Los problemas de córnea están entre las principales causas de ceguera evitable en el mundo. En Cali, Amparo Salazar recuperó su visión gracias a un trasplante que le devolvió la nitidez a su vida.
Amparo Salazar Becerra conserva intacta su energía a los 80 años. Conduce su carro, viaja por el mundo, usa gafas solo para pasar las páginas de sus libros favoritos y disfruta de tardes enteras viendo series. Es una mujer activa, vivaz, que siempre elige ver el lado positivo de la vida. Ha pasado casi toda su vida en Cali pero nació en Buga, municipio del Valle del Cauca famoso por albergar al Señor de los Milagros, al que venera con orgullo. “Me siento bendecida cada día, disfrutando y agradeciendo de la vida, porque ese es mi propósito al abrir los ojos”, asegura.
Hasta hace unos años no había tenido problemas de visión. Sin embargo, todo cambió cuando aparecieron las cataratas, una opacidad del cristalino que vuelve la vista borrosa y empañada. Se sometió a las cirugías correspondientes y usó los lentes prescritos, pero algo no andaba bien. Lograba ver, aunque nunca con nitidez. Las consultas médicas revelaron que la causa no estaba en el cristalino sino en la córnea.

“La córnea es el lente que más aumento tiene en el ojo. Está por delante del iris y la pupila y su función depende de mantener transparencia y curvatura. Cuando alguna de estas condiciones se altera, la visión se resiente. Puede volverse borrosa por opacidades o distorsionarse al punto de que los objetos parecen deformes”, explica el doctor Diego Alberto Marín Sánchez, oftalmólogo y referente nacional en cirugía refractiva y trasplantes en Visionía Cali, la clínica oftalmológica de Colsanitas, reconocida por su enfoque en diagnóstico y cirugía ocular de alta complejidad.
En el caso de Amparo, el doctor Marín identificó un problema poco frecuente pero relevante en personas mayores: una falla en las células endoteliales de la córnea. Estas células actúan como bombas microscópicas que extraen el exceso de agua del tejido y lo mantienen transparente. Cuando dejan de funcionar, la córnea pierde claridad, la visión se nubla y, en algunas ocasiones, aparece el dolor.
Cuando los medicamentos y los lentes ya no ofrecen solución, la alternativa es la cirugía. “Hoy podemos hacer trasplantes completos, que se llaman penetrantes, o trasplantes lamelares, en los que se reemplazan solo las capas dañadas”, explica el especialista. La elección adecuada de la técnica permite recuperar la transparencia y conservar buena visión durante años. La Organización Mundial de la Salud advierte que las opacidades corneales están entre las principales causas de ceguera en el mundo, aunque en la mayoría de los casos podrían prevenirse con acceso oportuno a trasplantes.
Amparo necesitó tres cirugías, cada una de menos de una hora, para recuperar su visión. En el ojo izquierdo fueron necesarios dos trasplantes, pues el primero no logró adherirse por completo. En los procedimientos endoteliales el injerto debe quedar bien pegado a la córnea receptora y, si esto no ocurre, se requiere repetir la cirugía. El trasplante para el ojo derecho fue exitoso desde el primer momento.
La recuperación de un trasplante exige disciplina y puede tomar hasta seis meses. Tras la cirugía, el paciente debe permanecer acostado bocarriba de 24 a 48 horas para que el tejido se fije adecuadamente. A eso se suman cuidados cotidianos, como no agacharse, evitar cargar peso, no acercarse al calor de la estufa y limitar la exposición a pantallas brillantes, además de tomar los medicamentos prescritos. “Es incómodo al principio, pero se va sintiendo mejoría gradualmente y cada día la visión se aclara. Al final uno entiende que todo ese esfuerzo vale la pena. Me siento profundamente agradecida con el doctor Marín, es un mago”, dice Amparo.

Recuperar la nitidez
El impacto en la vida de los pacientes tras una intervención como la que le hicieron Amparo es profundo. “Mientras el ojo en general esté sano, un paciente puede alcanzar una visión muy cercana a 20-20 después de un trasplante de córnea”, explica el doctor Marín. “En los trasplantes endoteliales, estudios de largo plazo muestran que más del 90% de los pacientes mantienen buena visión incluso diez años después de la cirugía”, añade.
Amparo lo comprobó. A unas semanas de haberse operado ya estaba retomando sus rutinas. “Hoy veo sin ningún problema. Tal vez necesito gafas para letras diminutas, pero para todo lo demás nunca vi tan bien en mi vida”, asegura. Para ella, la cirugía significó recuperar la independencia.
Su gratitud se extiende a las personas que, más allá del médico, hicieron posible la operación: los donantes de las córneas que recibió. “Yo pido por las personas que decidieron donar sus órganos. No sé quiénes son, pero todos los días oro por ellas y por sus familias. También pido por quienes no tienen luz, por los que son ciegos o tienen problemas de visión, para que algún día tengan la oportunidad de volver a ver como yo”, afirma.
En Colombia, según el Instituto Nacional de Salud, en 2021 se registraron 268 donantes de órganos y tejidos. Aunque el país cuenta con bancos de ojos en varias regiones, la demanda de córneas aún supera la disponibilidad. Solo en Bogotá, hasta julio de 2024 se habían hecho 310 trasplantes de córnea y 96 personas permanecían en lista de espera. Estas cifras muestran que, a pesar de los avances, la donación sigue siendo un desafío.

Cuidar los ojos todos los días
En Visionía Cali, el doctor Diego Marín atiende a cientos de caleños, así como a pacientes que viajan desde otras ciudades e incluso del exterior. “La clave del cuidado está en evaluar bien a cada paciente, elegir la técnica adecuada para cada tratamiento y tener un respaldo institucional sólido”, explica. Los altos índices de éxito de los trasplantes y otros procedimientos que se hacen en la clínica se deben a que cuenta con un excelente equipo humano, tecnología de punta y acceso a bancos de ojos certificados.
El doctor Marín insiste en que, más allá de la cirugía, el cuidado diario de los ojos es fundamental. “Vemos cada vez más pacientes con la superficie ocular afectada por exceso de exposición a pantallas, sumado al uso de aire acondicionado o ventiladores”, señala. Esa combinación puede producir resequedad y síntomas de ojo seco incluso en personas jóvenes, por lo que recomienda moderar el tiempo frente a dispositivos, hacer pausas visuales, hidratar los ojos y acudir al oftalmólogo ante visión borrosa o molestias persistentes.
Hoy, sentada en su apartamento en Cali, Amparo disfruta de lo que considera una nueva oportunidad. Sus ojos, antes empañados, ahora le permiten leer con tranquilidad, manejar, reconocer detalles, viajar y ver las fotos que le envían sus hijos desde el exterior. “Para mí la vida sin vista no es nada. Esto es felicidad, es volver a tener luz”, dice. Su historia recuerda que un trasplante de córnea no solo devuelve visión; también devuelve independencia, confianza y la posibilidad de seguir disfrutando cada detalle de la vida con claridad.



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