En toda relación es posible encontrar personas con actitudes tóxicas. ¿Qué hacer si esa persona es un miembro de la familia? ¿Cómo convivir con alguien que nos hace daño con sus acciones, pero de quien no podemos alejarnos tan fácilmente?
unque no es un concepto de la psicología, Mónica Mejía, psicóloga clínica, y Helena Esmeral, psicóloga adscrita a Colsanitas, reconocen que en todo grupo social existen quienes reúnen las características de lo que popularmente se conoce como “persona tóxica”.
El término es tan común, que las palabras “toxic person” son consultadas en Google cada hora, y en los últimos cinco años, han aumentado las búsquedas en un 700 %.
De modo que estamos frente a un problema popularizado recientemente y generalizado, pues personas tóxicas puede haber en cualquier esfera social y en cualquier tipo de relación: de pareja, de amigos, en el trabajo y hasta en la familia.
Por la misma popularidad del término, ya se han normalizado también ciertos “antídotos” para hacerle frente a la toxicidad. ¿Pero qué hacer cuando la relación tóxica la tenemos en casa? El consejo más común para lidiar con una persona tóxica es alejarse de ella, sin embargo, ¿cómo prescindir de alguien de quien dependemos, que conocemos desde que tenemos vida y con la cual tenemos un vínculo emocional muy grande? ¿Cómo protegernos a nosotros mismos y evitar sentir culpa?
Qué quiere decir “persona tóxica”
Parece difícil de definir, aunque todos conocemos o hemos escuchado de personas tóxicas. Lo primero que hay que entender, de acuerdo con Mejía, es que no se trata de un trastorno psicológico: tiene que ver con una serie de características de una persona.
Para Luis Muiño, psicoterapeuta del podcast español Entiende Tu Mente (ETM), no hay personas que siempre sean tóxicas, sino que establecen relaciones con otros que han resultado ser tóxicas.
Relaciones que:
• No resultan nutritivas
• No aportan
• Nos quitan energía
• No nos llevan a ninguna parte
• Nos obsesionan
Por eso, él prefiere hablar de “relaciones tóxicas” más que de “personas tóxicas”.
Claro, no es tan fácil identificar, reconocer y aceptar estos patrones en miembros de nuestra familia. Precisamente porque la familia es el núcleo primario; el círculo sagrado sobre el cual (nos han dicho) se fundamentan las bases de la sociedad.
Pero la realidad es que las familias son todas imperfectas, y es posible que haya un miembro cuya forma de relacionarse con otro no sea sana y termine generando más daño que beneficio. Puede ser un padre saboteador, una madre criticona, un hermano o hermana manipulador, un hijo o hija victimista que nunca tiene la culpa de nada. Es tan común que en toda familia haya un miembro así, dice Esmeral, que “ya nos hemos acostumbrado al gruñón, al malgeniado, al pesimista”.
"Las personas tóxicas son seres con quienes establecemos relaciones que no nos benefician".
¿Cuáles son las características de una persona tóxica?
En general, las personas con características tóxicas suelen ser aquellas que con su forma de ser y actuar nos lastiman, nos quitan energía, no cumplen nuestras expectativas de lo que esperamos que sean o hagan por nosotros. Es decir, son seres con quienes establecemos relaciones que no nos resultan beneficiosas y que nos quitan más de lo que nos dan.
Estas son algunas de las características particulares de ese tipo de personas que pueden hacer que sean más fáciles de identificar. Vale la pena aclarar que no todas las personas tóxicas cuentan con todas las características; algunas están más presentes que otras.
• Tienen problemas para comunicarse efectivamente
• Son prepotentes, criticones
• Tienden a victimizarse
• No asumen la responsabilidad de sus acciones y, por lo tanto, nunca tienen la culpa de nada
• Agresivos o pasivo-agresivos
• Manipuladores
• Poco empáticos
Y claro, también es cierto que estas características aplican para cualquier tipo de persona, no solo aquellos de nuestra misma sangre. Lo que pasa es que nos es más difícil darnos cuenta de las actitudes tóxicas que puedan llegar a tener nuestros padres, por ejemplo; personas que admiramos profundamente y de quienes queremos siempre su aprobación.
¿Cómo lidiar con una relación tóxica?
Antes de tomar alguna medida “radical”, es importante escuchar a esta persona que nos resulta tóxica y brindarle apoyo. Mónica Mejía sugiere generar una conversación constructiva con las personas que se victimizan y preguntar por alternativas de manejo: “¿Qué vas a hacer con eso?”, “¿cómo lo resolvemos?”, “¿cuáles tu plan?”.
Si esta persona sigue en su actitud tóxica, ni modo. Nos queda la tranquilidad de saber que escuchamos, que estuvimos dispuestos a colaborar, pero debemos tener la fuerza para comprender que no debemos quedarnos enganchados con las mismas discusiones o con los problemas que otros no quieren ver y resolver.
Si nada funciona con esa persona que nos genera conflicto, estos son otros consejos que dan los especialistas:
• No tomarse nada como personal. Uno de los errores más comunes de toda relación es creer que lo que nos dicen o nos hacen es personal. Y puede que sí, en algunos casos, pero en la mayoría no. Por eso lo mejor es no tomarse nada como una afrenta personal y preguntar para aclarar lo que la otra persona dijo o quiso decir.
• Tomar distancia. Si bien puede ser imposible distanciarse físicamente, sí es posible tomar distancia emocional de esa persona que nos afecta. Y algunas formas de hacerlo incluyen no contarle todo lo que hacemos o disminuir la frecuencia con que interactuamos con ella.
• Ser observador. Identificar cuándo el otro empieza a tomar actitudes tóxicas y evitarlo. “Valernos del abrigo de teflón”, dice Esmeral, “y hacer que todo nos resbale”.
"Nos es más difícil darnos cuenta de las actitudes tóxicas que puedan llegar a tener nuestros padres".
• Bajar las expectativas. A lo mejor ese padre, madre o hermana no es la persona indicada para apoyarnos, para impulsarnos o aconsejarnos. Los demás no están ahí para cumplir nuestras expectativas sino para ser quienes son.
• Comprender, sí; justificar, no. Tratar de entender por qué el otro es cómo es siempre va a ayudar a establecer una mejor relación. Pero no se trata de justificar lo que hacen. No se debe justificar de ninguna manera que otro nos haga daño.
• No intentar cambiar a otra persona. Si el otro decide por sí mismo cambiar, está bien. Pero pretender que nosotros, con lo que decimos o hacemos, logremos cambiar a esa persona de actitudes tóxicas, solo nos lleva a la frustración. Nadie que no quiera va a cambiar su forma de ser por lo que le diga otra persona.
Trabaje con usted mismo
La doctora Mejía es enfática en la importancia de trabajar en uno mismo. Eleanor Roosevelt dijo: “nadie puede herirte sin tu consentimiento”, y en ese sentido es que Mejía considera igual de relevante el conocerse mejor a sí mismo para evitar que personas que no nos aporten lleguen a afectar nuestro bienestar.
Además porque, como aclaramos desde el comienzo, personas con actitudes tóxicas hay en todas partes. No podemos cambiarlas a ellas, pero sí a nosotros mismos. Estas son algunas de las acciones que podemos emprender para mejorar la relación con quien más tiempo pasamos en el día: nosotros, y evitar que otros nos lastimen.
• Aprender a identificar y gestionar las propias emociones. Darnos cuenta de lo que sentimos y manejarlo de forma que no permitamos depender de la aprobación de otros. Ser capaces de reconocer y validar lo que nos hace felices y sentir exitosos.
• Trabajar en la autoestima y el autocuidado. En la medida en que nos conocemos a nosotros mismos podemos reconocer y valorar lo que hacemos y a la vez poner límites más claros y firmes en las relaciones que establecemos con otros.
"Las personas tóxicas no van a terapia. Van quienes están cansados de las personas tóxicas de su vida".
• Fomentar la comunicación asertiva. Ser claro, honesto, respetuoso y preciso para decir lo que quiere decir. Cuando usted se comunica asertivamente, pone límites.
• Egoísmo o autocuidado. ¿Hasta qué punto el egoísmo es sano? En la medida en que las acciones y actitudes de otros dañen su bienestar, todo “egoísmo” es, en realidad, autocuidado.
• Tómese las cosas con humor. El humor puede no ayudar a resolverlo todo, pero al menos nos puede ayudar a bajarle el estrés a las situaciones tensionantes. La risa siempre será un buen antídoto contra el veneno.
• Busque ayuda. “Las personas tóxicas no van a terapia. Van quienes están cansados de las personas tóxicas de su vida”, dice Esmeral. Si usted cree que no está pudiendo lidiar solo con ese familiar tóxico, busque ayuda, hable con un profesional del comportamiento humano. Puede ser en psicoterapia o cultivando relaciones fructíferas.
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