Consultamos a expertos que nos cuentan cómo seguir disfrutando de una vida saludable si los andrógenos se acaban y la testosterona disminuye.
fortunadamente, el paciente de urología ha cambiado, al menos en los últimos 25 años. Poco a poco se ha deslastrado de los tabúes que le impedían reconocer las dificultades para tener una vida sexual activa y plenamente satisfactoria. Hoy en día muchos hombres saben que se pueden tratar condiciones relacionadas con la ausencia de deseo sexual o con la imposibilidad de mantener una erección de calidad. Y, especialmente, a la deficiencia de testosterona se le puede dar un manejo clínico seguro con posibilidades de éxito por encima del 95 %. Entonces lo primero que hay que hacer es asumir el problema y acudir al especialista".
Esa es la primera reflexión que hace Luis Javier Aluma, miembro de la junta directiva de la Sociedad Colombiana de Urología, al referirse al Síndrome de Deficiencia de Testosterona Asociado al Envejecimiento. Y hace énfasis en que el término andropausia, que se usa coloquialmente como una analogía con el término menopausia, es impreciso, puesto que en el sexo masculino no hay una interrupción repentina en la producción de la hormona sexual, como en el caso de las mujeres en la menopausia, sino que es un proceso progresivo que comienza a los 30 años y puede o no tener manifestaciones físicas después de los 55 años de edad.
La cifra
30 % habrá disminuido la producción de la hormona sexual en un hombre de 60 años. Esto es 1% cada año a partir de los 30 de edad.
El doctor Aluma lo explica así: “En promedio, la producción de testosterona se reduce en el hombre un 1 % cada año, a partir de los 30. Digamos que a los 60 años de edad podemos tener una producción de la hormona sexual disminuida en un 30 %, pero eso no quiere decir que experimentemos los signos y síntomas del Síndrome de Déficit de Testosterona, porque no en todos los hombres se manifiesta. Así que no es necesariamente una condición que llegue atada con el envejecimiento, y tampoco se le ha encontrado relación con factores hereditarios”, concluye.
Síndrome de testosterona baja, o hipogonadismo
El síndrome, también llamado científicamente hipogonadismo, se detecta a través de la evaluación clínica y un examen de laboratorio que mide los niveles de testosterona total en la sangre. Sin embargo, en algunas ocasiones es necesario que el paciente se someta a otras pruebas bioquímicas que descarten problemas en el eje hipotálamo- hipófisis-testículos, o síndromes metabólicos, porque puede ser que la testosterona se mantenga en un rango normal pero no llegue a las células a donde debería llegar.
Entre los síntomas más frecuentes del Síndrome de Testosterona Baja se cuentan: la disminución de la masa y la fuerza muscular, pérdida de la agilidad cognitiva, insomnio, bochornos y fatiga, cansancio progresivo, disminución de la libido, disfunción eréctil, pérdida de vellosidad, irritabilidad, menor orientación espacial y disminución de la densidad mineral ósea.
María Juliana Arcila, uróloga funcional adscrita a Colsanitas, advierte que muchas veces el diagnóstico del hipogonadismo se complica porque la sintomatología inicial es leve, y frecuentemente se asocia con alteración del estado de ánimo y depresión. También refiere que hay muchas enfermedades crónicas, como la diabetes y la obesidad, que pueden condicionar la aparición más temprana de las señales de alarma del síndrome. Y la segunda dificultad que plantea la especialista para detectar casos es que los hombres sienten vergüenza de contarle al médico sobre las dificultades que experimentan durante la actividad sexual, y a veces por falta de sensibilidad con el tema, el médico tampoco pregunta.
El declive indeseado
“El hipogonadismo puede ocurrir de forma precoz, aunque no es frecuente. Más bien se relaciona con personas mayores, porque la población de células testiculares se deteriora y declina la producción de los andrógenos. Pero si se presenta en menores de 50 años, lo más probable es que tenga que ver con alteraciones genéticas o problemas del sistema endocrino”, advierte la doctora Arcila.
Los dos especialistas consultados advierten que hay factores de riesgo que pueden intervenir para que las manifestaciones del síndrome se presenten más temprano, como fumar, el consumo de drogas y de alcohol sin moderación, el sedentarismo, el estrés y los períodos muy cortos de descanso.
La especialista de Colsanitas además asegura que la ciencia ha documentado una relación bidireccional entre la obesidad y el déficit de testosterona, y ambos factores a su vez inciden en el aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Algunos estudios demuestran que la testosterona cumple una función protectora en la salud del corazón y la circulación, de tal manera que si disminuye su presencia en el cuerpo también será menor su influencia positiva en la salud cardiovascular.
"A la deficiencia de testosterona se le puede dar un manejo clínico con posibilidades de éxito por encima del 95 %".
Para tratar farmacológicamente el déficit de testosterona asociado a la edad están las Terapias de Reemplazo Hormonal (TRH), que consisten en suministrar la testosterona en forma de cápsulas, inyecciones y otros métodos. Al respecto, los urólogos María Juliana Arcila y Luis Javier Aluma coinciden en que son más las ventajas que los riesgos que puede generar la terapia de reemplazo, puesto que hace mucho tiempo quedó demeritado todo el ruido que causaron artículos que pretendían demostrar su incidencia en el aumento de casos de cáncer de próstata.
“Con la TRH el paciente va a experimentar una mejoría progresiva evidente, pero tendrá que consumir los medicamentos de por vida. Y va a dejar de producir la testosterona orgánica, es decir, propia, y también espermatozoides. Entonces si quedar estéril le resulta un problema, hay formas de combinar la TRH con otros medicamentos que protejan la posibilidad de procrear”, apunta Aluma.
La terapia de reemplazo puede administrarse de forma oral, inyectable, con parches transdérmicos y geles. Y entre los efectos adversos que pueden esperarse se menciona el acné, la piel grasosa, aumento en los episodios de apnea del sueño y pérdida del cabello o disminución de su grosor. La literatura especializada advierte que si el hombre ha padecido cáncer prostático requiere de una evaluación más minuciosa.
“Yo quiero decirle a cualquier persona que esté leyendo este artículo que si tiene dificultades en su desempeño sexual y es diagnosticado con el Síndrome de Déficit de Testosterona, puede buscar ayuda. Será el especialista urólogo quien determine el camino más seguro a seguir. En lugar de preocuparse por experiencias sexuales poco satisfactorias, ocúpese de buscar a un especialista que le muestre el camino a la felicidad”, concluye el doctor Aluma.
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