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Bienestar Colsanitas

La gordofobia y el respeto por el cuerpo ajeno

El índice de masa corporal no es por sí solo un indicador del estado de salud, ni tampoco lo es el peso.

  SEPARADOR

Es común que las personas de cuerpos grandes sientan miedo cada vez que utilizan el transporte público, compran ropa o cuando tienen citas médicas, pues saben que en esos espacios es muy probable encontrarse con comentarios y actitudes violentas, o recibir recomendaciones que no han pedido y no necesitan sobre su cuerpo. 

Andrea Sañudo, activista colombiana que escribe sobre antirracismo, cuerpo y resistencia, me cuenta que una vez, por ejemplo, consultó a un doctor por unos cólicos muy fuertes y, sin estar relacionado con el motivo de la cita, ni conocer los resultados de ningún examen, él le recomendó hacerse un bypass gástrico. Muchas mujeres han compartido con Andrea testimonios similares. Nutricionistas como Raquel Lobatón y Victoria Lozada comparten en sus redes sociales historias parecidas, e invitan constantemente a sus pares, a otros profesionales de la salud y al público en general a cuestionar las creencias sobre la salud y prejuicios que tenemos en torno a la gordura.

A esta aversión por las personas con sobrepeso y obesidad se le llama popularmente gordofobia, aunque el término está en discusión. Para Alejandra González, nutricionista adscrita a Colsanitas, la gordofobia es el rechazo a las personas por el simple hecho de ser gordas, y se puede manifestar como violencia física o psicológica. Esta discriminación limita el desarrollo pleno de la vida de las personas gordas y promueve ideas prejuiciosas, como que las personas gordas no tienen fuerza de voluntad, no se cuidan o son perezosas. 

La doctora González señala que la gordofobia no solo afecta a las personas gordas, sino a toda la población, y que las más vulneradas son las mujeres. Otra definición, reconocida por nutricionistas y profesionales de psicología que trabajan estos temas, es la publicada en el libro Weight bias: nature, consequences and remedies escrito por Kelly D. Brownell, Rebecca Puhl, Leslie Rudd y Marlene Schwartz. En él se describe la gordofobia como el sesgo automático que lleva a discriminar, objetivar y minusvalorar a las personas con un cuerpo grande.

Para Andrea Sañudo, el uso del término gordofobia no es correcto; considera más ajustado hablar de gordo-odio. Porque la fobia apunta a una enfermedad mental, término que tendría sentido en el contexto de los trastornos de la conducta alimentaria, TCA, pero que se queda corto teniendo en cuenta que las ideas y comportamientos gordofóbicos provienen también de personas que no tienen diagnósticos de este tipo.

Me interesa hablar sobre la gordofobia como opresión estructural, no de la fobia patológica, conocida también como pocrescofobia. Quiero invitar a quienes leen esta nota a replantearse algunas ideas relativas al cuerpo y la salud, a hacerse preguntas y asumir una postura crítica frente a los discursos estéticos, médicos y éticos predominantes. El origen del rechazo a la gordura nos da pistas para esto. 

Los límites del índice de masa corporal

Recuerdo que cuando era niña vi los gráficos del índice de masa corporal, IMC, en consulta con mi pediatra un par de veces, y aprendí a calcularlo en la clase de Educación Física en el colegio. Pero solo hace poco conocí su origen. Adolphe Quetelet, matemático belga, lo creó en 1832 basándose en estudios estadísticos realizados principalmente con hombres blancos y europeos. Su objetivo era calcular el peso perfecto del hombre medio, que consideraba un ideal social. 

Cuerpo texto Gordofobia

Según la doctora Alejandra González, el IMC no es por sí solo un indicador del estado de salud, ni tampoco lo es el peso que vemos en la báscula. Es necesario conocer el contexto metabólico de cada persona y realizar exámenes que arrojen información más completa. 

Activistas gordas y profesionales que trabajan con enfoques de diversidad corporal, como el HAES (Health At Every Size, o en español, Salud en Todas las Tallas), coinciden en que el IMC deja por fuera variables como la masa muscular, la densidad ósea y diferentes factores sociales, económicos, ambientales y culturales relevantes, por lo que lo descartan como un criterio válido para afirmar que una persona esté o no saludable. Es, por lo tanto, una categoría limitante y excluyente.

De acuerdo con la nutricionista, antes se creía que la grasa subcutánea era solo un tejido para mantener nuestra temperatura corporal, pero luego se descubrió que es un tejido hormonal, lo que significa que produce hormonas, como lo hacen la tiroides y el páncreas. Ella indica que el tejido graso puede ser mayor o menor en las personas independientemente del tipo de alimentación que lleve. 

A lo anterior se suma que cuando el tejido graso es mayor, se pueden presentar alteraciones en la regulación de la leptina, la grelina y la adiponectina, hormonas que inducen la saciedad y controlan el apetito, las grasas que oxida el cuerpo, los triglicéridos y la sensibilidad a la insulina. Las alteraciones en estas tres hormonas predisponen a que la gente aumente de peso sin importar la cantidad de calorías que consuma y si realiza o no actividad física.

Cómo se manifiesta la gordofobia

Podemos identificar los escenarios y las manifestaciones de la gordofobia según la siguiente clasificación: 

-Gordofobia ideológica: de acuerdo con Andrea Sañudo, abarca el conjunto de ideas que vinculan a los cuerpos con categorías morales. Son herencia del pensamiento colonial, patriarcal y racista.

-Gordofobia intrapersonal: también conocida como gordofobia internalizada, se trata del rechazo que experimentamos hacia nuestros propios cuerpos por el hecho de no ser delgados. Se expresa cuando hacemos dietas restrictivas, nos ejercitamos para compensar lo que comemos o nos sometemos a procedimientos que pueden ser dolorosos para tener un cuerpo más delgado.

-Gordofobia interpersonal: consiste en la discriminación que ejercemos hacia otra persona, por ejemplo cuando hacemos comentarios sobre su cuerpo, le recomendamos dietas o le sugerimos una rutina de ejercicio para bajar de peso.

-Gordofobia institucional: es la discriminación que se da en escenarios como las escuelas, los centros médicos, las empresas y el transporte público. Por ejemplo, el no encontrar sillas que sean adecuadas para personas con cuerpos grandes o las brechas en el acceso al trabajo.

Es importante señalar que estas dimensiones de la gordofobia y del gordo-odio coexisten en los diferentes escenarios mencionados y que, además, la gordofobia afecta en mayor medida a las mujeres, personas LGBTIQ+, afrodescendientes, indígenas, migrantes y demás personas racializadas. En todo esto los medios de comunicación y las redes sociales han tenido un papel muy importante, pues en esos espacios se refuerzan los ideales de belleza hegemónicos y las ideas sobre cómo supuestamente debe lucir una persona saludable. 

¿Cómo combatir la gordofobia? La doctora Alejandra González comparte algunas recomendaciones:

-Evitar el intrusismo profesional, es decir, no dar recomendaciones de dieta sin ser profesionales en nutrición o en disciplinas relacionadas. 

-Educar a la población sobre la diversidad corporal.

-No usar las palabras gorda y gordo como un insulto.

-Desarrollar espacios inclusivos.

-Dejar de opinar sobre el cuerpo o el peso de las personas cuando no nos están preguntando.

-No atribuir determinados rasgos de la personalidad a alguien únicamente por su peso. 

 

*Comunicadora social y gestora de programas de voluntariado.

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