La actriz y directora, comparte su visión sobre el aprendizaje continuo en la vida. Reflexiona sobre su papel en la serie "Tan lejos como puedas".
A lo largo de más de 26 años de carrera, Victoria Hernández ha dejado su huella en la escena artística de Colombia y Latinoamérica. Nacida en San Martín, Meta, inició su camino en el arte dramático en la Escuela del Teatro Libre de Bogotá, antes de ampliar sus conocimientos con distinguidos maestros internacionales. Su versatilidad la ha llevado a destacar en más de 14 películas, incluidas producciones galardonadas como El silencio del río y Se venden conejos. Ha dirigido a algunos de los actores más importantes de Latinoamérica y ha trabajado como coach o mentora para plataformas como Netflix, Amazon, Fox y Disney. En el teatro, su legado abarca proyectos como El Local, Teatro Nacional y su propia productora, La Puerta Abierta, a través de la cual ha explorado la dirección, la educación y la actuación.
En su papel más reciente como Toña en la serie Tan lejos como puedas (Canal Trece) interpretó a una mujer de 62 años que descubre el valor de reconectar con la vida. “Para Toña, la vida terminó a los 17 años y desde entonces ha vivido como un autómata. Al llegar a un club de personas mayores, descubre que quienes vienen a 'morirse' en realidad encuentran una nueva oportunidad para aprender a vivir”, comenta Victoria.
Para la actriz, este papel fue un regalo. "Soy todo lo contrario a Toña", dice con una vitalidad contagiosa. Reflexiona sobre cómo la sociedad asigna a la vejez el papel de esperar la muerte, como si al llegar a cierta edad solo quedara sentarse en una mecedora, y rechaza esa idea: “Mientras haya vida, hay que vivirla con pasión. No podemos permitir que nos quiten la posibilidad de estar vivos al cumplir una edad”. Victoria enfatiza la importancia de cuidar tanto física como espiritualmente a las personas mayores.
El bienestar en su vida es dedicarse tiempo a sí misma y no dejarse atrapar por el torbellino de la productividad: “Hay que poner límites a la productividad. Necesito ser esposa, madre, abuela, hija, hermana, amiga y tener espacio para cuidar mis plantas, que es lo que más amo en el mundo, además de leer y viajar”.
Mi escena de bienestar incluye…
Tener tiempo en la mañana para mí: decidir mis alimentos, regar mis plantas, limpiar la casa y dejar todo listo para la noche. Me gusta planificar mi día.
El bienestar mental lo encuentro en…
La meditación. Cuando dejo de meditar, mi mente se dispersa y necesito volver a mi centro. También siempre estoy aprendiendo algo, ya sea dramaturgia, actuación o inglés, incluso con Duolingo.
La mejor forma de cuidar mi salud es…
Ser consciente de mi alimentación y darme espacio para dormir. A medida que envejecemos, dormir se vuelve más difícil. Cuando establezco rutinas saludables de sueño y alimentación, siento que estoy viviendo bien.
Mi manera de cuidar a los demás la expreso…
Sonará raro, pero a quienes amo les regalo conocimiento o inspiración. Sí sé que un viaje puede nutrir su creatividad o si sé que necesita hacer un curso en un lugar determinado, se los regalo. Por ejemplo, a mi papá, lo que más feliz me hace es poder regalarle un viaje cada cierto tiempo.
Mi mantra para encontrar la calma en momentos difíciles es…
Recordar que es solo por hoy. Solo por hoy cumpliré mis compromisos, no cederé ante la adversidad y me mantendré firme en mi decisión. Cuando lo enfrento día a día, todo se vuelve más fácil.
Valoro los momentos de soledad porque…
Puedo decidir exactamente lo que quiero hacer. El resto del tiempo, uno siempre está negociando. Me encanta cuando no tengo que negociar con nadie y puedo hacer exactamente lo que quiero: leer, cuidar mis plantas, ver películas.
Las pérdidas me han enseñado…
Nadie es eterno, especialmente los padres. Perder a mi madre me hizo entender la orfandad y me enseñó que debemos aprovechar más el tiempo con nuestros seres queridos. Mientras estén vivos, debemos decirles lo que sentimos y pasar tiempo con ellos, porque la vida cambia en un instante.
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