El tipo de apego que desarrollamos durante la infancia es clave para determinar nuestros comportamientos, sentimientos y sensaciones en la adolescencia y adultez.
El apego es cualquier comportamiento que permite mantener la cercanía con otra persona, de acuerdo con el psiquiatra y psicoanalista infantil John Bowlby y su teoría del apego. El autor explica que todos nacemos con una tendencia a formar vínculos con otras personas como forma de supervivencia y que todas las personas tenemos ciertos comportamientos innatos que nos ayudan a asegurar esa cercanía, como sucede con la madre o cuidador durante la primera etapa de la vida cuando lloramos, reímos y jugamos, pues estas conductas hacen que nos brinde los cuidados necesarios.
Mauricio Polanco, psicólogo adscrito a Colsanitas con maestría en psicología clínica y de la salud, asegura que durante las etapas tempranas de la vida el apego es fundamental porque determina el desarrollo de la personalidad y de las emociones. “El apego es el vínculo afectivo que se establece desde los primeros años, en especial con los progenitores o figuras significativas. Sirve para brindar seguridad o inseguridad emocional, lo que suele afectar de manera positiva o negativa el desarrollo psicológico y relacional, consigo mismos, con otras personas (pareja, familia, amigos, etc) y con el entorno físico”, asegura el especialista.
Además, comenta que las inseguridades que tenemos o la manera en que manejamos nuestras emociones en la adolescencia y adultez depende en gran medida del vínculo que hayamos tenido en nuestros primeros años. “Es como si nos marcaran para siempre o dejaran una huella que determina nuestros comportamientos y forma de ser. Por ello, es importante fomentar un apego sano o vínculos positivos durante la niñez”, asegura.
Tipos de apego
1. Apego seguro: es el más sano de todos porque el cuidador proporciona seguridad, confianza e incondicionalidad; su presencia permanente se valora, valida y reconoce. Un niño que tuvo un apego seguro suele relacionarse fácilmente con otras personas y su entorno durante la edad adulta con seguridad y confianza.
2. Apego ansioso y ambivalente: genera confusión en el niño, desarrollando sensaciones de angustia, desconfianza, incertidumbre y temor a la separación o el abandono. Cuando es adulto, se conserva la sensación ambivalente de sí mismo, de los demás y de lo que lo rodea, lo que en muchos casos lo puede llevar a la dependencia.
3. Apego evitativo: se presenta cuando los padres o cuidadores no brindan la seguridad suficiente, generando en el niño autosuficiencia y distanciamiento emocional de su entorno. Puede llegar a confundirse con seguridad, pero este tipo de apego produce sufrimiento.
4. Apego desorganizado: es una mezcla del apego ansioso y ambivalente con el apego evitativo. Se da por una conducta insegura o negligente de los padres o cuidadores, lo que produce sentimientos de desprecio, desinterés, desconfianza y miedo. Durante la adolescencia o adultez, la persona puede generar una imagen negativa de sí misma, de frustración, rabia e ira intensa.
El apego insano
Sucede generalmente cuando se produce un apego emocional que implica dependencia física, psicológica o afectiva en las relaciones con los demás, lo que puede llegar a convertir las relaciones en un problema, sea con la pareja, los familiares, los amigos o los compañeros de trabajo.
A diferencia del apego seguro o sano, la persona con un apego emocionalmente dependiente experimenta sensaciones de angustia, ansiedad, rabia, ambivalencia, desorganización, desconfianza o incertidumbre dejando de lado su vida por la del otro pensando que se trata de amor.
Sin embargo, el doctor Polanco explica que, a pesar de que el apego y el amor pueden llegar a relacionarse, la realidad es que son muy distintos; el apego está relacionado con los vínculos que se establecen y, por su parte, el amor, con el sentimiento que experimentamos.
Recomendaciones
1. Para generar apego seguro en los niños:
Los padres o cuidadores deben hacer un esfuerzo permanente, reflexivo y crítico por reconocer qué tipo de vínculos y apegos están definiendo las relaciones con sus hijos, qué sentimientos les pueden estar generando y qué aspectos deberían cambiar para crear un entorno de seguridad y confianza. Se trata de rodear al niño en un ambiente sano, seguro y tranquilo en todas las formas posibles, verbales y no verbales.
2. Para reducir el apego inseguro:
Es posible identificar el tipo de relación o de apego por uno mismo o con el apoyo de un psicólogo.
Lo primero que se recomienda es identificar el problema y definir un plan para afrontar la situación, teniendo la confianza y seguridad para reconocer si una relación es sana o no. Una vez identificada, el siguiente paso será romper o evitar esa relación partiendo del hecho de que primero se debe trabajar en uno mismo con el objetivo de fortalecerse, empoderarse, ganar confianza y aumentar la autoestima y el amor propio.
Recuerde
Es importante no compararse, pues cada proceso es diferente. Lo importante es identificar el problema e intentar, poco a poco, sanar y desprenderse de aquello que le genera daño.
* Periodista de Bienestar Colsanitas.
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