La formación de estos cálculos ha sido objeto de numerosos mitos y remedios caseros porque provocan un dolor tan agudo que es necesario mitigarlo con rapidez. Le explicamos en qué consisten y cómo puede prevenirlos.
El dolor que experimenta una persona cuando tiene cálculos urinarios es muy intenso. Se percibe en la zona lumbar, lo que le impide mantenerse erguida e, incluso, respirar. Los cálculos urinarios son partículas sólidas que se forman en el aparato urinario. Estas masas están compuestas por minerales y sales que se compactan en los riñones, y son distintas de los cálculos de la vesícula biliar o los dentales. Si obstruyen la vía urinaria durante un tiempo prolongado pueden causar insuficiencia renal crónica.
Contrario a la creencia popular, los cálculos no se forman directamente de los alimentos que consumimos. Su origen está en el metabolismo de nuestro cuerpo, que elimina minerales por el riñón a través de la orina. Cuando este mecanismo se altera, estos se aglutinan y forman piedras. Los componentes más comunes de los cálculos son el oxalato de calcio, el ácido úrico, el fósforo e, incluso, algunos medicamentos. No existe una causa específica, pero la deshidratación o subhidratación, junto con dietas hiperproteicas (bajas en carbohidratos y grasas y altas en proteínas) aumentan la probabilidad de formación de cálculos.
La nefrología y la urología son las especialidades médicas que suelen trabajar conjuntamente en el tratamiento y la extracción de estos cálculos. La nefrología se enfoca en entender las causas subyacentes de su formación, como trastornos metabólicos, renales, electrolíticos o hereditarios. La urología, en este caso, se ocupa del flujo de la orina desde el riñón hasta la punta de la uretra.
Algunos cálculos renales derivan de enfermedades sistémicas, como trastornos del metabolismo del calcio, hiperparatiroidismo o niveles elevados de calcio en la sangre, que pueden excretarse o filtrarse por el riñón. Según Carlos Rosselli, médico nefrólogo adscrito a Colsanitas, un tercio de los casos tiene antecedentes familiares asociados a trastornos del metabolismo, que, en su mayoría provienen del consumo excesivo de proteínas de origen animal, sodio y oxalato, uno de los principales componentes de los cálculos que se encuentra en jugos de uva y de manzana, bebidas de cola, el maní y verduras como el ruibarbo.
El dolor distintivo del cálculo
El cólico renal o ureteral asociado con la enfermedad litiásica renal es tan intenso y característico que incluso los vigilantes de los servicios de urgencias suelen identificar a los pacientes y alertar al personal médico correspondiente. Una vez que el conducto de la orina se obstruye, el sistema sigue funcionando y el riñón no deja de producir orina, así que el sistema empieza a llenarse, y el riñón, que no es muy distensible, comienza a hincharse y produce dolor.
Cuando un riñón se obstruye el otro asume funciones adicionales y también puede lastimarse, pero el dolor disminuye, lo que ocasiona problemas. “El dolor puede desaparecer, la persona deja de ir al médico y el cálculo puede quedar ahí, dañando el riñón. Al hacer una ecografía, puede descubrirse que un riñón ha desaparecido o se ha perjudicado gravemente, y necesitamos la función renal durante toda la vida, así que, si hay riesgo de insuficiencia, se pueden llegar a necesitar terapias de reemplazo, diálisis o, incluso, trasplantes de riñón”, explica el urólogo Gabriel Moyano, adscrito a Colsanitas.
Por lo general, la cultura de la hidratación es deficiente, especialmente en la población mayor, que es la más afectada. No se trata solo de cuánta agua bebe, sino de cómo distribuye su consumo a lo largo del día”.
La hidratación es clave en la prevención
La deshidratación es uno de los principales factores de riesgo para la formación de cálculos renales. Según el urólogo Moyano, en regiones con climas cálidos la incidencia de cálculos es mayor. “Por lo general, la cultura de la hidratación es deficiente, especialmente en la población mayor, que es la más afectada. No se trata solo de cuánta agua bebe, sino de cómo distribuye su consumo a lo largo del día”, explica.
El cuerpo es más activo en la mañana, no tanto en la tarde y muy pasivo en la noche, así que el agua debería consumirse de acuerdo a la actividad. “Por ejemplo, el almuerzo típico colombiano incluye sopa, un vaso de jugo y luego una aromática, y cada alimento ya tiene agua, entonces si se toma mucha más en poco tiempo, el cuerpo no la absorberá eficientemente porque ya está lleno y un riñón que está muy húmedo en un momento y luego reseco en otro, tiene más probabilidades de formar cálculos, pues trabaja las 24 horas”, añade Moyano.
Lo ideal sería tomar, en promedio, un litro de agua en la mañana, medio litro en la tarde y nada en la noche; esto varía según su gasto energético, pero en pequeñas cantidades a lo largo del día. La idea es mantener los riñones hidratados de manera constante y moderar el consumo de bebidas diuréticas como el café y el té, que aumentan la pérdida de agua del cuerpo.
El tratamiento de los cálculos
El manejo inicial de un cálculo urinario incluye el control del dolor, que es intenso y característico. En muchos casos, los cálculos pequeños pueden ser expulsados espontáneamente con la ayuda de analgésicos y una adecuada hidratación, pero durante el tiempo de espera pueden requerirse medicamentos intravenosos para el dolor, incluyendo morfina. Los cálculos más grandes o aquellos que causan obstrucción pueden requerir extracción quirúrgica.
En este campo los avances han sido significativos, pues existen métodos menos invasivos que las antiguas cirugías abiertas. Hace 30 años, era necesario realizar una cirugía que implicaba incisiones muy profundas para acceder al riñón; este procedimiento resultaba en una incapacidad laboral de tres meses. Hoy en día, se llega al riñón y se extrae el cálculo mediante un pequeño tubo que se introduce por los conductos urinarios.
Mitos de los cálculos urinarios
1. El consumo de lácteos provoca cálculos renales.
(NO)
De hecho, eliminarlos de la dieta sin una razón médica puede llevar a deficiencias de calcio y aumentar el riesgo de osteoporosis. “El calcio ayuda a atrapar el oxalato en el intestino, llevándolo fuera del cuerpo a través de la materia fecal. Es beneficioso, salvo en casos específicos en los que existe una excreción excesiva de calcio debido a un problema renal”, explica el médico Rosselli.
2. Los cálculos más grandes son siempre más dolorosos.
(DEPENDE)
Los cálculos suelen medir un centímetro o dos. Si comienzan a descender por el sistema urinario, es probable que tengan dificultades para atravesar el uréter y llegar a la vejiga, causando una obstrucción prolongada de la vía urinaria y dolor. Los cálculos más grandes pueden ser más dolorosos a largo plazo porque tardan más en descender, pero rara vez logran hacerlo.
3. Los remedios caseros pueden expulsar los cálculos renales.
(NO)
Aunque se han propuesto numerosos remedios como el aceite de ricino o la chancapiedra, ninguno de ellos ha demostrado ser eficaz. Lo que realmente ayuda es el agua que se consume con ellos.
4. Una persona puede tener varios cálculos al mismo tiempo.
(SÍ)
Dependiendo de la causa, los cálculos pueden ser bilaterales (en ambos riñones), múltiples y recurrentes. Aunque un riñón puede quedar libre de piedras, es posible que vuelvan a formarse en un corto período de tiempo. Según el doctor Rosselli, todo paciente con un primer episodio de cálculo renal debería ser evaluado para investigar el origen, especialmente si es menor de 25 años.
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