La vicepresidenta Francia Márquez lidera la ponencia para el primer debate sobre el Ministerio de la Igualdad que propuso durante toda su campaña, ¿por qué es importante hablar de igualdad o, mejor, de equidad?
Las desigualdades entre hombres y mujeres son evidentes en los ámbitos sociales, culturales, políticos y económicos. Existen brechas salariales, diferencias en las oportunidades para la educación, en la representación de altos cargos o de elección popular y en la violencia.
Estas desigualdades con las que se encuentran las mujeres mayoritariamente, comienzan desde su nacimiento y es usual que continúen por el resto de la vida pues el difícil acceso a la educación se traduce en menores oportunidades de empleo y desarrollo del proyecto de vida, por poner solo un ejemplo. Esto sin contar con un agravante: el 35% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física o sexual a manos de sus parejas o a manos de otras personas, según la Organización de Naciones Unidas, factor que afecta sobremanera el progreso de las mujeres.
Y es que, como bien lo explica la feminista Maria Carolina Sintura, “en esencia, el feminismo es el reconocimiento de que socialmente hemos construido unas supuestas diferencias diametrales entre lo femenino y lo masculino que, además, se han organizado en una jerarquía en la que lo masculino está por encima de lo femenino. Y esa jerarquía le ha hecho mucho daño a la humanidad: a los hombres, a las mujeres, a las personas con sexualidades diversas. Ese daño es, precisamente, el producto de una sociedad que asocia las conductas y características femeninas con aquello que tiene menos valor o menos importancia o menos capacidad”.
Necesitamos hablar de equidad para evitar que el 73% de las firmas latinoamericanas no tengan a mujeres en cargos de presidencia y alta gerencia. Que la representación en cargos del Ejecutivo y el Congreso supere con creces el escaso 8% que hoy tenemos, a pesar de representar un 52% del electorado, y que cada vez esté menos normalizado que las mujeres ganen 20,2% menos, en promedio, aunque desempeñen funciones similares a los hombres y trabajen más horas.
Necesitamos una sociedad que no les exija a los hombres ser los más fuertes y varoniles para demostrar sus capacidades, que no les enseñe a pelear por ser los primeros sino a trabajar de la mano con las demás personas por una sociedad que tenga en cuenta las habilidades de cada quien y brinde las mismas oportunidades de crecimiento y desarrollo.
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*Bienestar Colsanitas.
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