Pasar al contenido principal
Bienestar Colsanitas

Síndrome metabólico: qué es y cómo prevenirlo

 

El consumo elevado de azúcar y el sedentarismo son los principales factores de riesgo del síndrome metabólico.

SEPARADOR

E

l síndrome metabólico recoge varios factores de riesgo de enfermedades como diabetes, hipertensión y otras. Entre esos factores de riesgo están:

-Obesidad

-Resistencia a la insulina

-Hipertensión arterial

-Exceso de triglicéridos

-Niveles bajos de HDL o colesterol protector.

Estos factores aumentan el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedades del corazón y circulatorias, ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y alzhéimer. Son afecciones no transmisibles ni infecciosas, clasificadas como crónicas.

“Las medidas no farmacológicas han demostrado tener mucho más impacto desde el punto de vista de prevención que los medicamentos. Se trata de llevar un estilo de vida saludable: hacer ejercicio y mantener una alimentación adecuada en la que se restrinjan los carbohidratos refinados, todos los azúcares y edulcorantes artificiales, panela, gaseosas, dulces, postres y los alimentos hechos con harinas de trigo y maíz, y se aumente el consumo de fibra y carbohidratos naturales como vegetales, frutas enteras, granos enteros y tubérculos”, explica el doctor Óscar Manuel Alba Mendoza, internista endocrinólogo con posgrado en epidemiología clínica, adscrito a Colsanitas.

Qué es el síndrome metabólico

Factores de riesgo

Obesidad
Aunque también puede determinarse por el criterio del índice de masa corporal o por el porcentaje graso, solo con tener un perímetro abdominal por encima de 80 centímetros en mujeres y 90 en hombres, ya estamos hablando de sobrepeso, un indicador de riesgo cardiovascular. La mayoría de los trastornos asociados con el síndrome metabólico no tienen síntomas evidentes. El resultado de la medida de la circunferencia abdominal es el único signo visible que se percibe como alerta para acudir a un médico que evalúe el caso.

Resistencia a la insulina
Esta hormona anabólica, secretada por el páncreas y relacionada con los procesos de crecimiento en el organismo, tiene muchas funciones. Entre ellas —y una de las más importantes— consiste en llevar los carbohidratos a los depósitos de las células que se encuentran en el músculo y en el hígado, para almacenarlos y utilizarlos después en la producción de energía. Los carbohidratos se metabolizan en glucosa, y entre más azúcar se consuma se libera más insulina. El problema radica en las altas cantidades de azúcar que presionan el trabajo del páncreas, deteriorando la calidad de la hormona secretada y su capacidad de transporte. Es ahí cuando los canales encargados de pasar las moléculas de glucosa a las células no funcionan, y esta se acumula en la sangre.

“La diabetes es el estado máximo de resistencia a la insulina. Además, es un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, coronarias y cardiopatía isquémica en general”, apunta el doctor Alba, quien también asegura que el consumo de fibra permite que la insulina trabaje mejor. En términos farmacológicos, explica que medicamentos reguladores del azúcar pueden ayudar a prevenir la diabetes, pero tomarlos no es más efectivo que llevar un estilo de vida saludable.

Aumento de la presión arterial
La hipertensión es una enfermedad crónica inflamatoria que tiene una estrecha relación con el tejido adiposo o graso. Cuando se eleva la tensión arterial hay una predisposición a que el corazón tenga que trabajar más forzado. La presión arterial es la fuerza de la sangre al empujar contra las paredes de las arterias. Si la presión de los vasos es muy alta, el corazón tiene que hacer más fuerza para sacar más sangre, y con el tiempo se va a debilitar y aumentará su tamaño.

Triglicéridos altos
“Los triglicéridos no son el producto de las grasas que usted consume; son el resultado del exceso de carbohidratos, especialmente de la fructosa y de los azúcares simples que incluye en su dieta”, escribió Carlos Jaramillo, médico con posgrado en bioquímica clínica de la Universidad Harvard, en su libro El milagro metabólico. Si su consumo de carbohidratos ha sido elevado, en el hígado se formará la lipoproteína de muy baja densidad que tendrá la misión de transportar la grasa que ahí se ha creado al torrente sanguíneo. La exporta en forma de triglicéridos. Si estos se encuentran elevados, no lo dude: es una señal inequívoca de que su insulina también lo está.

Disminución del HDL o colesterol protector
Esta proteína, que toma el exceso de colesterol que hay en los tejidos y lo lleva al hígado para eliminarlo, disminuye debido a la mala alimentación y al sedentarismo. El ejercicio ayuda a mejorar los niveles de HDL; alimentos como el aguacate, salmón, frutos secos y aceite de oliva son buenos aliados para subirlo.

El poder de la actividad física

Sea cardiovascular —como trotar, saltar, montar bicicleta o correr—, o de fuerza con pesas o con el propio peso del cuerpo, el ejercicio actúa en todos los factores de riesgo del síndrome metabólico, asegura el doctor Mauricio Mejía Acosta, especialista en medicina del deporte. Al ejercitarse, automáticamente el páncreas mejora la manera en que trabaja y produce insulina de mejor calidad. Además, al hacer deporte se utiliza glucosa para producir energía, lo que implica la disminución de sus niveles en la sangre. En la práctica de actividad física el organismo divide los triglicéridos en ácidos grasos y glicerol para generar energía, libera óxido nítrico que disminuye la tensión arterial haciendo que el corazón trabaje de manera óptima. “El ejercicio tiene el efecto de bajar la tensión durante 24 horas mientras que el mejor medicamento tiene una vida media de 18 horas”, apunta el doctor Mejía. Además, activa el metabolismo, hace que el gasto calórico sea mayor y ayuda a bajar de peso.

SEPARADOR

Soraya Yamhure Jesurun

Periodista y actriz. Colaboradora frecuente de Bienestar Colsanitas y Bacánika.