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Bienestar Colsanitas

Manifiesto anti-edadista

Ilustración
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Aceptar el paso del tiempo, ser más hábiles para vivir el presente, ejercer el derecho a la alcahuetería con los nietos son parte de este manifiesto.

SEPARADOR

Nosotros, habitantes del sexto piso y de los pisos superiores del edificio de la vida; nosotros, a quienes nos dicen indistintamente cuchos, abuelitos, ancianos, personas de la tercera edad, viejos, adultos mayores; nosotros, a quienes muchas veces nos acusan de desmemoriados, seniles, inútiles; nosotros, los que somos un estorbo para un porcentaje apreciable de los que viven en los pisos inferiores y por ese motivo nos suelen descartar, despreciar, infantilizar, encerrar, ocultar; nosotros nos declaramos en asamblea permanente para decirles un par de cosas a quienes ejercen el edadismo, es decir, quienes nos discriminan por la edad.

Pero no será esta una resistencia de llanto o indignación. No. Nosotros, los arriba citados, los del sexto piso y de los pisos superiores, hemos aprendido no sólo a aceptar el paso del tiempo y a sentir que se nos pasa cada vez más rápido, sino también a burlarnos de nosotros mismos. Pero también a burlarnos de todos aquellos que se creen seres de luz y la última Coca-cola del desierto por la sola razón de ser jóvenes.

Los que aún están a ras de tierra, los que apenas comienzan a deambular por la inevitable escalera que también los llevará a los pisos que ahora nosotros habitamos, muchas veces son tan ingenuos que piensan que nos insultan cuando se refieren a nosotros de manera despectiva. Pues bien, sepan que los del sexto piso y los pisos superiores lucimos con irónica alegría nuestras canas y arrugas. Y tomamos como propios lemas que forman parte del folclor y la tradición desde tiempos inmemoriales. “Entre más canas, más ganas”. “Cana que me sale, cana que me echo al aire”. “No son arrugas, son líneas de expresión”.

Nos encanta hablar entre nosotros de achaques que, aunque a ratos nos agobian, los mostramos orgullosos y radiantes, como si se tratara de trofeos. También nos hemos acostumbrado a hablar cada vez más de remedios que debemos tomar todos los días por el resto de nuestros días. Porque no necesariamente somos drogadictos pero casi todos sí somos farmacodependientes. Pertenecemos a una o varias de las cofradías de la levotiroxina, la atorvastatina, el losartán, el betoprolol, el amlodipino...

Nosotros, los del sexto piso y los pisos superiores, sentimos múltiples apegos por lugares, paisajes, melodías, colores y formas que conocimos de niños y de jóvenes. Pero no sentimos nostalgia. Y tampoco quisiéramos regresar a vivir en ese pasado, plagado de alegrías, sí, pero también de incertidumbre, complejos, miedos y decisiones equivocadas. Sabemos que ya estamos de vuelta y con los años aprendemos cada vez más a relajarnos, a tomar la vida con calma. Somos más pasado que futuro, y por lo tanto cada vez más hábiles en vivir en el presente, el aquí y el ahora.

Sexto Piso 179 CUERPOTEXTO

A nosotros, los del sexto piso y los pisos superiores, nuestros nietos nos permiten disfrutar de una nueva paternidad y maternidad. La maternidad y la paternidad del goce. Sin responsabilidades ni presiones, más allá de las ganas de verlos crecer y celebrar todos sus aprendizajes. Con ellos ejercemos el derecho a la alcahuetería que tantas veces nos negamos o nos fue negado cuando fuimos padres.

Nosotros, los que vivimos en el sexto piso y los pisos superiores, gozamos de un panorama que ni imaginan allá en los pisos de abajo. Ellos sólo tienen vista a la calle, a la puerta y las ventanas del edificio de enfrente. Nosotros podemos ver toda la ciudad y las montañas lejanas. Tenemos un amplio panorama, pero no sólo en el espacio sino también en el tiempo. Vemos una película ya muy larga y eso nos permite reflexionar acerca de lo que fuimos.

En mayor o menor medida, en aquellos ya lejanos tiempos también fuimos edadistas. Por ese motivo a los jóvenes de hoy no los juzgamos. Todo lo contrario. De muchos de ellos aprendemos, y mucho, todos los días. Eso sí, esperemos que cuando nosotros ya no estemos y sean ellos quienes ocupen estos pisos, puedan mirar atrás y tener algo de qué enorgullecerse, para que no se queden únicamente en el lamento de la juventud perdida.

 

- Este artículo hace parte de la edición 179 de nuestra revista impresa. Encuéntrela completa aquí.

  

*Periodista y escritor. Miembro del consejo editorial de Bienestar Colsanitas.

SEPARADOR

Eduardo Arias Villa

Periodista y escritor. Miembro del consejo editorial de Bienestar Colsanitas.