Para Yolanda Reyes la niñez no es el paraíso del que los adultos hablan al crecer, sino el origen de historias, miedos y emociones que la acompañan hasta hoy. Para ella es importante nombrar, porque la palabra es creadora de realidad. Es escritora, columnista y promotora de lectura. Con su trabajo ha construido mundos que exploran lo humano, lo vulnerable y lo eterno.
Afortunado el niño que juega en solitario, porque tiene la posibilidad de alejarse de sus padres para explorar su mundo interior. Afortunada la niña que experimenta la soledad y no el abandono, porque soledad y abandono no son sinónimos. Si hay cuidadores, entonces hay soledad.
Yolanda Reyes fue una niña solitaria porque siempre tuvo la presencia de su madre. "Todos los niños deberían tener un adulto"", dice. Seguramente, ella ha sido el adulto de muchos niños. Ha sido su contadora de historias. Quizás el monstruo de sus juegos o la presa capturada de sus carreras. Recuerda su propia infancia como la cristalización de todo. El inicio de la memoria y la necesidad de recordar. Se aferra a esos recuerdos para establecer su conexión con los niños. Para comunicarse con ellos.
De niña, la pedagoga creó un mundo interior. Jugaba cobijada por la deliciosa soledad de la niñez, mientras configuraba personajes a partir de la palabra. Inventaba sus voces. Creaba diálogos. No hablaba sola, sino con las muñecas a las que infundió vida. Esos momentos fueron el germen de sus deseos de un espacio silencioso y solitario para leer y escribir. Desde ese espacio sigue configurando la realidad a través de las palabras, la creación de personajes y el debate de ideas.
“A veces olvidamos que las palabras, los libros y las historias son nuestra marca humana”.
Lo que escribe en la literatura nace de los dolores y los duelos que le callaron los adultos cuando era niña. Desde su solitaria habitación sigue maquinando historias y realidades posibles. Sigue contando y hablando. Les habla a los padres desde las columnas que escribe para el periódico El Tiempo; le cuenta a los niños desde sus libros; seduce nuevos lectores desde su proyecto Espantapájaros.
Nunca creyó que la infancia fuera una etapa pasajera, sino aquello que perdura en lo que somos. Desde esos recuerdos logra comunicarse con los niños. Con ese mismo espíritu decidió crear Espantapájaros, que no es solo librería, ni jardín infantil o un lugar para dictar talleres de literatura. Es un proyecto cultural, un referente en la promoción de lectura alrededor del arte y la literatura, dirigido a la primera infancia. Yolanda es un mar de miedos y emociones, las navega a través de la palabra.
Las palabras son...
La invención del sentido. A veces olvidamos que las palabras, los libros y las historias son nuestra marca humana. Un niño tiene que abrirse paso en el mundo del lenguaje. Debe aprender a hablar.
La infancia debería ser...
Un momento de la vida en el que hay una gran relación con las historias y con las palabras, pero también gran cantidad de silencios. Nunca hemos sido tan vulnerables como lo fuimos en la infancia, porque somos pequeños y frágiles.
Mi gran tema de la vida es...
La muerte. Además es el gran tema de la literatura y de la vida. Los niños, por alguna razón, cuando hay un duelo familiar, siempre van de brazo en brazo. Los llevan a comer helados y los distraen de la realidad, pero una de las primeras cosas que aprendemos a decir es "ya no está" o "se fue".
Creo que cualquier niño en Colombia debería tener...
Adultos que los miren, que conversen con ellos. Suena muy fácil, pero si una madre está abrumada por una carga de tristeza o de necesidad de supervivencia, se dificulta la relación con ese vínculo. Ese es un mínimo para mí, alguien que te canta, que te acoge, que mantiene una conversación de cuerpos. Presencias que te cuidan y te hablan, porque a veces los adultos cuidan, pero no hablan.
Me gustaría ser recordada...
Como alguien que contó cuentos. El terror de Sexto B ha sido mi libro más emblemático. Un libro para niños de ocho y nueve años. Ese libro empieza diciendo "Cuando yo tenía tú edad, yo era el mejor de la clase", y claro que siempre dicen eso. Los padres siempre tienen pésima memoria.
La soledad es importante porque...
En la soledad me encuentro con las historias. En ella puedo escribir.
El bienestar es...
Música que me guste mucho y un libro para leer, eso es importantísimo. Estoy leyendo a muchas mujeres. Tengo un club de lectura que se llama Mujeres que se leen. En este momento, Siri Hustvedt es una de mis autoras de cabecera. Caminar por un paisaje muy específico de Boyacá. Acompañada de mis hijos y mi marido. Pienso en el bienestar con mi familia. Familia pequeña, madriguera, sin grandes multitudes.
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