En 1996 fue reconocida como una lengua propia de las personas con pérdida auditiva. Antes eran obligados a comunicarse de forma oral. Las peticiones vigentes son las de mayores oportunidades laborales y de formación académica.
Edward Rojas y Yisell Gravini son esposos desde hace 13 años. Él es Sordo y ella, intérprete de lengua de señas. La de ellos es una historia de amor, obviamente, pero alimentada de solidaridad, empatía, convicción y fe. Ella aprendió lengua de señas porque quería enseñar la palabra de Jehová a los Sordos que se acercaban a su culto. Luego se certificó como intérprete y en ese camino conoció a quien sería su compañero de vida. Viven en Santa Marta y tienen una hija de 10 años llamada Clary.
Edward nació con pérdida total de audición ,y como suele ocurrir con los hijos de padres oyentes, no fue sino hasta los dos años cuando los adultos se percataron de su discapacidad. De niño, estudió en instituciones de educación especial para Sordos, se graduó luego de bachiller, después como diseñador gráfico y, más tarde, como Licenciado en Educación con Énfasis en Informática. Pero la especialización en su área disciplinar está en deuda porque no ha encontrado acceso a estudios de cuarto nivel con las condiciones mínimas indispensables. Como Sorda se califica a la persona que tiene falta, disminución o pérdida total de la capacidad para oír. Dentro de la comunidad de Sordos hay diversidad. Están los que tienen pérdida parcial de la audición y pueden usar aparatos auditivos o someterse a procedimientos quirúrgicos para mejorar la capacidad de oír. Otras personas tienen sordera profunda, pero perciben algunos sonidos, y están quienes no perciben sonido alguno. Y, además, la sordera puede ser unilateral o bilateral.
“Se ha convertido Sordo con s mayúscula, cuando hace referencia a una persona cuya primera lengua es la de señas y que, por ello, tienen especificidades culturales”.
“Los Sordos no somos mudos. Podemos emitir sonidos y podríamos hablar, si no fuera porque no tenemos la capacidad de aprender la pronunciación de las palabras, pues no las escuchamos ni podemos oír los sonidos que emitimos. Los mudos son quienes no pueden hablar a causa de una discapacidad física o de una lesión en las cuerdas vocales. Pero no existe ninguna relación entre la sordera y la mudez, como no la hay entre la sordera y la ceguera”, explica Edward, quien se desempeña como docente de lengua de señas colombiana en la Universidad del Magdalena.
Con base en los datos estadísticos del DANE (2018), el Instituto Nacional de Sordos calcula que en toda Colombia hay unas 160 mil personas sordas que, entre la primera infancia y la adultez, fueron diagnosticadas con pérdida total de la audición o que nacieron con esta discapacidad. Y, en total, los registros indican que unos 500 mil colombianos tienen alguna deficiencia auditiva, y esto incluye la pérdida de audición por la edad.
Para comunicarse, los Sordos emplean la lengua de señas, que es una lengua natural que se caracteriza por ser visogestual y visocorporal. Como cualquier otra lengua, cumple con las leyes lingüísticas y se aprende dentro de la comunidad de iguales. Y, para relacionarse con los oyentes que no la conocen, requieren un intérprete.Son diferentes las causas que originan la sordera, pero principalmente pueden ser congénitas, por infecciones intrauterinas, asfixia perinatal, otitis, meningitis, otoesclerosis y otras enfermedades crónicas. El origen está íntimamente ligado al uso o no del lenguaje oral, porque si nacen Sordos, la lengua de seña se convierte en la lengua materna. Pero si la pérdida auditiva aparece con el tiempo, el español (en Colombia) será la lengua materna y la oralidad será la forma de comunicación más próxima a lo que conocen.
“La nuestra es una historia de amor, alimentada de solidaridad, empatía, convicción y fe”.
Negar lo natural
De acuerdo con datos de la Federación Mundial de Sordos, en el mundo hay cerca de 70 millones de personas con discapacidad auditiva y más del 80% vive en países en desarrollo. Se calcula que hay cerca de 300 lenguas de seña diferentes, que usan los signos y las expresiones propias de sus países o regiones. Y existe también un lenguaje de señas internacional, con un léxico limitado, que es el que emplean los Sordos en encuentros fuera de sus países.
Pero no siempre ha sido así. Durante los siglos XIX y XX, las personas Sordas eran forzadas a abandonar la lengua de señas y a aprender a hablar y leer los labios, basándose en la creencia errónea de que la oralidad era superior y de que la lengua de señas iba en contra de su integración a la sociedad.
Edward Rojas recuerda que en su etapa de educación inicial padeció esta imposición de la oralidad como forma de comunicación. A él y a sus compañeros les ataban los brazos para que se vieron impedidos de expresarse con sus movimientos. Eso le generaba una tremenda frustración y limitaba sus posibilidades de aprendizaje.
Pero durante la segunda mitad del siglo XX la comunidad sorda y sus defensores lograron el reconocimiento y la legitimidad de esta forma de comunicación. En Colombia, la lengua de señas colombiana fue reconocida oficialmente mediante la Ley 324 de 1996, a través de la cual se reconoce la importancia de que el Estado promueva su aprendizaje y su uso en noticieros de televisión y alocuciones presidenciales.
“La Ley nos hizo libres, nos permitió gozar de reconocimiento y de importantes medidas inclusivas, pero todavía falta. Comunicarnos con señas no cansa. Lo que cansan son los obstáculos que nos imponen en el sistema educativo, en los espacios laborales y, en general, para desenvolvernos en la sociedad. La lengua de señas es algo que nos pertenece, es nuestro patrimonio”, dice Edward, a través de la interpretación de Yisell.
Interpretación
Yisell es abogada, pero su principal ingreso proviene de su actividad como intérprete de lengua de señas, incluso, en una conveniente combinación porque puede prestar asistencia legal a la comunidad sorda. Y en la Universidad del Magdalena es la asesora jurídica del Centro de Inclusión, entidad que tiene como función principal apoyar a estudiantes con alguna discapacidad para que tengan mayores oportunidades académicas y de interacción social.
Durante un año, Yisell trabajó en el Centro de Relevo del Mintic, el cual permite la comunicación bidireccional entre personas Sordas y oyentes mediante mensajes de texto, llamada o videollamada con la intermediación de un intérprete que emplea la lengua de señas y la lengua castellana, simultáneamente. Según el sitio web de la institución, al 31 de agosto, el Centro había atendido más de 5 millones 500 mil llamadas y beneficiado a más de 60 mil personas.
“Todos tenemos un propósito en la vida. Uno de los míos es ayudar a la comunidad de Sordos a que puedan integrarse con mayor facilidad a la vida en sociedad y hacer valer sus derechos. De ellos he aprendido mucho, pero principalmente solidaridad, empatía y a reconocer capacidades extraordinarias”, dice Yisell con total convicción.
Manos y pensamientos
El proyecto Manos y Pensamientos es una iniciativa de la Universidad Pedagógica Nacional que pretende facilitar la participación y el aprendizaje de la población Sorda que accede a la Universidad mediante la generación de ajustes razonables y condiciones necesarias para el éxito académico.
Diana Margarita Abello es psicóloga, se desempeña como coordinadora del proyecto Manos y Pensamiento de la UPN y advierte que sus investigaciones han demostrado que las diferencias en la población Sorda aparecen no por condiciones biológicas sino ambientales: “Es la discriminación, el limitado acceso a la educación de calidad, a los servicios personales, las pocas oportunidades laborales, la exclusión en ambientes sociales, la estigmatización lo que les resta competitividad y posibilidades de adquirir y desarrollar habilidades. Los estudios han demostrado que los Sordos no tienen ninguna diferencia cognitiva con los oyentes, de tal manera que pueden desempeñar cualquier rol en la sociedad, siempre y cuando se les garanticen condiciones equitativas y los apoyos indispensables”, dice.
Abello explica que el 90% de los niños Sordos son hijos de padres oyentes, quienes, por lo general, no dominan la lengua de señas, y muchos de ellos nunca han tenido contacto con una persona Sorda. Entonces, los niños son sometidos a privación lingüística durante varios años, mientras se les diagnostica la sordera y se les comienza a relacionar con formas de comunicación diferentes a la oralidad. Eso genera retrasos en el desarrollo cognitivo y los pone en desventaja con respecto a otros niños que desde su gestación escuchan palabras y sonidos que luego usarán para hablar.
“Los Sordos no piensan en español, por eso la comprensión lectora se les dificulta, porque siempre están traduciendo del lenguaje en el que están leyendo a la lengua de señas. Es un esfuerzo tremendo. Pero las barreras son más sociales que individuales. Una muestra de ello es que la UPN, en 20 años, ha graduado 59 profesionales Sordos egresados de 12 programas, y en su nómina figuran cuatro docentes Sordos”, detalla la académica Diana Abello.
Para demostrar solidaridad y compromiso con la comunidad Sorda, Abello hace recomendaciones puntuales: que el sistema de salud disponga los recursos necesarios para un tamizaje que permita un diagnóstico temprano de la sordera; facilitar el uso de todas las alternativas posibles para potenciar los restos auditivos; promover el acercamiento de las familias a la comunidad Sorda para que aprenda lengua de señas y pueda dar, desde temprana edad, la posibilidad de adquirir la lengua; el reconocimiento de la lengua de señas como la principal forma de comunicación de los Sordos, en cualquier escenario, y aprender lo básico de la lengua de señas como una forma de reconocer la valía de las personas Sordas en la sociedad.
NOTA: Se ha convenido escribir Sordo, con s mayúscula, cuando se hace referencia a personas cuya primera lengua es la de señas y que, por ello, tienen especificidades culturales
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