach:
1. ¿Cuánto tiempo duró su formación? Por lo general, si su preparación duró unos pocos días, un fin de semana, o un par de meses, es mejor desconfiar. Es bueno verificar que, además de estudiar, se haya certificado.
2. ¿Cuántas horas tiene de práctica? Entre más experiencia tenga el coach, mejores serán los resultados.
3. ¿Qué tipo de escuela sigue? Existen en el mercado muchas opciones, y quien busca debe preguntar en qué teoría se basa, cómo la fundamenta y si tiene más experiencia en coaching personal o en corporativo.
4. ¿Cuánto cobra? En este tema es probable que lo barato salga caro. Es bueno resolver a fondo las preguntas anteriores con quienes ofrecen sesiones de coach por precios muy bajos.
5. ¿Quién certifica la escuela? Infortunadamente existen federaciones que agrupan escuelas de coaching en el mundo tan solo con el pago de la afiliación. Es importante buscar federaciones serias y con trayectoria. Una de las más reconocidas es ICF, International Coach Federation, que está presente en 111 países, cuenta con 22.000 miembros y, entre otras cosas, procura que exista un código internacional de ética del coaching.
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