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Bienestar Colsanitas

El agua, espíritu de la Madre Tierra

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Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada tienen un plan para proteger los ríos. Para lograrlo apelan a su conocimiento ancestral y le apuestan a los acuerdos entre los habitantes con los que comparten su territorio.

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osotros reconocemos que proteger las fuentes acuíferas es tarea de todos. Tenemos 500 años de relación conflictiva con la cultura occidental y podemos seguir esperando a que se den cuenta de que si no cuidamos la naturaleza, no estaremos para contar el desenlace”, dice Moisés Villafañe, el arhuaco que lidera el proyecto La Gobernanza del Agua, para las cuencas Aracataca y Fundación en la costa Caribe colombiana.

Villafañe advierte que ellos, los indígenas, no están preocupados por cuidar algo que les pertenece, porque el agua es de todos. Dice que las etnias ocupaban esos territorios antes de que existiera Colombia, y van a estar también ahí cuando deje de existir, cuando cambien las divisiones políticas que la definen. Ellos atesoran un conocimiento que urge considerar, antes de que sea muy tarde.

El Resguardo Kogui Malayo-Arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta (SNSM) tiene 57.000 habitantes. Allí valoran el agua como el espíritu de la Madre Tierra, y aprenden que la armonía entre el hombre y la naturaleza es lo que garantiza la permanencia de la humanidad. Así, entienden los ríos como sujetos de derecho, y acusan a la civilización occidental de tratarlos como “un objeto mercantil del que se pega una manguera para obtener riqueza”. Por eso, en favor de la conservación del recurso hídrico, consideran que la concertación es la única forma de reducir esta brecha inmensa que separa las dos concepciones, la indígena y la occidental. Para ello proponen basarse en La Gobernanza del Agua.

Esta iniciativa promueve un diálogo intercultural entre los actores que tienen injerencia e intereses en el uso y la preservación del agua dulce que abastece a 1,5 millones de personas que viven en los departamentos Cesar, La Guajira y Magdalena:

—La idea es sentar en una misma mesa a campesinos, autoridades gubernamentales, población negra, empresarios, industriales, ONG y otros gobiernos con intereses económicos o geopolíticos relacionados con el recurso hídrico, para trabajar en una hoja de ruta, a partir de la visión y el liderazgo del pueblo indígena, reconociéndonos como autoridad ambiental y no como un actor o un usuario más —explica Villafañe.

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El respeto por el conocimiento

Lorena Aja Eslava es antropóloga, profesora de la Universidad del Magdalena y especializada en Estudios del Caribe. Ella cuenta una anécdota que sirve para demostrar lo que el pueblo indígena propone: definir un plan de ordenamiento territorial en favor de la conservación del agua que brota de 36 cuencas de la Sierra Nevada de Santa Marta, a partir de la sabiduría que los indígenas han acumulado durante siglos:

—Un compañero biólogo me contó que hace unos años estaba trabajando en los planes de manejo de las cuencas en la Sierra Nevada —cuenta Lorena—, y tenían un método de análisis, con imágenes satelitales, para desarrollar proyectos de conservación de los ríos. Tras meses de trabajo fueron a mostrarles a los indígenas el mapa que resultó de los estudios. La sorpresa fue que los sabios arhuacos y koguis tenían su propio mapa y coincidía, casi en su totalidad, con el que habían elaborado los científicos con recursos, alta tecnología y personal con maestrías y doctorados. Entonces, me aterra la forma como nos empeñamos en negar ese conocimiento milenario de los indígenas, que es tan válido, útil y exacto, mientras perdemos tiempo, que es otro recurso irrecuperable como el agua.

Un acuerdo entre todas las partes liderado por los sabios indígenas se hace cada vez más urgente, teniendo en cuenta que los caudales de los ríos se han reducido en un 70 % en los últimos años, y la minería aurífera ha contaminado irreversiblemente los afluentes.

 

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No queremos adoctrinar a nadie, sino llegar a puntos de encuentro para reducir la huella humana."


El líder del proyecto del agua en la SNSM, conocido en su lengua nativa como Aty Tungeka, dice que ellos comparten una filosofía connatural en la que el agua forma parte del ser humano. Así es como los hombres se insertan en el ciclo del universo, no para aprovecharse de lo que puedan exprimirle, sino a través de una relación armoniosa que persigue la perdurabilidad:

—No queremos adoctrinar a nadie, sino llegar a puntos de encuentro para reducir la huella humana. La dificultad que tenemos es que no hay recursos económicos para elaborar la hoja de ruta para ese ordenamiento, y como es una iniciativa de los indígenas entonces resulta poco creíble.

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El poder y el mando

En la Sierra Nevada de Santa Marta coinciden, cuando menos, tres instancias creadas para proteger los recursos naturales y labiodiversidad que hay allí. La más amplia es la conocida como Línea Negra o Zona Teológica, con 18.000 km² de extensión. Ahí se garantiza la libre circulación del pueblo indígena a sus lugares sagrados. Se supone que también cumpliría una misión ambientalista, pero cuando se delimitó no se establecieron las actividades que podrían o no realizarse, y por ahí se colaron, sin piedad, la minería y los megaproyectos hidroeléctricos.

El Consejo Territorial de Cabildos de la Sierra Nevada contabiliza un total de 285 títulos para explotación minera de oro y 132 proyectos en marcha que afectan todo el recurso natural del sistema montañoso, pero de forma más dramática el agua. La buena noticia es que a finales de 2017, el Ministerio de Ambiente declaró libres de minería 585.000 hectáreas, y anunció una hoja de ruta para prohibir definitivamente el otorgamiento de permisos de explotación minera en la Sierra Nevada.

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La otra instancia ambiental en el lugar es el resguardo indígena, una unidad territorial de 4.000 km², donde sí se ha frenado considerablemente la deforestación, la presencia de asentamientos poblacionales y la construcción de vías de acceso, según refiere un documento del Banco de la República. Esto, porque al igual que la zona de la Sierra Nevada que administra Parques Nacionales Naturales de Colombia, están muy claras las reglas para el manejo del territorio y las restricciones de actividades económicas.

Lo que todavía está en construcción es el Régimen Especial de Manejo para la Sierra Nevada, y a eso es que apunta el proyecto de La Gobernanza del Agua que lideran los indígenas.

Pero además de estas tres entidades, también hay que lidiar con el poder que tienen en la zona las Corporaciones Administrativas Regionales del Cesar, Magdalena y La Guajira, las alcaldías, las gobernaciones, Reserva de la Biosfera, Unesco, Sistemas de Áreas Protegidas, territorios de comunidades negras y otras figuras. Pero, en este sentido, los pueblos indígenas no están dispuestos a negociar nada que le cause más daño a la naturaleza.

La antropóloga Lorena Aja explica que los indígenas entienden el poder de manera diferente a sus “hermanos menores” o civilizados. Para ellos, el que manda es el que responde, y el que responde es el que sabe. Entonces, no se trata de tener un poder para que los demás sirvan a quien lo detenta, sino que el poder es visto como una herramienta de servicio del colectivo, de los pueblos.

—Las principales fuentes de agua del país son territorios plurales en los que el campo de negociación presenta tensiones muy fuertes —advierte Aja.

*Periodista, profesora universitaria y colaboradora frecuente de Bienestar Colsanitas.

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Karem Racines Arévalo

Es una periodista colombo-venezolana egresada de la Universidad Central de Venezuela. Llegó a Bogotá en 2011 para escapar de la confrontación política de su país. Después de vivir en la capital colombiana cinco años, decidió mudarse cerca del mar, que tanta falta le hacía, y desde hace dos años vive en Santa Marta. Es docente de periodismo en la Universidad del Magdalena y en la Sergio Arboleda. Es colaboradora frecuente de la revista Bienestar.